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Tenias 14, casi 15. Llevabas ahí mucho tiempo, Tiempo que te la pasaste pensando en aquellos ojos que viste en plena madrugada, donde la Luna no quiso mostrarte más que esos colores. ᴇʀᴀɴ ʙᴇʟʟᴏs,
no podrias olvidarlos.
Él rey siempre pedia verte e intentana sobrepasarse sin lograrlo, no te dejabas, si quiera pensar que te toque era un insoportable dolor de cabeza. Por esas razones volviste a aquel cuarto lleno de oscuridad.
Anteriormente te castigaron por sacar las maderas de su lugar, aunque lo dejaron así sin tomarse la molestia de volver a ponerlas.
- Él rey te manda a llamar - te sujetaron con fuerza de las manos amarrando tus muñecas.
Ya no podías sentirlo, era prohibido hacerlo. No podías ni debías tener empatía por nadie, que en algún momento fuiste tú.
- ¡Oiste! - jalaron tu oreja hacia arriba. Tu asentiste cerrando los ojos con dolor - ¡Entonces que esperas! - te empujaron subiendose encima de ti rompiendo las sogas para así votarte al río.
Al terminar de bañarte te vistieron con la ropa más reveladora e hicieron que modelaras en frente del rey. Su mirada hacia ti lo decia todo.
Al terminar te llevaron de nuevo a aquel cuarto amarrandote como un animal siendo cazado.
Lograste romper aquellas sogas que apretaban tus manos y pies, dejaron marcas con rastros de sangre seca.
Caminaste hasta la ventana tocando los fierros fríos.
Cerraste los ojos dejando salir un pesado suspiro, tus párpados estaban tan pesados que parecía que ibas a dormirte ahí mismo, pero un crujido de ramas llamo tu atención y aún así no abríste los ojos.
Entre abríste los ojos sorprendida que retrocedíste. No podías entender que era eso, o más bien, que era él.
En un segundo podrias describir todos esos rasgos que veías frente a tí.
Su piel pálida.
Sus variosos colores de ojos.
Su pelo rubio.
- mmm. - Pensaste en que era una persona especial, no creías que existían personas con ese aspecto. Él te imitó y se acercó mucho más a tí, pero aún así seguían teniendo esa barrera entre medio.
posiciono su mano por las rejas de aquella ventana, justamente donde la tenias puesta. Era frío, su piel no era cálida.
- ¿Cómo te llamas Bella dama? - pregunto sonriente y coqueto, fingido - Oh, cierto, mi nombre es 𝑫𝒐𝒖𝒎𝒂 - rio suavemente esperando tu respuesta.
- _-____... Mi nombre es _____ - observaste de nuevo sus ojos que tenian un número en el Centro.
Dos, era ese número.
- Vendre por ti, _____-
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