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Asintió, encontrando las razones de los chicos muy razonables, se dio cuenta en ese momento de que probablemente necesitaba descansar, no lo había hecho bien desde el día de la muerte de Jungkook. Además, se sentía seguro en ese lugar por alguna razón, era una casa pequeña y ordinaria, un contraste exagerado con donde vivió sus años de matrimonio, pero se sentía más cómodo allí de lo que se había sentido en un buen tiempo. Había algo en ese lugar que le transmitía paz, como si tuviera la certeza de que no sufriría daño alguno.

Hablando de eso, se dio cuenta de la mirada del menor y Jihae en su cuello, Yoongi no recordaba las marcas que tenía allí hasta entonces, se había quitado el suéter antes de bajar a la sala.

— ¿Cómo te hiciste eso? — fue la pregunta del pelinegro. Él se sonrojó, le daba vergüenza contarlo, sintiéndose ridículo, tonto en cuanto lo recordaba, ¿Quién iba a creerle? Posiblemente nadie, quizá todo esto era una experiencia onírica muy larga de la cual despertará pronto.

Sí, claro — se respondió a sí mismo sarcástico en su mente, ni siquiera entendía el rumbo de sus propios pensamientos, como si fueran dos facetas peleando internamente por tomar el control de su mente abrumada, una espera tortuosa por algo desconocido. Aclaró su garganta antes de hablar.

— Tuve una pesadilla... Con mi marido, sentí que me asfixiaba, pero no podía tocarlo... Cuando desperté, ya las tenía — dijo despacio, escogiendo sus palabras cuidadosamente en su cabeza como si no fuera a sonar descabellado de todas maneras.

Sin embargo, las miradas que recibió a cambio no fueron de escepticismo, ni acusatorias, ni extrañadas. Entonces se obligó a recordar en dónde estaba y con quién. Claro, era un loco hablando con un par de personas aún más locas que él.

La había perdido completamente. Toda la cordura. Incluso sintió ganas de reírse de sí mismo de no ser porque el miedo crecía en su pecho con un ritmo alarmante, que a su vez agitaba su pobre corazón, dificultando su respiración, su frente sudorosa pero fría y sus manos temblando.

Las paredes color crema parecían cerrarse a su alrededor, hacerse cada vez más estrechas, más incómodas, como si quisieran asfixiarlo. Vio a Jimin y a Jihae lejos, pero al mismo tiempo demasiado cerca, como si también quisieran ahogarlo, sus ojos antes comprensivos ahora parecían crueles mientras sentía como el aire cada vez parecía más resignado a colaborar, a entrar en sus pulmones. Pensó en Jaesang, en Jiwoo y sintió que estaba a punto de morir allí mismo, que no conseguiría ni siquiera ir a la habitación de huéspedes para tomar su teléfono, para decirles un adiós decente luego de contarles con la voz estrangulada que su papá nunca iba a volver de aquel viaje, que les había mentido a sangre fría, que había actuado como un psicópata, como un lunático empujado por sus propias ansias de liberación.

Este lugar que le había hecho sentir seguro hace un par de minutos ahora parecía un purgatorio, las luces lo abrumaban, los escasos sonidos de la calle entraban amplificados a su sistema, las voces cada vez más lejanas de los chicos apenas podía registrarlas, mucho menos decodificarlas en su cerebro para entender lo que sea que estuvieran tratando de decirle.

Sus pensamientos corrían por su mente a una velocidad que nunca antes había experimentado, pero era como si intentara atrapar una liebre, se escapaban de él constantemente hasta perder todo el sentido.

Y de repente estaba encerrado consigo mismo en un lugar terriblemente oscuro, por más que intentaba enfocarse en algo, en cualquier cosa que disminuyese la sensación de asfixia que tenía, no podía. Allí nada era lógico, ni pasaba delante de sus ojos el suficiente tiempo como para darle sentido.

El miedo irracional que sentía era impresionante, nada parecido a algo que ya hubiera experimentado; eso lo empujaba un poco más al abismo, su cordura pendiendo de un hilo del que estaba tirando para no caer del barranco y terminar en la locura.

La línea haciéndose cada vez más fina.

Luego de un par de intentos de ambos por hablarle a Yoongi, quien se veía cada vez más ausente y desequilibrado, Mab entendió lo que estaba pasando, así que se puso de pie para caminar hasta arrodillarse frente al sillón donde el pelinegro estaba sentado antes de tomar sus manos entre las suyas. El hada lo miró a los ojos, dándole un ligero apretón sobre la rodilla para que él consiguiera enfocarse en ella. Funcionó.

Unos diez segundos más tarde las paredes volvían a su lugar, los ruidos se normalizaron, sus pensamientos dejaron de correr de él en su forma más abstracta para convertirse nuevamente en coherentes, los colores volvían a ser lo que eran y como por arte de una magia desconocida podía de nuevo entender lo que le decían, registraba el rostro de la chica frente a él, medio hipnotizado por esos ojos verdes.

Cuando su respiración estaba lo suficientemente estable y sus pensamientos lo suficientemente coherentes, habló.

— Gra- — los ojos de Mab se oscurecieron ligeramente.

— No — Jimin lo interrumpió en un tono amable, sabiendo lo mucho que las hadas odian escuchar esa palabra y la cantidad de maldiciones que podía abarcar hacerlo. Aclaró su garganta al ver la expresión confundida de Yoongi — a mi hermana no le gusta que le agradezcan — dijo con una sonrisa para amenizar el ambiente — con una sonrisa basta, ¿No, Jihae?

La chica asintió con una línea en sus labios, sus ojos volviendo a su color natural antes de regresar a su gesto amable cuando su hermano apretó su hombro en un gesto cariñoso. Entonces ella soltó las manos de Yoongi y se puso de pie.

— Iré a calentar agua para que te tomes un té de menta, servirá para que te relajes — fue lo que dijo antes de desaparecer por la puerta de la cocina.

Jimin suspiró, sentándose en el brazo del sillón donde estaba el pelinegro, quien se sintió un poco nervioso por la cercanía inesperada, pero si el menor lo notó, no dijo nada al respecto, ni se movió.









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Living Nigthmare | JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora