Epílogo

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Miles abrió los ojos, dolor estallando de sus brazos y piernas a medida que sus sacudidas le arrancaban agujas de la carne. Un líquido viscoso y punzante le oscurecía la visión.

Él no podía respirar.

Apretando los ojos contra el dolor, extendió sus seis extremidades - ¿Qué no una se había roto? - como antenas para mapear su entorno.

Cables, mecanismos desconocidos, tubos que se arrancó de la nariz y la garganta, atragantadose de líquido amargo en su boca.

Muros. Techo.

Miles tanteó hacia arriba, sus dedos desnudos presionando contra... ¿el cristal?

No podía respirar.

Forzando sus ojos a abrirse ante el lodo ardiente una vez más, Miles vio una oscura habitación más allá. Alimentado por la adrenalina, golpeó con sus colas tan fuerte como pudo a través del gel, empujándose hacia el fondo con el impacto.

Otra vez. Puso los pies debajo de él, empujó desde el fondo con sus seis extremidades y giró el cuerpo para estrellarse contra el cristal. Lo sintió temblar por el impacto.

Otra vez. Se impulso hacia arriba, su conciencia oscureciéndose una vez más.

Otra vez. Oyó crujidos ahogados. Sus pulmones ardían.

Otra vez. Se lanzó, y el cristal finalmente cedió. Miles subió a duras penas, arrastrándose a través de fragmentos de cristal que le provocaban cortes punzantes, y finalmente emergió, respirando el gélido aire del más allá.

Un tirón brusco lo jalo de la nuca mientras se levantaba, y Miles alargó la mano para sentir el metal duro en la base del cráneo, sangre en las yemas de los dedos.

Miles respiró entrecortadamente y se irguió, mirando a su alrededor para ver una gran pantalla de computadora junto a la cápsula de la que había salido, en la que parpadeaba una sola línea de texto verde.

> DIASFELICES.EXE :: DESCONECTADO

Sonó una alarma distante. Miles se puso rígido y giró la cabeza hacia el ruido. Una puerta, junto a una cápsula como la suya, cuya pantalla mostraba un mensaje igual al suyo.

"No" susurró Miles, con la voz ronca por el cansancio y abuso.

Se tambaleó, estremeciéndose y tosiendo.

Allí dentro, con alambres y tubos que sobresalían por todo su pelaje, colgaba el cuerpo inerte de una coneja joven, sus opacos ojos mirándolo fijamente.

Eternal Tails: Días FelicesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora