OMNISCIENTE—
La pelinegra se encontraba impaciente en la silla que estaba sentada. Manjiro todavía no había aparecido y eso la hacía sentirse nerviosa de algún modo, agregando que hace pocos minutos había regresado del exterior que claramente tenía prohibido visitar. Manjiro no se la perdonaría esta vez, ella lo sabía y por esa razón trataba de encontrar calma ante la situación.
Pero...
Estamos hablando de Manjiro Sano ¿No? Tal vez y él solo le daría un pequeño sermón para no asustarla, pero esos pensamientos se vieron interrumpidos cuando el rey de Roma apareció tirando de la puerta. Mirai dió un pequeño brinco al escuchar aquel estruendo, pero no se giró para ver a Manjiro, tenía miedo en ese momento ¿Temía por su vida?
No, Manjiro nunca le haría daño ¿Verdad?
—Mirai, mi hermosa y amada esposa Mirai~ —canturreó caminando a las espaldas de la pelinegra, quien al sentir las gélidas manos de su esposa posarse sobre sus hombros se tensó. Manjiro acercó su rostro al oído de la chica y le susurró con voz ronca —creo que me debes una gran explicación, muñequita, sabes muy bien que tienes una regla que debes obedecer ¡Siempre!
Se separó de Mirai y fue hacía su silla para quedar frente a frente de su esposa, la cual en ese preciso momento se encontraba temblando, no sabía que hacer o como comenzar ¿Sería peor si hablaba? Se preguntó, pero al ver que Manjiro le daba una mirada demandante y sombría no le quedó de otra que hablar.
—Yo- yo... —titubeó, sus palabras se quedaron atascadas en su garganta sin saber cómo completar aunque fuera una oración. Eso hizo enfurecer más a Manjiro, quien le dió un fuerte golpe a su escritorio y se levantó de su silla, aumento de más su aura peligrosa, una que a Mirai no le gustaba para nada.
—Bien... —soltó con irritación y sonrió con algo de sorna a su esposa—te dejaré algo claro, Mirai... ¡Una sola cosa la cual debes obedecer siempre, porque aunque tú seas mi esposa yo soy el que da las órdenes aquí, siempre! —exclamó, dejándole en claro a la pelinegra su lugar como esposa del rey.
Mirai al escuchar las palabras de Manjiro soltó una risilla irónica, dejando atrás su temor, ahora iba a retarlo y le dejaría claro siempre sus puntos de vista y uno de ellos era el que ella nunca iba a ser sumisa ante él ni con nadie, jamás.
—¿Qué pretendes Manjiro? —lo miró con seriedad— ¿Qué sea tu sumisa acaso? ¿Que me doblegue a tí tanto como todos tus perros lo hacen? No me hagas reír, mas bien recuerda que no soy una mocosa de 16 años de la cual tú siendo mayor te aprovechaste, pero ni al caso eso, tampoco voy a echarle la culpa de tu estupidez a Minjiro porque él jamás será estúpido como su padre y mucho menos le robaría la libertad a su futura esposa por idiotez, o que llegué una mujer a su hogar y se pase de lanzada hacia él ¿Mmm? Es más ¡Tampoco le ocultaría al mundo su matrimonio para así poder irse a esos clubes de los cuales su padre frecuenta visitar cada que tiene "negocio"! Tú eres un...
Antes que pudiera agregar una palabra más sintió un ardor en su mejilla, miró a Manjiro exaltada y sonrió al sentir como ese líquido carmesí y sabor metálico mezclarse con la saliva de su boca. Rió.
—Mi- Mirai yo... Cariño perdóname yo lo hice sin pensar, de verdad lo siento... —trató de acercarse a su esposa, pero esta retrocedió de inmediato.
Mirai nunca había recibido un golpe por parte de Manjiro, jamás, pero está vez se había pasado, más comparando su fuerza física, esa zona estaba caliente y suponía que debía de tener su mano marcada en la mejilla.
No dijo nada más, ni siquiera miró a Manjiro, pero de algún modo se sentía decepcionada, tal vez ella se habrá pasado un poco con sus palabras, pero no solo eran puntos de vista, era una verdad, una de la cual Manjiro era conciente, de una que ahora en adelante sabía que iba a cambiar.
Su relación con Mirai daría un giro inesperado y aún así no sabía cómo arreglarlo. Esta vez la había cagado de verdad, todo por un berrinche sin sentido.
Mirai salió de aquella oficina y se dirigió hacía el comedor, dónde se encontraban todos los subordinados reunidos, de milagro y los tres rubios hermanos no se encontraban ahí porque de algún modo se abrían burlado de ella, pero los Haitani's al verla así se levantaron de imadiato, seguidos por Haruchiyo, quien al ver a su reina al borde del llanto la abrazó.
Sabía que no era correcto hacerlo, pero para él ella seguía siendo un chiquilla, después de todo él era mayor que ella por 5 años, aún así la veía como una niña, una que tenía un corazón frágil y con un mínimo golpe podía ser roto.
Los Haitani's se mantuvieron al lado de ambos, no sin preguntar lo sucedido y sorprendidos por las palabras de la pelinegra.
Ellos de verdad nunca pensaron que su jefe golpearía a la mujer que amaba a muerte
¿Por qué lo hizo? Se cuestionaron todos los presentes, pero aún así se callaron sus dudas.
Mirai lloró sin consuelo en los brazos de Haruchiyo y apenas logró controlarse tomó asiento en una de las sillas para encogerse en ese lugar aunque fuera incómodo lo hizo, procesando lo sucedido en solo una noche.
Ella tampoco podía creer lo grave que se había vuelto la situación y ahora lo único que su mente le daba hacia Manjiro era odio, un odio incondicional.
¿Podría perdonarlo? Ni ella lo sabía, pero algo que si tenía en cuenta era que no quería verlo cerca de ella o de Minjiro, pero con el pequeño no se podría evitar, después de todo él era su padre y Minjiro no podría enterarse de la discusión que ambos adultos habían tenido aunque tuviera sospechas.
Tal vez y sus padres en unos meses terminarían separándose y alguno de ellos se haría cargo de él si no resolvían sus indiferencias.
Después de todo ellos se aman ¿No?
┖Fin del capítulo┒
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Uhhh, este capítulo me a dejado con ganas de más, de verdad sentí la tensión del momento y dije ¡Pelea, pelea, pelea! Jajaja, bueno, espero y que lo disfruten porque ya saben que actualizo muy lento.
Besos.
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Gracias por leer hasta acá, nos vemos en el próximo capítulo
___________________________________~Smailer-Shimura
𝑊𝑟𝑖𝑡𝑡𝑒𝑟: 𝑆𝑘𝑎𝑟𝑙𝑒𝑛𝑡ℎシ︎
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LA MUJER DEL REY | 𝑴𝒂𝒏𝒋𝒊𝒓𝒐 𝑺𝒂𝒏𝒐 [#1]
Fanfiction━━¿Cómo fue que una simple extranjera logró cautivar el corazón de ese frío hombre? Nadie lo sabía, nadie comprendía esa situación ¿Por qué tuvo que ser ella? se preguntaron tantas veces, pero nadie sabía el secreto y ese se trataba de un niño. [Lib...