DÉJENME LLORAR {Stolitz}

El Jardín

Blitzø se encontraba en su oficina haciendo cosas importantes, cuando recibió una llamada. Sabía que era Stolas, tras escuchar el tono de llamada designado de búhos ululando. Sin más, contesto desganado.

«Stolaaaasss...» alargó mientras jugueteaba con el bolígrafo en su mano «Estoy muy ocupado ahora» le hizo saber, sin interés en lo que búho cachondo en la línea quisiera decirle.

«Blitzø, apuesto que estás dibujando caballitos en horas de trabajo» comentó el búho acompañado de una pequeña risa juguetona de búho.

«¡MIERDA!» gritó Blitzø tras ser descubierto. Pues, esos papeleos que lo mantenían tan ocupado, estaban llenos de dibujos de caballos.

«Blitzy...digo, Blitzø» se corrigió a sí mismo «Me temo que tu visita en luna llena no podrá ser concretada, dado al caso de compromisos obligatorios que debo cumplir, así que, me gustaría adelantar nuestra sesión y vernos el sábado» explicó con algo de nerviosismo.

El tono de voz que uso Stolas era un poco diferente de lo habitual. Últimamente, ya no tenían sus sesiones de fornicación apasionada. Aun así, Blitzø no quiso argumentar ante su petición, porque era parte del trato después de todo.

«Ok» respondió sin darle mucha importancia a la conversación, pues no era la primera vez que Stolas adelantaba su visita mensual.

«No faltes cariño y asegúrate de traer el Grimoire contigo» enfatizo «Nos vemos el sábado, Blitzø.»

Después de su conversación por el teléfono, Blitzø continuo procrastinando.

Los días pasaron normal, Blitzø y M&M iban al mundo humano, mataban y regresaban. Incluso, Loona los acompañaba algunas veces.

Finalmente, el día de visitar a Stolas llegó.

«Loonie, no me esperes» tomó las llaves de la van que estaban sobre la mesa «Vendré tarde» se arreglo su chaqueta frente a la puerta.

«No iba hacerlo» respondió con su ya conocido tono de indiferencia, pero en el fondo si le interesaba.

Blitzø se acercó hasta su hija y frotó sus mejillas «Lo que tu digas, Loonie Toonie» se ganó un gruñido y salió disparado por la puerta antes que la peligris le diera un puñetazo por tratarla como un puto bebé.

Condució hasta el palacio/mansión de Stolas, había ido tantas veces a ese lugar que el camino ya le era tan corto y familiar.

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Stolas tomó un baño relajante con un menjurje de todas las sales aromáticas que encontró, pues no se pudo decidir por una. Se envolvió en su bata roja y se dirigió hasta su armario. Hoy quería usar algo relajado, la última vez que tuvo una cita, quizás había exagerado un poco con su vestimenta. Cuando termino de vestirse se vio al espejo, llevaba una camisa blanca de botones de bajo de un chaleco negro sin mangas y pantalones grises. Se acomodó las plumas de la cabeza con la mano. Luego, se maquilló ligeramente los párpados con sombra lila, delineó sus ojos y aplicó un poco de rímel en las pestañas, con eso ya no daría la impresión de ser un maldito zombie ojeroso. Sin olvidar, ponerse perfume con olor floral y tonos dulce que embelesaría a cualquiera con su sutil fragancia. Seguido, tomó unas cuantas pastillas del frasco rosa en su tocador. Dio un último vistazo a su reflejo y sonrió desganado, alzó la mano hasta tomar una pequeña bolsa azul decorada con hilos dorados y la guardo en su bolsillo.

Forzó una sonrisa en su rostro «Ya es hora» se dijo así mismo emprendiendo camino hacia la entrada.

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