27) Fin primer año

532 46 4
                                    

Un rayo de luz golpeó su cara, haciéndolo removerse incómodo mientras se tallaba los ojos, le dolía todo el cuerpo, como un día después de un arduo entrenamiento. Cuando sus ojos se adaptaron a la luz, pudo ver el lugar, era todo blanco, olía a medicamento, tenía una cortina a su alrededor, una mesita de noche a su lado, llena de dulces, y sentada en una silla, recostada sobre su cama estaba Daphne que dormía plácidamente, la niña se veía muy adorable a sus ojos.

Nunca había estado en este lugar, pero no cabía duda de que estaba en el ala medica del castillo, los recuerdo lo golpearon como una oleada y no pudo evitar la sonrisa condescendiente que apareció en su rostro.
-Lo logramos- se dijo para si mismo, apretando los puños con victoria. Habían triunfado sobre Voldemort y aún que resultó herido, se las arreglo para torturar y obtener un grito de dolor de aquel hombre que había aterrorizado una nación entera, se juro que la siguiente vez que se encontrarán las tornas cambiarían, pronto Voldemort no estaría a su nivel y cobraría venganza, eso era seguro.
Estaba satisfecho con lo logrado, pudo haberlo matado en ese momento, pudo haberle lanzado una maldición más que desagradable y acabar con la vida de Quirrell, sin embargo solo moriría el ya mencionado, Voldemort simplemente se hubiera ido antes de lo esperado, por otro lado, una muerte, aún que extremadamente dolorosa para Quirrell antes de perecer, y humillante para Voldemort, no le generaría la satisfacción personal que sintió al arrojar cruciatus sobre el señor oscuro, alargando el sufrimiento lo más que pudo, algo que no hubiera durado tanto con cualquier otro hechizo, al menos no manteniendo el nivel de dolor inicial. Los imperdonables estaban lejos de ser las maldiciones más dolorosas en su repertorio, y si bien eran muy peligrosas, aún eran cachorros, sin embargo, había decidido aprenderlos por cualquier cosa, ahora se había demostrado lo bien que había resultado eso. Se palmeó la espalda mentalmente por un trabajo bien hecho, cuando un ruido llamo su atención, volteando hacia Daphne, la mencionada que bostezaba antes de enderezarse, su vista posándose en Black que la veía divertido.
-Despertaste- sonrió, saltando a sus brazos, el la recibió rápidamente, ambos manteniéndose en silencio, unidos cómodamente.
Un carraspeo atrajo su atención, viendo a Dumbledore, que les dedica una mirada de abuelo cariñoso, parado al pie de la cama.
-Lamento interrumpirlos. Señor Black, me alegra que esté bien- sonrió, sus ojos destellando.
-Gracias señor- asintió Izar, quién lo veía fríamente.
-Es libre de retirarse de la enfermería, no se preocupe, sus amigos ya me explicaron todo- sonrió amablemente, aun que por dentro estaba levemente enojado, no todo resultó según lo esperado, pero aún estaba satisfecho.
-Gracias señor- asintió Izar nuevamente, levantándose con ayuda de Daphne, sin molestarse en ver los regalos en la mesita, estaba seguro que ninguno era era de sus amigos, así que no se tomaría la molestia en revisar.
Comenzando a salir, su mirada se dirigió hacia una cama ocupada, en la cual descansaba Potter.
-No se preocupen, el Señor Potter estará bien-
Izar ni siquiera se molestó en ver hacia el anciano, ya sabiendo la expresión que tendría. Por otro lado, se aseguró de recordar mandar un agradecimiento hacia Potter, indirecta o directamente, el niño lo había ayudado, se aseguraría que el niño supiera que le debía una, y los Black siempre regresaron los favores.
Saliendo de ahí, volvió hacia Daphne, quién sonreía dulcemente.
-Ni siquiera te cambiaste- se burló, feliz en ver bien a Black.
-No importa- se encogió de hombros, colocando un rápido beso en la mejilla de Daphne, la cual le dedico una dulce sonrisa, las palabras no se expresaron, pero ni siquiera hizo falta.

La hora del desayuno había llegado y Izar entro en el gran comedor, los rumores sobre como Izar y Harry Potter habían salvado algo muy importante de Dumbledore se esparcieron por todos lados, nadie sabía la historia real y la máquina de chismes hizo lo suyo, varias historias siendo contadas. Por un lado se decía sobre como Izar había sido el que había robado el artefacto de Dumbledore y Harry Potter lo había detenido, otro hablaba sobre ambos niños luchando contra un hombre lobo después de tener un enfrentamiento que los llevo al bosque prohibido, y una infinidad más, sin embargo esto no le pudo interesar menos, llegando al asiento con sus amigos, los mismos que parecían estar bien después de su pequeña excursión.
-Espero que hayas disfrutado la pequeña aventura- se burló Theo, todos sabiendo mejor que pararse a abrazar a Izar en medio del comedor, simplemente daría confirmación de que algo había pasado, hasta ahora solo eran rumores, porque el niño no había sido visto en algunos días, al igual que Potter. Aún que también pudo tener algo que ver con la gran bocota del Weasley menor.
-Estuvo bien- se encogió de hombros, una sonrisa depredadora que hizo estremecer a todos.

The Black House Donde viven las historias. Descúbrelo ahora