Todo el mundo sabía de ella, quién era, a donde iba. Incluso, sabían quién fue su amor platónico durante tantos años.
Sabían que ese amor platónico no era correspondido, pues él era un español reconocido mundialmente.
Mientras que ella solo era una...
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NI SIQUIERA ME DI CUENTA CUANDO mi mejor amiga, Cristina. Me dejó sola en aquella pista de baile.
Rodé los ojos viendo a todos lados tratando de buscar algún rastro de ella.
Nada.
Pegué un zapatazo contra el suelo y busqué mi móvil. No lo tenía en el bolsillo de mi pantalón. Mierda.
Salí de aquella discoteca y me dirigí a la zona en la que pudiera coger un taxi. Eran las 4 de la mañana. Y dudaba mucho que pudiera coger un taxi a estas horas de la madrugada.
Sin embargo, sentí como alguien se posicionaba a mi lado, ya que estaba apoyada contra un coche.
— ¿Perdida?— Alcé una ceja mirándolo.
— ¿Tú no eras el chico que me estaba mirando hace rato?— Me crucé de brazos.
— A lo mejor te estás equivocando. Yo no miro a nadie.— Rodó los ojos. Me pasé la lengua por los dientes haciendo un gesto muy significativo que hacen las chicas.
— Mira. Que porque seas un tio buenorro, no significa que no te haya pillado mirándome. Que tampoco se te va a caer el mundo. ¿O que pasa? ¿No he caído en tu jueguito de tonteos idiotas?— Me miró con algo de rabia. Sonreí algo victoriosa.
— No entiendo de que jueguito hablas. Y si te he mirado, ¿que tiene de malo? Para eso tenemos ojos en la cara, ¿no?— Alcé las cejas.
— Oh por dios. El buenorro acaba de admitir que me estaba mirando...— Me hice la sorprendida.
Justo en ese momento, paró un taxi. Posiblemente, viniendo a recoger a alguien.
Quise acercarme para ver si el conductor podría avisar a uno de sus compañeros y viniera a recogerme para irme a mi casa. Tenía que darle la medicina a mi madre.
— Podría pedirte un uber. Pero te has puesto un poco farruquita.— Me giré a mirarlo, agotada.
Lo miré incrédula y me acerqué a él quitándole un poco de pintalabios que tenía en el cuello.
— Así mucho mejor.— Me di la vuelta para encaminarme al taxi. Hasta que paré en seco y me giré hacia él.— Ah... y cállate un mes.— Le sonreí falsamente y me dirigí a donde estaba el conductor.
Me miró algo confundido.
— ¿Desea algo?
— Si. ¿Podría hacerme el grandísimo favor de llamar a otro taxi para que venga por mi?— Le pedí un poco molesta por la escena anterior.
— Todos están ocupados. Lo siento.— Se disculpó casi sin prestarme atención.
Me dieron unas ganas tremendas de escupirle en la cara por no prestarme ni un minuto de atención.
Cuando volví a mi postura normal. Vi a Gavi cruzado de brazos mirándome burlón.
Lo miré con un poco de rabia. Miré a otro lado, suspiré y me dirigí hacia él.
— Pídeme el uber.
— ¿Cuál es la palabra mágica?
— Pídeme el puto uber de una puñetera vez. Joder.— Contesté molesta.
— Vale, vale. Que carácter.— Apreté mi mandíbula queriéndole partir la cara.
A los pocos minutos, llegó mi apreciadísimo Uber.
— Un gracias no vendría de más.— Agregó el castaño antes de que me subiera al coche.
— Lo que digas, imbécil.— Rodé los ojos. Cuando me subí, antes de cerrar la puerta. Suspiré y me asomé un poco.— Gracias...
Hizo una reverencia y cerré la puerta.
El coche se puso en marcha y me mordí el labio haciendo que mi cuerpo dejara de estar tenso.
No sé que me pasó, pero sentía que a ese estúpido chico, lo conocía de algún lado...
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Aquí tenéis la introducción de esta hermosa historia🫣
Lo de estos dos viene de muuuuuuchooo antes. Así que preparaos para lo que se vieneee.
Os amo, y comentad. Que sabéis que me encanta que lo hagáis🫶🏻
