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[T/N] [T/N]

Después de la larga clase de juicio todos nos retiramos a los habitaciones, o al menos, eso asumo yo, ya comprobamos que no todos son fans de seguir horarios. Además, el ambiente está sumamente tenso y es molesto. Muy molesto... Y es aún molesto el maldito anuncio matutino, así como tener a alguien llamando a tu puerta incesantemente cuando tú solo deseas tumbarte todo el día y no hacer nada. Estos últimos días he estado trabajando sin descanso, investigando, recabando información, planificando eventos, reuniéndome con mis escasos aliados, vigilando al resto del grupo... Y por si fuera poco, investigando para un estúpido juicio. Estoy harta, hoy no pienso hacer caso a nadie, solo permaneceré en cama todo el día. Que le den a la comida, quiero dormir...

Vale, han estado llamando a la puerta por treinta minutos sin descanso. Si no son toques, es el maldito timbre sonando. ¿Por qué pensó Monokuma que era una buena idea instalar timbres en las puertas? En esta academia son fans del ruido, nada me convence de lo contrario. Monitores antiestéticos con miles de altavoces en cada sala y pasillo, timbres molestos, puertas ruidosas. Al menos las paredes son a prueba de ruido, en su mayoría... Oh, por todos los osos, ¿quién diantres es esta persona molesta que no me deja en paz? ¿Ouma? No, ¿Tenko? ¿Kaito de nuevo? Pardiez con esta gente que no sabe respetar la vida privada ajena...

Sin muchos ánimos y un humor de mil demonios, decidí arreglarme mínimamente para abrir la puerta. El timbre a estas alturas debía estar echando humo. Monokuma debería banear esta clase de acoso en su reglamento. Yo solo quiero dormir y tener un descanso de estos adolescentes molestos con vida y mentalidades cuestionables. Extendí mi brazo hacia la puerta, apoyándome en esta al sentir una creciente migraña producida por el eco del timbre rebotando en las paredes de la habitación.

—¡Maldita sea, deja el jodido timbre de una vez! —espeté abriendo la puerta de mala gana, encontrando a dos personas espantadas del otro lado. Un detective y una pianista. —¿Qué demonios quieres? ¿No sabes captar la señal de que no me apetece recibir visitas molestas?

—Te dije que era una mala idea molestarle, Kaede... —musitó Shuichi, encogiéndose en su sitio mientras agachaba su gorra para cubrir su rostro con esta todo lo posible. Mientras tanto, Kaede parecía más que decidida a seguir con su faena, la cual, tengo muy claro, incluía el invadir mi espacio y vida propia con lo que sea que tenía en mente.

—Necesitamos la presencia de todos para debatir qué haremos a continuación.

—¿"Haremos?" ¿"Continuación"? Yo te diré lo que ustedes harán a continuación. Se van a dar la vuelta por donde vinieron y van a dejar de fastidiar. Me están produciendo una creciente migraña que solo se vuelve más insufrible con cada onza de estrés que estoy acumulando al tener que lidiar con cada uno de ustedes.

—[T/N], tranquila, todos estamos estresados por la situación. —intentó razonar Kaede, habiendo retrocedido un poco debido a mi súbita explosión de quejas.

—Estoy tranquila, Akamatsu. Estresada, pero tranquila. ¿Sabes que es lo que ocupa mi lista de cosas que no soporto? Que la gente quiera inmiscuirse en mi vida por sus propios motivos. Creí haber dejado claro que no quiero involucrarme con ustedes y su pequeño juego de cooperación y he aquí lo que tengo. A una adolescente que se niega a ser realista y entender que no todos tenemos que seguir su curso de acción.

—Al menos escúchame.

—¿Qué tengo que escuchar? Espero que seas breve, porque estoy completamente segura de que lo que sea que vayas a decir no va a cambiar mi forma de pensar da igual cómo lo expreses. —contraataqué, cruzándose de brazos y cediéndole la palabra.

Lo juro, Kaede Akamatsu es el tipo de persona que no puedo soportar. Ese complejo de líder ficticia que tiene me pone de los nervios. Reitero mis palabras alguna vez dichas, está bien ser optimista, pero ella es imprudente, ingenua y muy egocéntrica cuando se trata de su propia frustración. Si algo no sale como ella lo imagina, de alguna forma, y no quiero saber cómo, consigue que todos (o casi todos) le sigan a alguna imprudencia. Es la clase de persona con la que no puedo congeniar incluso si mi vida dependiera de ello. Una cosa es elevar la moral y otra es suprimir tu voluntad por un plan que fue forzado en una mayoría.

Alternative [A DRV3 fanfiction]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora