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— Abuela te dije que ya no hago esas cosas — respondió al teléfono, frustrado por la conversación mientras picaba las verduras para la cena. Se había mudado a Suan-Dong para llevar una vida tranquila, alejada de todo el asunto del espiritismo y la santería en el que sí estaba su familia.

Había crecido viendo y comunicándose con todo tipo de espíritus y seres del reino feérico, algo que ni siquiera sabía que estaba fuera de lo normal hasta los seis o siete, que se le explicó que había nacido con el tercer ojo abierto. Algo que muchas personas consideran un don, pero que a él no le gustaba.

Las cosas que pintan en los cuentos infantiles y las películas no se asemejan en lo más mínimo a lo que es realmente, siempre odió que engañaran a la gente de esa forma, pero nada podía hacer.

Es la última vez que te lo pido Mimi, por favor — escuchó decir a su abuela con esa voz tranquila que siempre había tenido tintada con un toque de angustia, que no era nada normal.

— ¿Por qué? — preguntó suavizando su propio tono, sabiendo que si lo hacía era probable que acabara cediendo al escuchar el caso.

Es un hombre joven y no tiene ni idea de lo que le puede pasar. Además tiene dos hijos que aún son niños — Jimin suspiró.

Maldita empatía.

— ¿Y qué quiere exactamente el esposo de ese chico?

No sé, pero no creo que sea simplemente atormentarlo — asintió a sabiendas de que no podría verlo. Claro, si su abuela lo llamaba para pedirle algo así luego de que le hubiera hecho prometer que nunca le volvería a mencionar nada parecido hace cinco años, tenía que ser algo grave.

Muy grave.

— ¿Cuándo llega?

La última vez que hablamos iba saliendo para allá. Me imagino que llega mañana temprano — El pelinegro se enderezó soltando el cuchillo sobre el mesón antes de limpiarse las manos con un trapo que tenía allí.

Pensó unos segundos en todo lo que su abuela le había explicado y en la carga energética que suponía para él mismo volverse a involucrar en todo el asunto. Desde que se marchó de Gumi no había vuelto a tocar un sólo tema que tuviera que ver con magia ni brujería. Ni siquiera hablaba sobre auras o energías a pesar de la insistencia de sus padres sobre aceptar su don para ayudar a otras personas.

Suspiró nuevamente, su intuición le decía que lo hiciera, su mente racional le gritaba que no.

— Que sea la última vez — su voz firme, pero resignado.

Lo prometo, cariño. Le enviaré tu dirección.

Y la llamada se cortó.

— Creí que ya no harías "esas cosas" — le dijo una voz burlona imitándolo.

— Tú cállate — ni siquiera quiso voltear a ver al hada entrometida que lo ha acompañado desde que tiene uso de razón para protegerlo y hacer las veces de voz de consciencia que él no había pedido.

Es el único ser de ese reino que puede entrar a su hogar.

Hablaban desde que era un niño y se llevaban más o menos bien, de hecho, gracias a eso fue que se dieron cuenta de que podía verlas. A veces la toleraba, a veces no.

—Insolente — se escuchó en un susurro. Además, recibió un pellizco luego de eso, se sobó el brazo con dolor pero decidió no decir nada más y subirle a la música que tenía sonando antes de que su abuela lo llamara para volverse a concentrar en la cena e ignorar todo lo demás.

Cuando sus pastas con verduras estuvieron listas se sentó a comer en calma en el comedor de cuatro puestos que tenía, sin poder apartar de sus pensamientos la llamada que había recibido. Le intrigaba mucho el hecho de que su abuela estuviera angustiada, aunque no se lo había dicho directamente; a ella le gustaba ayudar a la gente, pero nunca se desesperaba por nadie como si fuera su propio problema.

— ¿Cómo dijo que se llamaba ese chico? — preguntó al aire, a los segundos esa presencia se reveló nuevamente ante sus ojos.

— Jeon Yoongi — alcanzó su celular tecleando eso en internet, parecía haber escuchado ese nombre en otro lugar.

Su cabello se removió como si una brisa hubiera pasado por allí, sabía que ella estaba tras suyo, seguramente intentando ver también.

— Esposo del director de la sede en Daegu de la empresa más importante en software en el país, Jeon Jungkook... — leyó en voz alta — interesante.

— Mm, pero si es el alma de él eso quiere decir que-

— Murió y nadie lo sabe. Excepto nosotros y mi abuela.

— ¿Y qué piensas hacer?

— No tengo la más mínima idea — confesó. Tenía que saber primero qué tipo de lazo los unía a esos dos. 










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Living Nigthmare | JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora