04.

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Me levanto con cuidado de la cama con cuidado para poder alistar a Minjiro, que dentro de poco tendría clases y suponía que estaba preocupado por haberme "ido" de repente. Dejo salir un suspiro al mirar a Manjiro, estaba profundamente dormido, cosa que no notaría si me iba, pero apenas dí un paso, su voz ronca me detuvo de golpe.

— No te vayas aún, tenemos que terminar nuestra charla, Mirai, ayer la dejamos entre medias —decía Manjiro mientras abría sus ojos poco a poco.

Lo miro con incrédula y me cruzo de brazos al verlo levantarse de la cama y sentarse sobre esta para después indicarme que tomé asiento a su lado, pero no lo hice, en cambio le dí la espalda y salí de la habitación.

No importaba nada ahora, no estaba molesta con él... Bueno, si un poco, pero no era algo que me incomodara ahorita, sino la compañía que de ahora en adelante tendríamos porque creo que a esa tal Dasuri no le agrado en absoluto y menos si se entera que soy la esposa de la persona que está intentando coquetear, aunque poniéndolo así, ella lo conoció antes que yo, así que supongo que ellos sabrán de sus temas pasados, pero.

¿Ella tiene prioridad aquí?

No me gustan los problemas porque mamá me a educado lo suficiente como para agarrarme a golpes con alguien por una cosa sin sentido, siempre he sido buena en diálogo, solo esperaba que ella no complicará mi estadía aquí, lo menos que quiero es causarle problemas a Manjiro porque sé que tiene mucho en mente ahora y estresarlo más de la cuenta no es algo que me agrade a absoluto.

Con simpleza digo que estar en estas cuatro paredes ya me cansa, quiero un poco de mi vida de antes, donde podía andar por las calles sin temor a que una bala impactará contra la cabeza de mi pequeño o de mí, quiero eso de nuevo, me he encontrado estresada últimamente por lo mismo, quiero tomar aire, en un lugar que no sea el jardín. Creo que hoy será el día que lo intentaría.

Antes de dar un paso hacía la habitación de Minjiro y ver si ya estaba preparando entré a la mía, me dirigí al armario a tomar algo de ropa y zapatos para poder asearme en la habitación de Minjiro. Manjiro observó todas mis acciones confundido, sé que no entendía el porque lo hacía, tampoco era que me iba a detener para explicarle brevemente que haría, eso hizo que él preguntara y yo no le dí una respuesta coherente.

— ¿A dónde vas tan temprano? —preguntó.

Lo miro por unos segundos y sigo buscando ropa en el armario, tratando de encontrar algo casual porque prácticamente toda mi ropa era formal porque no podía pasearme por la casa con pijama todo el día, a Manjiro no le gustaba eso, por esa razón la ropa informal para mí era escasa, no me gustaba eso.

— Por ahí... —respondo con simpleza, haciéndolo bufar.


— ¿Por ahí? —repitió en pregunta— ¿Qué se supone que harás "por ahí"? —preguntó, utilizando entre comillas en mi anterior respuesta.


Cierro las puertas del armario y salgo con mi ropa en mano. Manjiro al ver que no tenía intenciones de hablar con él se desistió y volvió a acostarse de nuevo en la cama, soltando algunas maldiciones en susurro, no escuché de más ya que había salido de la habitación.

Suspiro con pesadez y me dirijo a la habitación de mi pequeño, la cual quedaba a dos habitaciones de la mía. Abro la puerta encontrándome con Minjiro tratando de ponerse su corbata, cosa que fue en vano, nervioso se acercó a mí y me entregó la corbata para que yo personalmente se la pusiera.


— No entiendo como se hace eso, es complicado —suspiró cansado, observando cada movimiento que hacía y al finalizar me abrazó fuertemente— ¡Gracias mamita, te quiero!


— Y yo a tí, corazón —respondo con una sonrisa— bueno... El día de hoy yo te acompañaré...

Él me mira sorprendido y asiente con frenesí. Sabía que le sorprendía por la simple razón que yo tenía prohibido salir de casa, pero me cansé de eso, sé que el peligro abunda fuera de esta mansión, pero me cansé de ser prisionera, no me agrada para nada pasar todo el tiempo aquí, es abrumador.

— ¡Eso es genial! La maestra estará feliz de verte, dice que eres una excelente mamá y que algún día quería conocerte ¡Ese día ha llegado! —exclamó con felicidad.

Yo solo asiento sin borrar mi sonrisa y me levanto del suelo para después dirigirme al baño, no sin antes decirle a Minjiro que fuera a desayunar y que no mencionara nada al respecto sobre esto. A duras penas aceptó.


Me meto al baño y retiro toda mi ropa para así poder entrar a la ducha. Al cabo de unos minutos ya estaba lista con el baño y comencé a vestirme rápidamente, ya que eran las 7:00 am y faltaba una hora para que Minjiro entrara a clases, no quería atrasarlo más de la cuenta.


Seco mi cabello con la secadora que tenía aquí y al estar lista salgo de la habitación hacía el comedor, lugar donde se encontraba desayunando Minjiro con la compañía de todos los de Bonten, a excepción de Manjiro, quien estaba en la habitación. Los miembros que estaban sentados en la mesa me miraron con confusión, no era alguien que se levantaba para preparar a Minjiro muy seguido y bien vestida, sabían que planeaba algo y Mochizuki fue el primero en hablar.



— Señorita... ¿Usted saldrá a alguna parte? —preguntó desde su posición, de pie.


— Lo haré... —respondo con simpleza— nadie puede decirle a Manjiro algo al respecto, solo acompañaré a Minjiro a su escuela ¿Es malo eso?


— No lo es... Pero, usted tiene estrictamente prohibido salir de aquí, si el señor Manjiro se entera puede meterse en problemas, Señorita Mirai.


Mochizuki se veía nervioso, pero no le dí más importancia a eso.

Tal vez si me metería en problemas, pero era mi libertad y paz la que estaba en juego, no me importa desafiarlo para conseguirlo.


— ¿Has terminado, Minji? —pregunto a mi pequeño, ignorando a Mochizuki quien al ver que estaba "fuera" de sí intentó convencer a Haruchiyo de no llevarme, cosa que no funcionó.

Haruchiyo era muy fiel servidor a mí y a Manjiro, aunque quisiera no hacerlo simplemente le era complicado, podía tomar eso como ventaja.

Los tres salimos de la mansión y nos montamos en el auto, Minjiro y yo íbamos en la parte trasera, mientras que Haruchiyo era el que manejaba.


Lo ví observarme unas cuantas veces en el retrovisor, pero no dije nada al respecto. Apenas salimos de la mansión me sentí feliz, aunque mi vista solo fueran árboles de gran tallo me era felíz saber que estaba fuera de ese lugar, aunque haya inquebrantado algunas reglas.



Esto era lo que yo quería... Volver al exterior.



┖Fin del capítulo┒

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Gracias por leer hasta acá, nos vemos en el próximo capítulo
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LA MUJER DEL REY | 𝑴𝒂𝒏𝒋𝒊𝒓𝒐 𝑺𝒂𝒏𝒐 [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora