TÚ - Daemon Targaryen / Aegon Targaryen II

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Al día siguiente.

Me desperté, me vestí un traje de color negro y con bordes rojos, en las mangas tenían un dragón rojo en símbolo a mi casa.

Baje a desayunar con mi hermano mientras veíamos los entrenamientos de los caballeros de capa blanca.

—Y dime, hoy viene Amelya.

—Asi es, después de desayunar iré a recogerla.

—Ayer les ordené a los de la limpieza para que acomoden la habitación de Amelya.

— Gracias hermano.

—Sabes? Aunque estoy pensando en darle la habitación de Aemma.

Aún siento que le duele la partida de Aemma.

—Hermano aún siento que te duele la partida de Aemma.

—Asi es, me duele bastante. Pero Aemma me contó sobre que una de sus doncellas se había embarazado y esas cosas.

—Que quieres decir.

—Es que esa doncella era la madre de Amelya.

—Y donde esta ella. Por qué la vendió?

—A lo que me dijo, es que su madre murió durante el parto y el muy canalla que la engendro se quedó con la bebé.

—Ya veo, debería de matarlo a ese infeliz.

—Tranquilo, Daemon.

No entiendo cómo hay personas así en este mundo.

Vender a su propia hija.

Por qué?.

En mi mente solo pasaba una cosa y esa es hacerla feliz todos los días de su vida.

—Hermano no pienses tanto, ve y tráela.

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—Daemon viniste.

—Por que no vendría?. Te dije que te iba a llevar al castillo.

Está triste algo pasó, pero qué.

—Pasa algo Amelya.

—No, nos vamos.

—Claro, sube.

La ayude a que se montará en mi caballo. 

Un caballo color negro, eso sí muy presumido. He visto como es que se cree cuando está cerca de otros caballos

Amelya.

Estaba triste porque una de las chicas que trabajaba en la casa del placer me dijo que Daemon no me quería y que la quería a ella...

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Llegamos al castillo y ayude a que Amelya se bajara del caballo.

En la entrada del castillo se encontraba mi hermano, el rey y Alicent.

—Buen día majestades.— habló ella haciendo reverencia a ambos.

—Tu debés ser Amelya?

—Asi es, reina Alicent.

—El rey hablaba mucho de usted.

—Alicent, no la incomodes. Daemon llevala a la habitación que te comenté antes.

—Bien.— me acerque más a él—. Que habitación?.— le dije como un susurro.—