26) La Piedra Filosofal

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La noche pronto había caído y todos se reunieron en la sala común, la cual se mantenía vacía, los alumnos dejaron de estudiar debido a que los exámenes habían pasado y preferían hacer sus fiestas en sus propias habitaciones, donde podían poner hechizos de silenciamiento.

-¿Todos listos?- cuestionó la fría voz de Izar, sus ojos plateados siguiendo los movimientos de cada uno de ellos, como un depredador listo para atacar.
Asintiendo al unísono, un pequeño escalofrío recorría a los pequeños niños al ver los ojos asesinos de Black, que se mantenía erguido delante de ellos.
-Sí alguno se queda atrás, regresará a la sala común, no entrará solo.- indico con seriedad, nuevamente todos asintiendo de acuerdo, parecía que era hora de un poco de reglas.
-Bien- asintió lanzando un hechizo de desilusión sobre el, había llegado a un acuerdo silencio con Daphne, ella iría con Tracey, la única que no conocía el hechizo entre los niños.
Daphne tomo la mano de su amiga, desilusionandose de igual modo, los otros siguiendo su ejemplo.
-No nos vamos a silenciar, puede ser más peligroso, pero es la única forma de mantener nuestro ritmo de una forma más segura, todos intentan mantenerse en silencio y juntos.-
-Ni siquiera tenías por qué mencionarlo-
-Era solo una confirmación- se encogió de hombros, (no que alguien lo pudiera ver) todos saliendo de la sala común momentos después.

Caminaron hacia el tercer piso, siguiendo los pasos de los demás, afortunadamente no habían tenido obstáculos.
Los distintos cuadros a lo largo de los pasillos dormitaban en sus marcos, ninguno notando ninguna anomalía cuando los niños pasaron, demasiado silenciosos. La tension en la burbuja que los rodeaba era palpable, si bien alguno de ellos estuvo emocionado, sabían que no era un juego y lo que estaban apunto de hacer era muy peligroso, sin nada de información fuera de lo básico, era muy peligroso y sin embargo las recompensas superaron con creces los riesgos, cada uno soñando con poseer la lejendaria piedra capaz de volver inmortal a un hombre que en la actualidad tenía más de 600 años.
Curiosamente, en esta ocasión las escaleras se alinearon para dejar su camino libre hacia el lugar prohibido del tercer piso, todos en silencio y esperando, se habían colocado contra la pared, esperando, a excepción de Izar quién comenzó a murmurar hechizos de detención sobre la puerta, parecía que realmente no habia barreras, pero una vez más, no era su fuerte y por lo mismo no estaba seguro, pudo haberse perdido algo accidentalmente.
Los minutos pasaron rápidamente, todos los niños en un silencio tenso, sin embargo no tuvieron que esperar mucho cuando en poco tiempo un ruido llamo su atención, pasos torpes y descuidados, acompañado de voces susurrando descaradamente llegaron a sus oídos, todos viendo la cabeza de Potter y sus amigos asomándose debajo de su capa de invisibilidad, como la había recuperado, estaba más allá de ellos.
-Maldito Peeves- murmuraban los niños, un suspiro en sus palabras, parecía que habían tenido algún encuentro inesperado con el poltergeist del castillo y sin embargo habían logrado escapar intactos, un mérito en si, Peeves era un ser odioso y todos se preguntaban por qué no se deshacían de el, el 75 porciento de la población estudiantil quejándose, a esepcion de las serpientes, el poltergeist temía al barón sanguinario por encima de todas las cosas, por lo que mantuvo cierto margen con los niños de su casa.

Todos se acercaron a la puerta, viéndose entre ellos y asintiendo, la sangre sucia saco su varita, apuntando la manija y con un simple alojomora abrio la puerta al instante.
Si hubieran podido verse, los niños de Slytherin se hubieran dedicado miradas alertadas, las campanas de advertencia sonando con fuerza en su oídos, ¿Cómo era posible que un hechizo tan básico y de primer año abriera la puerta que resguardaba la jodida piedra filosofal? De todas las cosas, para detener a Lord Voldemort no menos. Sin embargo decidieron continuar, una vez lo había dicho, siempre había tiempo para pensar las cosas. Izar se concentro lo suficiente para lanzar un hechizo silencioso de confusión al niño Weasley, antes de que pudiera cerrar la puerta, entrando rápidamente, al igual que sus amigos quienes habían notado el cambio de actitud del niño pelirrojo.
Chocando entre ellos, reprimeron todas las réplicas y insultos en la punta de sus lenguas, después de todo, no estaban acostumbrados a actuar tan torpemente.
-¿Ron?- llamo Harry, volteando a ver a su amigo, que se mantenía un poco perdido sosteniendo la puerta.
-Ah si, lo lamento- Murmuró, sacudiendo su cabeza y cerrando por fin.
Todos avanzaron en un silencio anelante, llegando a una segunda puerta, que de la misma forma, fue abierta por la sangre sucia, utilizando exactamente el mismo hechizo.

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