06) Slytherin

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La sala común de Slytherin se ubicaba en la mazmorras, tras un muro de piedra resguardado por una serpiente a la que le tenías que proporcionar una contraseña.
Dentro era un amplio lugar con lámparas verdes adornando el techo, sofas de cuero, sillas y mesas de madera tallada cubiertas de elaborados manteles. Un gran muro de vidrio se alzaba, dejando una vista al lago negro que daba una luz verdosa natural, en este se podían ver las distintas criaturas que habitaban en el lago y en algunas ocasiones, el calamar gigante descansaba cerca de ahí. Era en general un lugar muy elegante.

-Dominim- recitó Gemma Farley, la prefecta de séptimo año -Esa es la contraseña, cambia cada mes y la nueva contraseña se publica en el tablero de anuncios-
La serpiente que resguardaba la entrada se elevó, dejando un muro de piedra que se apartó al instante, todos los alumnos comenzaron a entrar, la elegante decoración atrajo muchos ojos, no era raro que la casa de las serpientes fuera el lugar con mejor apariencia, a lo largo de los años había albergado incontables hijos de familias pura sangre muy ricas, quienes habían hecho increíbles donaciones exclusivamente para la casa, no era extraño que familias compraran más estatus a través de estás donaciones, desde luego, la casa de la astucia también era un juego político que preparaba a los niños antes de entrar en las grandes ligas.
-Muy bien, los dormitorios están subiendo esas escaleras- indico mientras subía, seguida por los niños. -Para el primer nivel estan los de séptimo año y los cuartos de los prefectos, así que no querrán hacer mucho ruido aquí, los pisos van cambiando sucesivamente, el segundo piso pertenece a los de sexto año, por lo que, sus dormitorios estarán hasta el nivel más alto, los dormitorios están divididos, cada quien tiene su propia habitación y una placa con su nombre en la puerta, que indica cuál es, su seguridad es de ustedes mismos, así que cada uno se encarga de cerrar su puerta. Muy bien, eso ha sido todo, mañana los veré a las 9 en punto en la sala común, los llevaré al gran comedor y les daré un recorrido corto por el castillo, por hoy descansen- se inclino con una cortes reverencia antes de desaparecer, dejando a los niños viendo los dormitorios.

-Bien, haremos lo siguiente- inicio Malfoy atrayendo un poco de atención -Nadie me...- fue interrumpido por Black que paso a su lado sin dedicarle ni una mirada, fue seguido por Blaise y posteriormente Theo, que lo veía con una sonrisa repugnante.
-Cierra la boca Malfoy, los elfos domésticos como tú no tienen derecho a hablar- se burló mientras avanzaba, varias serpientes siguieron su ejemplo para dispersarse y pronto Malfoy, tres gorilas y Pansy Parkinson eran los únicos presentes, la cara del rubio pomposo se puso roja de furia, su padre le había indicado que estableciera un dominio en su primer día, y había sido abatido tan rápidamente.

-Escuche a mi papá que antes se compartían habitaciones aquí, hasta hace menos de 4 años, que se hizo la donación- hablo una chica atrás de ellos, atrayendo la atención.
Todos se giraron hacia ella, Daphne puso los ojos en blanco, evitando con todas sus fuerzas palmearse la cara.
-Chica tonta- Murmuró, sabía que su amiga no estaba lista para ser una serpiente, ella debía ser seleccionada para Ravenclaw, pero ella y su estúpida lealtad la había seguido, sin querer dejarla sola aquí.
La razón por la que ella había elegido Slytherin era simple, ella era heredera de una noble casa y antigua, fuera de propuestas de matrimonio a nadie le interesaría lo que hiciera y la dejarían sola en su mayoría, tendría más libertad para cumplir sus planes.
Por otro lado, si hubiera tenido una elección, no estaría aquí, ni ella ni Tracey, pero ella lo había hecho, prepararse, sabía que su destino era está casa, Tracey no.
Antes de que Blaise y Theo pudieran hablar, Black se adelantó.
-¿Una donación?-
La chica pareció apenada, dándose cuenta de su error.
-Si bueno, se dice que una familia noble y ancestral hizo una donación a la casa para que cada estudiante pudiera tener su propia habitación, es un secreto a voces en el Wizengamot, muchos se preguntan quien fue y por qué- explico tímidamente.
Las palabras se hundieron y 3 pares de ojos voltearon hacia Black, con una pregunta implícita en ellos.
-¿Por qué tu familia hará tal donación, hermano?-
Aún que nadie lo cuestionó.
-Bien...- Murmuró antes de asentir en agradecimiento -Gracias por la información, como agradecimiento te daré un consejo. Estás en la casa de las serpientes, la información es oro, no revelas información fácilmente sin algo a cambio, es tu nueva regla ya que estás aquí-
La chica asintió, apenada, lo mismo le había dicho Daphne, pero tontamente lo había olvidado.
-De todos modos, ¿Quién eres?- cuestionó Blaise, antes de que todos pudieran continuar con su camino.
La chica pareció haber sido golpeada, retrocediendo un poco más.
-S... Soy Tracey Davis, de la más noble casa Davis- se presentó vacilante.
-Asi que una heredera de una simple casa noble y hablas con tanta naturalidad con nosotros- los ojos de Theo se estrecharon mientras comenzaba a analizarla, su rostro nunca perdió su sonrisa fría.
-Y una mestiza para el caso... ¿No es demasiado arrogante?- se burló Blaise con una pequeña mueca.
-¿Qué te importa?, Ella solo quería ser amable- escupió Greengrass colocándose delante de su amiga, sabía que era una estupidez un 3 contra 2, ellas nisiquiera habían aprendido magia avanzada y sus oponentes eran menos que ordinarios, un hijo de un mortifago de alto rango, el hijo de la viuda negra, quién posiblemente había sido entrenado desde joven para matar y por último un Black, un jodido Black de todas las cosas, no dudaba en qué el chico conociera más maldiciones que incluso alumnos de años superiores.
También sabía que esto podría traer una pelea política, su familia era tan fuerte para igualar a uno de ellos, pero si se unieran los otros 2, los Greengrass estarían acabados, todo por defender a su amiga, pero ella no estaba dispuesta a dejarla atrás.
-Greengrass, que sorpresa- soltó Blaise con una leve diversión, fue seguido por Theo quién río fríamente, por supuesto que todos los presentes habían llegado a la misma conclusión.
-Daphne...- murmuró Tracey con miedo.

The Black House Donde viven las historias. Descúbrelo ahora