[Libro #1 de la trilogía "ʜᴏʟʏ ɢʀᴀᴄᴇ"]
Grace está destinada a estar con él.
Dean está destinado a estar con ella.
No obstante, ninguno sospecha en lo más mínimo que los hilos del destino y sus vidas son manejados por fuerzas superiores a...
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|| Así empiezan las historias de amor.
13 de julio de 1994. Once meses después.
Una enorme, genuina sonrisa tiró de los labios de Dean en cuanto abrió los ojos y vio que atravesaban el centro de Sioux Falls, pero se obligó a ocultar su alegría hasta que él y Sammy estuvieron fuera del Impala, lejos del escrutinio en la mirada de su padre. Y, una vez instalados en la habitación que Bobby hacía un largo tiempo acondicionó para ellos con una litera, una cómoda, un escritorio y una lámpara de noche (el cuarto era pequeño, pero lo prefería mil veces antes que a los moteles donde vivía la mayor parte del tiempo), se permitió sonreír de oreja a oreja, emocionado.
Tenía poco más de un año sin ver a Grace y, aunque durante ese tiempo consiguieron mantener una comunicación constante a través de llamadas espontáneas y en su mayoría largas, la emoción que sentía por oír su voz mientras se perdía en el azul-grisáceo de sus ojos, era bastante grande. Y eso, si era sincero consigo mismo, le asustaba un poco, más aún cuando por su mente cruzaba la idea de que a Grace no le emocionara ni un poquito volver a verlo.
—¿Por qué sonríes así?
La vocecita todavía aguda de Sammy sacó al ojiverde de su ensimismamiento y, le borró la sonrisa del rostro casi por completo.
—Me agrada estar aquí. La cama es muy cómoda —respondió, acomodando los brazos debajo de la nuca a la par en que se despojaba de los Converse viejos antes de cruzar los pies.
Sam hizo un pequeño mohín, sin creerle a su hermano mayor.
—¿Crees que mañana podamos ir a la biblioteca?
—Son vacaciones de verano —replicó sin mirarlo.
—¿Y?
—Las vacaciones son para dos cosas solamente: descansar y divertirse.
—Me divierte leer —alegó Sam, sentándose en la silla del escritorio para quitarse los tenis percudidos—. Y a Grace también.
Con la simple mención del nombre de la ojiazul, la sonrisa regresó a tirar de los labios de Dean. Cosa que no pasó desapercibida para Sam.
