𝙲𝙷𝙰𝙿𝚃𝙴𝚁 𝚂𝙴𝚅𝙴𝙽

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"Una borrachera para olvidar"

LA COMIDA ESTABA SIENDO lo más incómodo del mundo para todos los presentes; más para Daila y Pablo

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LA COMIDA ESTABA SIENDO lo más incómodo del mundo para todos los presentes; más para Daila y Pablo.

Se echaban miradas de vez en cuando, pero Pablo siempre la miraba mal o evitaba el contacto visual con ella.

— ¿Por qué hay tanto silencio?— Preguntó la castaña.

— No sé.— Respondieron al unísono, Pablo y Daila.

Se miraron con profundidad mientras jugaban con los cubiertos sobre sus platos.

Ana los miraba con una ceja enarcada, sentía una tensión muy rara; ya empezaba a ponerse un poco celosa.

Pedri miraba expectante aquella escena. Su mejor amigo no sabía disimular ni un poquito, y se notaba que se moría por lanzarse encima de la rubia, llorarle, preguntarle porque lo abandonó en el pasado y sin falta, rogarle para que no se vuelva a ir. Aunque las miradas de Gavi expresaran todo tipo de asco y odio hacia la rubia, el pelinegro sabía que el sevillano en ese momento estaba sintiendo todo lo contrario. Por otro lado, no podía dejar de pensar en como ayudaría a Gavi, por lo que se quedó mirando a un punto fijo.

Daila solo podía preguntarse: ¿Por qué me mira así? Le van a salir arrugas como siga mirándome de esa forma.

— ¿Se puede saber que está pasando?— Ana interrumpió los pensamientos de los tres.

— ¿Se puede saber por qué me estás mirando así?— Exclamó Daila levantándose dando un golpe en la mesa mientras miraba al castaño con furia.

— ¡Porque no me caes bien! ¿No te has dado cuenta?— Exclamó de la misma manera.

Daila solo sintió la rabia recorrer sus venas. En el fondo, eso le había dolido.

— ¿Ah si? ¡Pues estamos en las mismas!

— ¡Pues vale!

— ¡Pues genial!

Ana miró asustada aquella escena sacada de película.

Pedri estaba igual que Ana, mirando la escena con los ojos abiertos mientras dejaba de masticar la comida que hace unos segundos se había llevado a la boca antes de que empezaran a gritar.

— Wow, pero si ni siquiera se conocen, ¿no?

— Oh claro que si. Tuve que ayudarla a entrar a su apartamento porque estaba como una cuba.— Declaró el sevillano.

Daila lo miró sorprendida.

— ¡Pues no lo hubieras hecho! ¡No te lo pedí ni te amenacé a punta de pistola para que lo hicieras, bobo!

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⏰ Última actualización: Sep 06 ⏰

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𝗖𝗢𝗟𝗨𝗠𝗕𝗜𝗔─────𝗣𝗔𝗕𝗟𝗢 𝗚𝗔𝗩𝗜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora