En nuestra agencia trabajamos con influencers, algunos de ellos, auténticas estrellas internacionales, de los que cobran 100k por incluir la publicidad en el post. Debe ser apasionante que te paguen tanto dinero mientras tu única obligación existencial es sentirte y mostrarte rabiosamente feliz, así sin más. Seguramente no debes tener tiempo para nada más: solo para ganar pasta, con dedicación exclusiva.
Reconozco que a veces me dejo seducir por esta idea: la de ganar mucho dinero. Pero después veo con claridad que todavía tengo principios. No me conformaría con tener una ingente cantidad de dinero, esa fortuna tendría que ser fruto de mi esfuerzo personal, de mi capacidad para habérmelo ganado con mi trabajo.
A pesar de mi personalidad arrolladora, no sé si encajaría bien en el papel de influencer. No me imagino viajando por todo el mundo, visitando lugares paradisíacos, durmiendo en hoteles de siete estrellas, de esos en los que nunca pondremos los pies las personas normales, vestida elegantemente con las mejores marcas, las más exclusivas, y lo más importante, sin pagar ni un euro. Eso sería como tener casi todo a cambio de casi nada. Y digo casi todo porque, como sabes, todavía quedan algunos ingredientes en la vida que no tienen precio, que no podemos comprar, ni en efectivo ni con tarjeta ni con nada, por mucho que nos empeñemos.
No le dedico demasiado tiempo a las redes, más allá de mi necesidad de evitar el aislamiento social. El fenómeno social media siempre me ha parecido como algo ajeno a mi devenir, un fenómeno que no tiene nada que ver conmigo, que soy bastante introspectiva, reflexiva, analítica y sobre todo, y tal vez lo más importante, tímida hasta la médula, extremadamente reservada.
También es posible que me deje atrapar en las redes sociales si estoy buscando conceptos o ideas interesantes, que me sirvan para preparar la campaña de publicidad que tenga entre manos. Ya sabes, nada de copiar ni tomar prestado, solo busco inspiración, estímulos que despierten mi imaginación, y que me sirvan para terminar lo antes posible mi trabajo.
El tercer y último motivo para mantener mis perfiles sociales abiertos al público es un proyecto personal con ánimo de lucro: he escrito un libro y me gustaría que alguien lo comprara, aunque después no lo lea. O incluso daría por bueno que lo lea, aunque no lo compre. Lo importante es que el mundo sepa que existe mi criatura literaria, y para eso necesito exponerla a las redes sociales, no queda más remedio. Lo traeré aquí a mi diario pero más adelante, cuando haya recibido las primeras impresiones, y compruebe que no son negativas.
Bueno, regreso de nuevo al asunto de los influencers. Resulta que al parecer tengo un talento innato para generar contenidos bonitos, que resulten especialmente agradables. Así que cada vez que publico algo, sin saber por qué, un montón de gente me regala sus likes desinteresadamente. Esto lógicamente me llena de orgullo y satisfacción, además de sentirme agradecida, pero nada más. La recompensa es moral y emocional, porque no puedo dedicarme a esto. Los likes que recibo no los puedo ingresar en el banco, no me sirven para pagar mis gastos.
Mis seguidores crecen cada día, sin que yo pueda hacer nada para evitarlo. Tal vez podría dejar de publicar contenido durante una temporada, generando algo de desasosiego, o dando a entender que tengo otras prioridades en la vida, pero no estoy segura de que esto llegase a funcionar. A veces he visto que sucede justo lo contrario, cuando la cantante de moda deja de publicar, el mundo se despierta aturdido preguntándose qué está sucediendo, es decir, la estrella de turno obtiene una inusitada notoriedad porque su ausencia injustificada se ha convertido en noticia.
Ire me aconsejaba esta mañana que me dejera llevar, que si tengo que influir, que influya, y si tengo que fluir, que fluya, y me lo ha dicho así, literalmente, mientras tomábamos nuestro café de media mañana. Bueno, yo café, ella infusión porque tiene el estómago algo fastidiado.
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FELICIDAD MAYÚSCULA
ChickLitAnna es una mujer inquieta, incapaz de conseguir el equilibrio en su vida, empeñada en llenar su diario de experiencias bonitas, en las que no se reflejen sus frustraciones. En esas páginas quiere plasmar cada noche, justo antes de irse a dormir, l...