|💋𝐄𝐭𝐡𝐚𝐧 & 𝐊𝐚𝐢𝐥𝐞𝐞 (𝐩𝐞𝐝𝐢𝐝𝐨)|

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Nota de la autora: Hola a todos. Nunca hasta ahora me habían hecho un pedido y la verdad que he disfrutado mucho asumiendo el reto de crear una historia en base a unos determinados datos 💓

Os dejo con él , disfrutad💕

Ojos negros como la noche, unas piernas de infarto y una melena rizada pelirroja, así era Kailee George

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Ojos negros como la noche, unas piernas de infarto y una melena rizada pelirroja, así era Kailee George. Tras esa apariencia casi angelical se escondía una mujer impulsiva, extremadamente independiente y era como una vampiresa. Buscaba víctimas para alimentar su ego y después de haberlas descuartizado, las dejaba y se iba a por la siguiente.

Daba la casualidad de que Ethan Torkio, integrante de la banda de Maneskin, fue su siguiente víctima. La pregunta qué se comenzó a plantear Kailee era cómo no evitar sentirse prendada por al atractivo batería cuando su melena oscura siempre estaba impecable y olía a cítricos, cómo no iba a caer si su cuerpo parecía una estatua grecolatina.

***

— Te dije que no me llamaras. Estoy ahora de fiesta — gritó Kailee en un desesperado intento de hacerse oír por encima de la música que retumbaba con fuerza en la discoteca.

Ethan se repeinó el pelo hacia atrás, en señal de frustración. Por segunda vez alzó la voz para que Kailee pudiera escucharle.

— ¡Ven a casa. Te echo de menos! — exclamó Ethan.

Kailee bufó y decidió abandonar el antro en el que se encontraba para escucharle mejor.

— Te echo de menos.

Esa frase resonó en su cabeza. Todo con Ethan era complicado. Amigos no eran, pero novios tampoco. Ethan parecía reclamarle exclusividad cuando era incapaz de decirle que la amaba. Kailee comenzó a desinteresarse por otras personas cuando Ethan Torkio entró en su campo de visión y sobre todo, cuando visitó su cama.

Pero ahí estaba una vez más, escapándose de la toxicidad porque se sentía ahogada. Cuanto más empeño ponía Ethan en dar un paso en la extraña relación que tenían, Kailee huía despavorida y se refugiaba en cualquier fiesta que se celebrara en la capital italiana.

— Kailee, ¿sigues ahí? — le preguntó el pelinegro al no haber obtenido respuesta.

— Sigo aquí, Ethan — contestó mientras sacaba un cigarro del bolso.

— ¿Ya vas a fumar? — le preguntó él, mostrándole que pese al poco tiempo que llevaban involucrados, la conocía mejor de lo que ella creía.

— Sí, me pones nerviosa, Ethan y necesito relajarme— contestó mientras le pedía a una chica que le encendiera el cigarro.

Dio una profunda calada y el alcohol hizo el resto.

— No me importaría estar contigo ahora — dijo Kailee.

Al otro lado de la línea Ethan sonrió como un chico enamorado. Kailee no se lo estaba poniendo nada fácil, era impredecible, demasiado libre, pero él quería intentarlo, hasta que le rompiera el corazón del todo y no le quedaran más fuerzas.

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