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Dedicado a: Ruxi1508 💖


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Nunca le gustó vivir en una casa tan grande. Pero tampoco lo había odiado tanto como en ese momento.

En la noche se escuchaban los platos cayéndose de las estanterías, los cubiertos removiéndose, gavetas abriéndose y cerrándose, libros cayendo en la biblioteca, puertas tirándose sin el más mínimo viento y las ventanas temblando. Sin contar con que las luces en su cuarto se prendían y apagaban constantemente y su alarma sonaba todos los días a las tres de la mañana haciéndolo despertar, aunque no quisiera.

Parecía estar volviéndose loco, porque cuando iba a revisar la fuente de todos los ruidos en su casa nada parecía fuera de lugar. Incluso trató de preguntarle a Jaesang, pero su hijo mayor simplemente lo miró confundido antes de negar haber escuchado o visto cualquier cosa extraña. Sin embargo, algo le decía que la historia era diferente con Jihyun, porque a pesar de que su bebé aún no hablaba parecía mirarlo como si entendiera el tomento por el que estaba pasando esa semana.

En cuanto al cuerpo, lo sacó del sótano ese día que encontró el cuarto de su hijo menor hecho un desastre. Decidió meterlo en su auto (no pregunten cómo lo hizo) junto a la pala que usaba para cuidar su jardín y condujo hasta un bosque que quedaba más o menos a cuatro horas de su casa. Allí lo sacó y caminó treinta minutos arrastrando esa maldita bolsa hasta que consideró que se había alejado lo suficiente. Entonces simplemente comenzó a cavar hasta que se cansó y lo echó allí antes de volver a tapar el hueco que había hecho.

Sabía que era cuestión de tiempo antes de que comenzaran a investigar qué había sucedido con su esposo, puesto que él era alguien importante y seguramente ya varias personas habían notado su desaparición. Claro que no podía decir que lo encontró muerto en la cocina de su casa, nadie iba a creerle teniendo en cuenta cómo era su relación y menos después de que se convirtió en cómplice borrando la sangre y escondiendo el cadáver.

Se la pasó toda la semana pensando qué podía hacer. Tenía dos hijos a los que amaba con todo su corazón y a los que jamás podría abandonar. Así que fuera como fuera tenía que encontrar una solución donde los tres pudieran quedarse juntos. Además, ellos no podían saber la verdad, claro que no. Lo que había sucedido esa noche era un secreto que se llevaría a la tumba si podía hacerlo. Al menos ese era el plan.

Negó con su cabeza un par de veces para dispersarse de sus pensamientos y volverse a enfocar. Estaba caminando del estacionamiento del centro comercial al supermercado, necesitaba comprar un par de cosas para su hijo mayor, ya que tenía una especie de salida de convivencia con su salón y debía llevar ingredientes para el snack que iban a hacer allá.

Llevaba unos lentes de sol oscuros para disimular las ojeras que tenía. No dormía bien desde que comenzó la actividad paranormal en su casa. Rodó los ojos ante el pensamiento, porque él claramente no creía en eso, quería creer que el estrés y la culpa en su conciencia le estaban jugando una mala pasada.

O al menos así era hasta que sintió que alguien lo agarró del brazo justo cuando estaba por tomar el ascensor para evitar las tediosas escaleras. Miró hacia abajo y vio a una señora mayor que lo miraba con tanta familiaridad en sus ojos que pensó que probablemente lo había confundido con alguien más.

— Disculpe...

— Siento mucha energía negativa a tu alrededor — fue lo primero que ella le dijo interrumpiéndolo con un tono tan serio que casi le dio escalofríos — te pido me regales unos minutos para hablar contigo, siento que tus guías tienen un mensaje para ti — tragó en seco sin saber bien qué decir, en otra situación se hubiera reído pensando que esto era una especie de broma de mal gusto, pero algo dentro suyo sumado a lo que había estado viviendo le decía que era muy real — Eres Yoongi, ¿No?

Palideció y sólo se le ocurrió asentir despacio.

— Bien, puedes decirme Maya. Acompáñame — ella le soltó el brazo y comenzó a caminar fuera del estacionamiento por un sendero peatonal que daba a la calle. Él la siguió intrigado y asustado al mismo tiempo, aunque por alguna razón confiaba en la palabra de esa anciana. Además de que sabía su nombre sin habérselo dicho.

El asunto era bastante tétrico de por sí, pero fue surrealista sentarse en la banca de un parque con una señora que apneas conocía porque ella decía que tenía que darle un mensaje.








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Living Nigthmare | JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora