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[T/N] [T/N]

Otra vez siendo despertada por el molesto anuncio de los Monokubs. Cada vez que escucho su irritante saludo siento ganas de maldecirme a mí misma por no haber nacido sorda. Vamos, si hubiese sabido que iba a vivir para escuchar a esas pequeñas aberraciones, preferible no tener audición alguna. No tengo ganas de levantarme, creo que pasaré la mañana en mi habitación. Con esos pensamientos en mente, me levanto y llevo a cabo mi rutina diaria, terminó de asearme y vestirme, solo para volver a lanzarme sobre la cama y obviar todo acontecimiento que pudiese estar ocurriendo del otro lado de la puerta. Ayer, después de haber tenido una larga conversación con Rantaro y haber lidiado con Tenko, tuve la mala suerte de tener que lidiar también con Kokichi. Es un tanto exasperante que vaya por ahí teniendo conversaciones en las cuales el 50% de las frases son mentiras. Luego están sus cambios de humor y sus berrinches infantiles. Juro que no puedo con alguien así. Pensaba que Kaito ya era suficiente, pero creo que me equivoqué enormemente.

Invertí los siguientes quince minutos en no hacer nada más que destacar mentalmente cada característica que me desagradaba de los estudiantes definitivos con los que estoy siendo forzada a convivir. Luego escuché que alguien llamaba a la puerta de forma insistente. Dos golpes, luego tres toques al timbre y otros dos golpes. ¿Qué le pasa a esta persona? No puede ser Kaito, ya le dije que no le quería ocupando el timbre de nuevo después de sus acciones del día de ayer. Empecé a reducir la lista mental de personas que posiblemente estaban llamando a la puerta mientras entrecerraba los ojos y miraba fijamente la misma, casi como si quisiera poder ver a través de ella. Al final, me decanté por levantarme y abrir, hablaría con quien sea que esté ahí y cerraría la puerta en su cara si resultaba ser alguna idiotez. En cualquier caso, tan pronto como abrí la puerta y vi quién era, la cerré sin dejarle mentar una sola palabra.

—¡Ey, eso ha sido rudo de tu parte! —escuché al pequeño monstruo quejarse. Desde ayer no me deja en paz, ¿qué hice yo para merecer el acoso de este tipo? Volví a abrir la puerta, sin molestarme en esconder mi expresión de máxima irritación.

—¿Qué quieres, Kokichi?

—Me han obligado a venir a buscarte. Hace más de 10 minutos que todos estamos esperando a que aparezcas.

—Gracias por tomarte las molestias, pero estoy perfectamente bien en mi habitación, lejos de la interacción humana con un grupo de adolescentes molestos e irritantes que no saben qué hacer con su vida. Adiós. —intenté cerrar la puerta tan pronto eché aquella última palabra, pero él fue más rápido y lo impidió, colocando su pie en medio y luego volviendo a abrir la puerta rápidamente. —¡Déjame en paz, te lo ruego! —supliqué.

—Oh, vamos, no puedes hablar en serio.

—¿Y exactamente qué es "tan" importante para que tengan que privarme de mi tiempo libre? —cuestioné, recalcando las comillas a la par que hablaba y viendo la expresión de burla del pelimorado. El muy maldito disfruta de molestarme.

—¿Qué tan malo puede ser?

—Lo único que he sacado de estas inútiles reuniones matutinas son quejas, insultos, tonterías religiosas, feminismo compulsivo, caprichos infantiles, berrinches de un adolescente inmaduro y monólogos optimistas sin motivo alguno. ¿Qué más puede haber que requiera de mi presencia?

—Oh... No esperaba que tuvieses una lista y todo... Pero, ¿sabes qué? Tienes razón, ¿Para qué perder el tiempo con esos adolescentes molestos cuando puedes invertirlo con alguien tan interesante como yo?

—No, gracias, mi almohada es mucho más entretenida.

—¡Eres terrible! —chilló, listo para echar sus lágrimas de cocodrilo.

Alternative [A DRV3 fanfiction]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora