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Sol.

Sol directo en sus ojos.

Sus manos se recargaron sobre sus ojos con suavidad, volviendo a hacer la milésima nota mental de que debía comprar persianas nuevas.

Al intentar seguirse removiendo en la cama sintió dos pequeños cuerpos a su lado y rápidamente se quedó quieto, sus hermanos, era fin de semana y realmente no esperaba despertar a sus hermanitos tan temprano un sábado.

Los dejaría descansar muy bien antes de que hicieran sus tareas.

El en cambio se despabilo rápidamente y tomó su celular para poder asearse con tranquilidad y bajar las escaleras para preparar así el desayuno.

Usualmente iría por una rápida sesión de ejercicios matutinos pero esa mañana mo parecía ser muy activa, no tenía ganas.

En cambio preparó los mejores smoothies y panqueques que pudo hacer y para cuando estaba sirviendo la comida en la mesa las despeinadas cabelleras de sus hermanitos se asomaron por la puerta de la cocina.

"Buenos días, dormilones" Su hermana le sacó la lengua rápidamente en forma de burla y el se acercó para servirles sus vasos de smoothie antes de posicionarse tras su nena para poder amarrar su cabello, haciendo lo mismo con su nene para peinarlo un poco y que así no interrumpiera sus desayunos.

"Gracias por la comida" dijo Sophie.

"Nada de gracias, lavas los platos"

"Ya no tengo hambre"

Ambos rieron suavemente antes de seguir desayunando, claramente estaban bromeando, menos en la parte de lavar los platos, esa si era verdad.

Hablaron tranquilamente de lo que había sucedido durante su semana.

Todos se la pasaba bastante ocupados durante la semana, Carlos en el trabajo y Sophie y Markl después de la escuela tenían clases de patinaje por lo que el echar chismes se reducía a algunas tardes y los fines de semana.

Sophie terminó lavando los platos junto a un quejumbroso Markl pero seguido ambos terminaron lavándose los dientes para darse un buen y fresco baño.

Ya estando los tres listos, con peinados decentes y outfits frescos, se agarraron de la mano para ir al parque.

"Hay vecinos nuevos"

La casa de al lado había permanecido inhabitada por un muy buen tiempo luego de que las personas que vivían ahí se mudaran, Carlos nunca llegó a conocerlos por lo que no le importaba, así que era agradable ver un camión de mudanza.

"Deberíamos hornearle un pastel a los nuevos vecinos" esta vez fue el turno de Markl de hablar mientras evitaba quitar la mirada de la casa vecina en busca de un vistazo de los nuevos habitantes.

"¿Como por?"

"Así hacen en las películas"

Y Carlos se dio cuenta que quizás sus nenes debían dejar de ver tantas series animadas.

Y que quizás debía dejar de consentir todo lo que decían sus hermanos.

Porque ahí se encontraba.

Frente a la puerta de su nuevo vecino.

Con una bandeja de galletas calentitas.

Una quemada en su brazo izquierdo.

Y unos niños demasiado emocionados por conocer a sus nuevos vecinos.

Los Sainz tenían fama en el vecindario pues eran amables y Carlos se aseguraba de que las mascotas de todos tuvieran buena salud.

Además de que los mellizos eran amigos de casi todos los niños de su edad que vivían en el vecindario.

La nena tocó la puerta y unos pasos se escucharon antes de que un muchacho abriera la puerta con una agradable sonrisa.

"Oh, buenas noches"

La mirada del muchacho de ojos verdes se posó en él y luego en la bandeja en sus brazos.

"Buenas noches, nosotros somos Sophie, Carlos y Markl y somos tus vecinos de al lado" Explicó rápidamente Sophie con un francés que Carlos nunca había escuchado antes.

"¿Desde cuando dejó de darte vergüenza hablar francés frente a mi?" Susurró muy bajito Carlos solo para Sophie, cerca de su oreja.

"Cállate"

"Yo soy Charles, es un placer"

"El placer es nuestro, te trajimos estas galletas como bienvenida, si necesitas algo siempre estaremos aquí al lado."

"Es muy dulce de su parte, muchísimas gracias"

Charles tomó la bandeja con una enorme sonrisa en su rostro, dejando que la puerta se abriera un poquito más y un perrito algo grande se dejara ver a su lado.

"¡Mira Sophie un perrito!"

Markl se emocionó de más pero evitó tocar al animalito pues Carlos les había enseñado que primer debían pedir permiso.

"Tampoco son de por aquí ¿verdad?"

Una sonrisa delatora se formo en el rostro de Carlos, revolviendo los cabellos de su hermanito.

"No, somos de España ¿tú?"

"Mó-"

"¿Puedo tocar al perrito?"

"Claro que si peque, se llama Piñón"

Las manitos de Markl rápidamente se colocaron sobre el perrito para acariciarlo con suavidad mientras Charles entraba a su ahora nueva casa para dejar la bandeja con galletitas adentro.

Al volver se encontró a Sophie acariciando también a un piñón que les mostraba emocionadamente su panza para que le rascaran.

Carlos en cambio solo observaba a sus hermanitos con el perrito.

"Bueno... nosotros deberíamos irnos, es algo tarde y estos niños tienen que descansar"

"Oh... está bien, muchísimas gracias por las galletas"

"No hay de que-"

"Si nece- si necesitas que alguien pasee a Piñón nosotros vivimos al lado"

El hablador de Markl no se pudo aguantar pues claramente entre sus planes no estaba alejarse del bonito perrito del nuevo vecino, quién tenía una enorme sonrisa mientras asentía.

"Lo tendré muy en cuenta Markl, ahora vayan a descansar y pórtense bien"

"Entendido"

"Entendido"

Ambos niños se dieron media vuelta luego de despedirse de Charles, siendo Carlos el último en dejar de pisar el terreno vecino.

"Buenas noches, Charles"

"Buenas noches, Calos"

Si Carlos no caía por esos lindos ojitos, definitivamente terminaría cayendo por la forma tan torpe en la que Charles pronunciaba su nombre.

Neighbor   -   CharlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora