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El almuerzo transcurría extraño, pero no incómodo. Jimin no intentó entablar una conversación a pesar de que Yoongi le había llamado la atención. Se recordó que era un extraño que pasaría unos cuantos días en su casa, una semana o dos como mucho y que luego se iría al igual que todas las personas a las que alguna vez mostró sus habilidades... Incomprendidas.

Además, esto era un favor para su abuela, porque esa mujer era lo más preciado que tenía y nunca pudo convencerla de abandonar esa vida como él lo había intentado hacer.

La misión que se te otorga con la vida es sagrada. Todos tenemos un propósito Jim, y es importante cumplirlo para alcanzar la plenitud del alma — fueron sus palabras la última vez que intentó mostrarle todas las razones por las cuales era mejor dejarlo ir.

Si necesitaba un motivo más para abstenerse de alimentar cualquier tipo de lazo entre ellos era que él tampoco parecía tener idea de qué hablar, podía notar cómo desviaba la mirada a cualquier lado menos a sus ojos, cómo retorcía sus manos entre ellas, cómo mantenía la mirada en su plato cuando comía y se encogía en sí mismo.

Era muy fácil para Jimin deducir que era una persona insegura de sí misma, sin contar que probablemente estaba asustado.

Tenía razones para estarlo. Veía las sombras sobre sus hombros y el aura densa que lo rodeaba, definitivamente nadie querría estar en sus zapatos en ese momento.

Sin embargo, Jimin no podía dejar de mirarlo, como si su atención gravitara hacia él. Le interesaba ese hombre, quería saber su historia de sus labios, quería conocerlo, ayudarlo y quizá...

Suficiente — se dijo a sí mismo volviendo a enfocarse en terminar su almuerzo.

Te gusta ese chico — susurró una voz en su oído, Jimin se abstuvo de responder, también de hacer cualquier gesto que denotara que la había escuchado. No quería abrumar a Yoongi desde el día uno.

¿Cómo puede gustarme alguien que no conozco? Es imposible — se dijo en respuesta.

No es imposible — se respondió también enseguida.

No, por desgracia no lo era, pero no pensaría mucho en eso o terminaría queriendo saber más del lazo invisible que parecía unirlos en ese momento. Desde el momento en el que se vieron por primera vez hace unas horas, lo sintió.

Como un click.

Estás siendo ridículo — se dijo nuevamente.

— ¿Estás... Bien? — escuchó la voz tenue de Yoongi. En cuanto Jimin lo vio a los ojos él desvió la mirada — lo siento, es que, pareces molesto, rompiste tus palillos — se fijó en su mano derecha, sonrojándose con intensidad al darse cuenta de que era cierto.

Escuchó una risita aguda y burlona que casi le hizo girarse para mirar a la responsable con hastío, pero volvió a abstenerse.

— No... — aclaró su garganta dejando a un lado de la mesa los restos de los palillos de madera que le habían dado junto al almuerzo — no estoy molesto, sólo estaba pensando, discúlpame tú a mí.

Escuchó que el mayor se reía bajito por primera vez, seguramente al ver sus cachetes rojos. Qué vergüenza.

— Está bien. No te preocupes — le regaló una sonrisa que hizo que algo dentro suyo se removiera.

— Iré a pedir que me empaquen esto para llevar — respondió esquivo y se levantó a hacer lo dicho.

— Espera... — Jimin giró sobre sus talones para verlo de nuevo, Yoongi le extendió algunos billetes.

— Yo te invito, es lo mínimo que puedo hacer por ocupar tu tiempo — le dijo sin mirarlo a los ojos, el menor decidió que rechazarlo sólo haría sentir al hombre más cohibido de lo que ya estaba así que tomó el dinero y se dirigió a la caja.

Cuando volvió, él estaba hablando por teléfono con su voz aún más suave y una sonrisa en su rostro que le hacía ver tierno, en consecuencia, su interior se removía de nuevo. Dios, era apenas el día uno, ¿Qué podía esperar de los siguientes?

— Sí amor, tu abuela también te manda saludos... Está bien, le daré un abrazo en tu nombre... Cuida a tu hermanito, ¿Sí?... También te amo bebé — y colgó, entonces pareció darse cuenta de que Jimin estaba allí, se sonrojó con intensidad cuando chocaron miradas.

— ¿Tus hijos? — preguntó con una sonrisa amable cuando ambos comenzaron el camino de regreso a casa del menor.

— Jaesang, el mayor. He tenido que mentirles sobre dónde estoy y sobre mi esposo, ellos no saben que está... Que ya no está — Yoongi suspiró con pesadez, asintió en comprensión. Hubo un silencio entre ellos mientras algunos carros pasaban. Jimin se sorprendió cuando lo escuchó hablar de nuevo.

>> Me da miedo que me miren con odio si les digo la verdad. Aunque sé que no podré ocultarlo por mucho tiempo. Eso también me asusta...







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Living Nigthmare | JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora