Apego [Marcanne]

Prologo

—¿Qué es esto, Marcy?

Frente a ella, su esposa, con quien llevaba cinco años casada, se limitó solo a suspirar de forma cansina, sin alejar el sobre que le tendía sobre la mesa.

Anne le miraba, confundida, sin tomar el sobre. ¿Acaso Marcy se le había adelantado?

¡Si se suponía que el tema de la adopción sería una sorpresa!

—Anne, sólo léelo—dijo Marcy con voz suave.

Arrugó el ceño levemente, decepcionada un tanto de que Marcy la hubiera llamado por su nombre y no por los dulces sobrenombres que a veces le decía y no usaba desde hace meses. Anne sabía que las cosas no estaban bien, no era idiota, llevaban peleando por lo menos hace más de seis meses por cualquier estupidez, además que no habían hecho el amor desde hace dos, y eso la estaba asustando demasiado.

Porque, por mucho que peleará con Marcy, Anne la seguía amando, así como sabía que Marcy la amaba. Unas peleas eran normales en una relación de pareja, ¿no es así?

Aunque claro, pelear cada día hasta porque no había papel higiénico en el baño no era normal.

Sus manos picaron mientras sostuvo el sobre.

Sumando al tema de las peleas y de que no se habían tocado de forma carnal, estaba la frialdad, el vacío, la indiferencia. Como Marcy trabajaba en una empresa de construcción y Anne era pediatra, apenas tenían tiempo para verse o salir juntas, para tener un tiempo a solas.

¿Cuándo fue la última vez que salieron a cenar?

No lo recordaba bien.

¡Pero estaba bien! Ya era hora de solucionarlo, y luego de haberlo pensado tanto, ¡Anne tenía una idea maravillosa!

Se le había ocurrido mientras jugaba con el hijo de Luz, Liam, y el pequeño le había dicho que debería darle una primita con la cual jugar. Luego había recordado su época universitaria, cuando estaba saliendo con Marcy, y ambas habían dicho que una vez casadas, llegaría el momento de adoptar un niño que alegrará sus vidas.

Con el paso de los años, esa promesa había sido olvidada, sin embargo, Anne quería cumplirla ahora. ¡Un niño podría volver a acercarlas!

Y, al parecer, Marcy se le había adelantado.

¡Si ella también tenía los papeles de adopción que la asistente social le había entregado para que leyeran y se informarán del proceso!

Tranquilamente, sacó lo que había dentro del sobre.

Arrugó los labios cuando notó que era sólo un papel.

Sus labios temblaron al leer la primera frase, así que levantó la vista.

—¿Qué es esto, Marcy?—repitió con la voz quebrada.

Los ojos de Marcy, su esposa por cinco años, su novia durante tres años, la única mujer que había amado con tal profundidad, eran fríos, helados e indiferentes.

—Una carta de divorcio. Lo siento, Anne, pero ya no te amo.