Ramo

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― De acuerdo, pasa. ─ Le invitó haciéndose a un lado. Estando los tres hombres dentro comenzaron a charlar sobre la razón del ramo, ya que debía regalar la flor correcta para la ocasión.


Peter miraba alrededor indeciso sobre que flores comprar, de que color, que aroma, que tan grandes o pequeñas, se paseaba por la tienda ante la atenta mirada de ambos hermanos que se mantenían al margen mientras buscaba algo que le gustara.


― ¿Debería cuidar que no robe nada? ─ Murmuró el menor recibiendo una mirada molesta del más alto. ― Tienes razón. ¿Qué clase de loco robaría flores? ─ Terminó siendo enviado a la bodega a hacer inventario. Esa era su actividad menos favorita, contar flores y la manera en la que se contaban era tediosa. ― Bueno, por algo se llaman inventarios. ─ Escribió un numero en la hoja. ― Porque los inventas. ─ Dijo divertido para sí mismo.


El castaño seguía indeciso y cuando creyó encontrar lo apropiado, tragó saliva al ver el costo de aquello. No contaba con demasiado presupuesto y no creyó que las flores serían costosas.


― ¿Ya encontraste algo que te guste? ─ Lo vio negar con la cabeza y suspiró con impaciencia. ― Sería mejor si te recomiendo algo, ¿para qué ocasión es?


― Una confesión. ─ Murmuró un tanto avergonzado. Esperó burlas del otro, pero en cambio comenzó a explicarle sobre diferentes flores que serían perfectas para la ocasión.


― ¿Qué tan grande es lo que sientes por ella? ─ Cuestionó, no dejaría que regalara rosas rojas de pasión si acaso era su primer amor o algo similar. Le escuchó con atención mientras el menor balbuceaba, en algún punto dejó de escucharlo mientras imaginaba cual sería la mejor opción; quizá unos narcisos, quizá rosas pero de color rosa. Regresó su atención a quien le mostraba el dinero que traía consigo.


― Lo que pueda comprar con esto. ─ Miguel alzó una de sus cejas, con tan poco a lo mucho podría conseguirle un par de flores o un ramo con flores medio marchitas. Casi que quería burlarse de aquel muchacho que le había hecho perder su tiempo pensando en la mejor opción para que al final no pudiera pagarla, pero al mismo tiempo algo dentro suyo se removió. Se vio a si mismo en su adolescencia intentando conquistar a la que terminó siendo su esposa, en la manera que tenía que robar flores de los jardines para poder darle un obsequio a quien sabía amaba las flores, pero que no podía costearse.


― ¿No es suficiente? ─ Preguntó de pronto sintiéndose avergonzado y pequeño, el silencio del mayor le daba una respuesta sobre lo que podía comprar con eso; nada. ― Debería irme. ─ Se apresuró a decir, pero su escapada fue detenida por el otro.


― Si lo es, no te preocupes. Da la casualidad de que tenemos descuentos este día.


― ¿De verdad? ─ Preguntó ilusionado.


― Solo espera aquí.


Parker salió tarareando de aquella florería aspirando el aroma del ramo de jacintos azules que se le había entregado. Agradecía al cielo tener tan buena suerte para conseguir aquel descuento, casi que la caída había valido la pena. Se sentía más seguro que nunca para confesarse, estaba seguro que la pelirroja sentía algo por él también, siempre era atenta y se conocían desde pequeños, no creía ser el único tontamente enamorado.

Blue HyacinthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora