17.

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Sol.

Rayos de sol golpeaban su rostro con fuerza, no era tan temprano por la mañana, el sol brillaba con fuerza a pesar de que las temperaturas comenzaban a bajar.

Sus piernas entrelazadas con las de su monegasco.

Desde aquella noche en su cumpleaños, las cosas habían tenido un cambio muy pequeño, pero necesario y más que todo bueno, la intimidad entre ambos.

Quizás la intimidad no solo se refería a tocar y sentir el cuerpo desnudo de tu pareja, pero aquello había sido un paso más fuerte para ambos y estaban cómodos con aquello, lo cuál solo hacía todo mejor. 

Intimidad para Carlos era como después de aquella noche, Charles se sentía más cómodo al no tener una camisa puesta cada vez que estaban solos, era la comodidad propia de dejar a Charles sentir las cicatrices en su espalda con las yemas de sus suaves dedos.

Era la cercanía que tenían a pesar de estar cada uno en un extremo distinto de una habitación pero aún así sintiéndose con tan solo una mirada.

Los días habían pasado desde esa mágica noche, y no lo podía negar, estaba tan ilusionado con su relación que le daba miedo que algo sucediera, nunca había tenido una relación como esa y le daba miedo estar apegándose más de lo que debía. 

Pero cuando por las noches podía recorrer sus dedos por esa suave melena y podía conectar sus ojos con las perlas del contrario es que quería mandar todo a la mierda.

Las discusiones eran pocas, pero estaban presentes y sabía que eran necesarias, las noches en las cuáles los ojos que tanto amaba se veían cansados y parecían no querer tenerlo ni cerca le dolían, pero también era parte de aprender, conocerse y madurar aún más juntos, crecer.

Aún seguía creciendo y era feliz con ello a pesar de que esa sola palabra creaba un vacío en su corazón cada vez que la escuchaba.

Se dio cuenta de esto no cuando terminó su carrera, o compró su primera casa, ni mucho menos cuando consiguió su trabajo ideal, pero esa tarde en la que junto a sus dos hermanos salieron junto a Charles para comprar decoraciones para su hogar, el mismo era testigo de lo vacío que se sentía y a veces gélido, sabía que aquella no era la esencia de su novio, y le emocionó que pudieron haber ido en compañía, buena compañía.

Pasaron más tiempo del que debían en aquella inmensa tienda, pasando por todos los pasillos, probando cada silla y sofá, turnándose a los niños, el carrito de compras y cambiando de tema de conversación cada dos por tres.

Aquella tarde cuando llegaron a la casa de Charles y comenzaron a ordenar todo, todos juntos es que se dio cuenta que crecer comenzó a tratarlo bien y humanamente.

Ya no había ansiedad, incertidumbre e inseguridades, solo carcajadas risueñas entre música un poco alta y pelos de perro en cada objeto.

Se tomó su propio tiempo para apreciar lo que tenía delante de sus ojos, él era feliz y mucho más importante, sus hermanos encontraron a alguien más en quién podían confiar.

Markl jugaba con Piñón y Sophie hacía su mejor trabajo junto a Charles, ambos manteniendo un tema de conversación sobre él que no tenía ni la menor idea, pero que sabía que estaba sucediendo.

Soltó un suspiro y volvió a la realidad, tomando a Markl con facilidad entre brazos, acercándose a las otras dos personas para comenzar a ayudarles también.

La noche terminó con pizza y una película infantil en el televisor, Piñón dormido en su regazo y la cabeza de Markl en el regazo de Charles mientras que Sophie aún veía la pantalla entretenida a pesar de haber sido la que más duro había trabajado aquel día.

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⏰ Última actualización: Apr 06 ⏰

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Neighbor   -   CharlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora