DÉJENME LLORAR {Stolitz}

Soñar Es Desear

«¡Loona, estoy en casa!» anunció su llegada, se tiró al sofá esperando la respuesta de su hija. Blitzø escuchó la puerta del cuarto abrirse y la joven salió de su habitación.

«Pero que mierda... ¿Sabes que horas son?» preguntó Loona con fastidio y Blitzø miró sin interés el reloj de pared que marcaba la una de la madrugada «Creí que vendrías en la mañana. Justo iba a dormir, porque mañana iré de compras con Via» le informo.

«Está bien, Looney» hizo un ademán con la mano indicándole que se fuera a dormir «Buenas noches» bostezo.

«Lo que digas, Pa» puso los ojos en blanco «Descansa» y regresó a su habitación.

Blitzø no había tomado alcohol, ni mucho menos otras sustancias, pero se sentía tan agotado, física y mentalmente. Cuando regresaba de la mansión de Stolas, sintió sus párpados pesar, lo atribuyó al estrés y a la semana tan ajetreada que habían tenido en la compañía. Cómo pudo se quitó las botas y las tiró quién sabe dónde, luego cayó rendido en el incómodo sofá.

Quizás dormir lo ayudaría a no pensar.

¿La vida es cruel?

Si, porque trata de hacerte caer tantas veces, hasta que un día no puedas levantarte más. Unos viven felices, rodeados en un mundo de fantasía, donde sus mentes son resguardadas y otros viven expuestos a todo tipo de crueles realidades. Sin embargo, nunca se trató de dinero, ¿O si? Hay muchos factores que determinan qué tipo de vida llevarás, la familia, el dinero, un apellido, el físico, la sociedad, vivienda, amor, odio, cómo percibes o/y procesas tu entorno, etc. Mas todos estamos seguros que cuando se cae en hábitos autodestructivos es difícil detenerse. Entonces, empiezas a sofocarte y esos traumas no procesados, miedos, inseguridades, anhelos, metas y deseos se nos revelan inconscientemente por medio de sueños.
El pequeño imp no era la excepción, cada vez que soñaba era una pesadilla terrorífica, que hacía temblar sus huesos y mojar sus mejillas.

Y hoy no era la excepción.

Blitzø se despertó en la oscuridad por un llanto. Se levantó tambaleante y empezó a caminar hacia donde provenía la voz, cada vez que daba un paso escuchaba el llanto más fuerte y una luz brillaba débil en la lejanía. Algo crujía bajo sus pies, al mirar el suelo notó que pisaba hojas secas y algunas ramitas. Siguió caminando hasta que se topó con un árbol que se le hacía muy familiar. Se percató que el  llanto había cesado, ahora solo se escuchaban unos sollozos, se acercó al árbol y buscó de donde provenían. Sus ojos se agrandaron cuando vio a un pequeño sentado bajo el árbol, con sus manitas se cubría los ojos mientras trataba de secar sus lágrimas entre sollozos.

«¿Estás bien?» preguntó Blitzø haciendo notar su presencia y asustándose al escuchar su propia voz. ¿Por qué sonaba como un niño?

El pequeño búho descubrió su rostro «¡Blitzo!» exclamó de emoción «¿Qué haces aquí?» lo miró con confusión.

«¿Qué haces tú aquí solo?» cuestionó el pequeño Blitzø sentándose al lado de Stolas «¿Por qué llorabas?» lo miró fijamente.

«Eh, no lo sé» contestó desviando su mirada «Blitzo, vamos a jugar a los piratas» el pequeño príncipe tomó su mano y juntos corrieron hacia la mansión. Ya en el interior, se disfrazaron de piratas y se balanceaban en las escaleras corredizas simulando la marea chocar contra el barco. Cuando el mar se calmó, desembarcaron el barco con su tesoro y fueron en busca de un lugar donde esconderlo. Ambos niños llegaron al salón de fiestas y encontraron una enorme maceta donde ambos cavaron un hoyo, una vez terminado enterraron el pequeño baúl.

«Ahora nadie podrá robar nuestro tesoro capitán Blitzo» aseguró dejando la pala de jardinería a un lado.

«Así es, buen trabajo marinero» felicitó a Stolas. Ambos rieron con complicidad y cayeron exhaustos al piso sin dejar de carcajear.