Capítulo 7

109 13 0
                                    

No había una sola nube en el cielo.

Hoy hacía un calor abrasador. Insectos revoloteaban de un lado a otro por el interminable mar de flores, zumbando por el quieto y húmedo viento de verano.

"Oye, Cream." Miles sonreía ensoñadoramente desde la sombra bajo el avión, deslizando un dedo a través del pelaje del hombro de Cream.

"¿Mm?" La coneja levantó la vista a su lado, el interior de sus orejas de un rosa más intenso de lo habitual mientras su cuerpo intentaba soportar el brutal calor.

"¿Me traes una soda?"

Cream le miro atónita. "Señor Tails, ¿Qué no te acabo de traer ese helado? ¡Si aún lo estas comiendo!"

Miles miró el cono verde que tenía en la mano como si esta acabara de aparecer, y simplemente se encogió de hombros "Si, pero... ¿Ahora quiero una soda?" Él sonrió descaradamente.

"¿Qué no puedes traerla tú mismo?"

"Hace mucho calor como para moverseeeee." Le dio una lamida a su helado.

"Yo también tengo calor, Señor Tails." Cream resoplo. "Te he estado trayendo cosas todo el día. ¡Y acabo de traerte ese helado!"

"Si, pero... soy más peludo que tú." Miles sacó la lengua. Era verde. "Además, es más divertido hacer que tú vayas."

"¡¿Qué?!"

"Bueno, prometiste consentirme todo lo que quiera."

"¡Nunca dije eso!"

"Claro que sí. Dijiste 'Señor Tails, eres tan tierno y esponjoso, prometo hacer lo que sea para hacerte feliz. Para eso están los amigos'."

"¡Yo no dije eso!" Cream hinchó las mejillas y dio un pisotón.

Miles se rio. "¿Entonces, por qué te paraste?"

"Y-yo- ¡Señor Tails, es de lo peor!"

A pesar de todo, Cream se levantó y se dirigió al laboratorio, refunfuñando entre dientes.

Miles sonrió.

El trabajo duro también era cosa de rutina.

En cuanto se cerró la puerta, él sacó de su guante una placa de circuitos y unos cuantos cables, enroscándolos apresuradamente en su sitio con los dedos antes de volverlo a guardar. Él podría cortar y soldar después.

Pocos segundos después, mucho más rápido de lo que él mismo podría haberlo hecho, Cream apareció, llevando dos vasos de espumosa de soda. 

"Vaya, gracias, Cream. No tenías porqué molestarte." Miles sonrio.

Crema lo miró con desprecio.

"¿Cómo es que yo soy la que está haciendo todo el trabajo y eres el que parece cansado?"

"Supongo que es porque siempre estoy pensado." Miles asintió gravemente antes volcar el helado fuera de su cono y hacia su refresco. "¿Ves? Es difícil ser así de listo todo el tiempo."

Cream gruñó y tiro sobre el césped. "Si querías una malteada, ¿Por qué no lo pediste antes?"

Miles se encogió de hombros, espuma verde goteando de sus labios "¡Porque hay calor! y no se me había ocurrido."

Cream suspiró, se tumbó más en el césped y se abanicó con las orejas.

"... ¿Pero, sabes que si me gustaría?"

"¡Señor Tails!"

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

¿Cuánto ha pasado?

Miles ahora contaba el tiempo con juguetes. Regimientos enteros ordenados por color, colocados de un extremo a otro en su escritorio. ¿Cientos? ¿Doscientos? No tenía tiempo de contarlos en estos robados momentos, así que estimaba por cuantas columnas estaban completas.

"Señor Tails, ¿Qué no fue usted quién dijo que deberíamos de ver una película?" Cream le reprochaba desde el sofá.

"Solo e'toy e'perando la' palomitas." Miles respondió con un tornillo en la boca, soldador en mano, rápidamente moviéndose por los circuitos. Su cabeza dolía.

"Las palomitas ya están listas, Señor Tails. Las escuche."

"Si, apena' et'oy yendo por ellas." Siempre lo hacía.

"¿Acaso voy a tener que ir? Oye, estás trabajando de nuevo, ¿no es cierto?"

"Has estado detrás de mí todo el día, ya era hora de que cuide de ti para variar." Era una multitarea el poder mantener estas conversaciones, guardar el diseño en su cabeza, planear estrategias para poder robar tanto tiempo como sea posible, moverse, hablar y reír como si no pasara nada.

Y ser consciente. Siempre alerta. Nunca dejar de pensar. Porque cuando lo hiciera puede que nunca vuelva a empezar.

Un robot azul y otro amarillo se sitúan frente el ejército. Él los miró fijamente mientras cerraba la carcasa de plástico, intentando concentrarse-

Una mano cálida se posó sobre su cabeza. Cream acercó su mejilla a la de él, con la oreja colgando sobre su hombro.

"Señor Prowwwerr." Su voz le cosquilleaba la piel.

Oh oh. Ella sólo lo llamaba así cuando él llevaba las cosas demasiado lejos.

"Apenas yendo, ¿verdad?"

Miles se rio, agarrándose la nuca. "Me atrapaste. Ya casi estaba listo así que pensé que podría terminarlo rápido. Perdón, ya voy por ellas."

Él iba a dejar el aparato en el montón de chatarra que había sobre el escritorio, pero una suave mano se posó sobre la suya.

"Es la primera vez en mucho tiempo que haces algo que no sea uno de tus juguetes ¿verdad? ¿Podemos echarle un vistazo?"

"Uh, claro. Todavía no está listo. Aunque, va a ser muy genial cuando esté terminado." Miles se lo tendió a Cream y ella lo agarro con delicadeza.

"Y que es lo que ha-¡ah!" Cream quiso sentarse a su lado, pero no le atinó a la silla. Al caer al suelo, el aparato se le escapó de las manos y se estrelló contra la pared con tanta fuerza que se hizo añicos. "Auch. ¡Oh no! ¡Tú invento! Lo sentimos mucho, Señor-" La expresión de Cream cambió de arrepentimiento a miedo. "¡¿Señor Tails?!"

Miles parpadeó lentamente ante el montón de electrónicos destrozados en los que había estado trabajando.

"¡Señor Tails!"

¿Estaba llorando? ¿Por qué estaba llorando?

"¡¿Estas bien?!"

Miles levantó la mano para secarse las lágrimas de los ojos y miró confundido la mancha roja en su guante.

"... ¿Cream?"

Miles cayó hacia atrás, con los ojos entornándose en su cráneo.

Eternal Tails: Días FelicesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora