Capítulo 9

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No había una sola nube en el cielo.

Una sencilla melodía recorría los campos, acogedora y familiar, acompañada por el canto de los pájaros y arrastrado por la brisa.

Tails se agitó, no del todo despierto, y enterró su cara más profundamente en su cola con un suspiro, adormecido por el calor.

Unos suaves dedos le rozaron el pelo de la cabeza.

"Despierta, Señor Tails. Ya es de día."

La voz era tan dulce que Tails sintió la tentación de acurrucarse más, para provocar que la voz se lo dijera una vez más. Pero él abrió un ojo con un bostezo, estirando los músculos entumecidos por el sueño para mirar desganadamente a aquella voz.

"¿... Cream?" Él se levantó, quitándose la baba de la cara, mientras miraba atontado los interminables prados que lo rodeaban. "... Huh. Supongo que me quede dormido."

Una parte de su cerebro susurró descontento. ¿Algo sobre su laboratorio? ¿Un... patrón?

Como sea. Tails bostezo otra vez.

"Oye, Cream." Él se sacudió el polvo de su pelaje. "¿Cuánto tiempo dormí?"

"Toda la noche. ¡No te despertabas, Señor Tails!" gimió Cream, dando patadas con sus pies. "¡Ahora mis piernas están dormidas!"

"¡Oh no! ¡Lo siento mucho!" Tails exclamo. "Porque me siento genial."

"¡Señor Tails!"

Él sonrió. "¡Es verdad! Tienes un talento increíble."

"Yo-"

"Como almohada."

Cream infló sus mejillas hacia él. "Eres muy malo."

La sonrisa de Tails se agrando. Aunque sí que se sentía muy bien. Su cabeza no le dolía, su cuerpo se sentía descansado. Él se sentía mucho menos... estresado. Por mucho que la voz en el fondo de su mente intentara cambiar eso. ¿A qué se suponía que debía prestar atención?

"Bueno, diría que lo justo sería dejar que te eches una siesta en mí, pero ¿podemos dejarlo para otro día? Me estoy muriendo de hambre por alguna razón. ¿Quieres desayunar? Yo invito."

Cream hizo una mueca. "¿Chilli dog a la microondas?"

"Claro que no." Tails sacudió su cabeza. "Una almohada de primera se merece un desayuno de primera. Esta vez será, cereal a la microondas."

"No eres gracioso." La coneja cerró los ojos con un suspiro.

"Soy hilarante." Tails se enderezó por completo "Tres de cada cinco erizos coinciden en que soy fácilmente el segundo- ¿Cream? ¿Cream, estas bien?" 

"¿Huh? Estoy bien, Señor Tails." Cream sonrió, con las mejillas brillando ante el sol. "Es solo que... parece que no puedo dejar de llorar por-" Su voz se rompió. "-alguna razón."

Cream cayó al suelo, sollozando incontrolablemente, tapándose con sus orejas.

"¡Ah! ¡Lo siento! ¡No te iba a calentar cereal en el microondas! ¡De veras!"

La pequeña coneja no paro.

"¡No soy gracioso! ¡Nunca quise ponerte triste! ¡Siento haberte llamado almohada!"

La voz en su cabeza enmudeció.

Tails se inclinó hacia delante, enroscando sus colas alrededor de Cream mientras la acercaba, sintiendo su ligero cuerpo agitarse en sus brazos.

"Shh, no pasa nada." Sus manos recorrieron suavemente el corto mechón de pelo entre sus orejas. "No pasa nada, conejita."

Tails exhalaba uno ruidos relajantes, pasándole sus dedos por detrás de las orejas mientras sus lágrimas empapaban su pelaje.

"No hay porque estar trise. Todo está bien. Segura y feliz, juntos para siempre."

La boca de Tails se abrió en una amplia sonrisa.

"Después de todo, también te queremos."

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Tails bostezó y se acurrucó con una cola bajo la barbilla mientras miraba a través de los campos intentando no parpadear ni quedarse dormido, lo cual era cada vez más probable a cada minuto que pasaba.

Maldito clima tan perezoso.

"¿Señor Tails?" La voz de Cream provenía detrás de él "¿Qué estás haciendo?"

"Esperándote." Tails giró la mirada con el ceño fruncido. "Pensé que hoy no ibas a venir, ¡paso mucho tiempo!"

"¿Y desde cuándo me he ausentado?" Cream se rio "¡Llevo aquí como cinco minutos!"

"¡¿Qué?! ¡Me la pase vigilando todo este tiempo!"

Cream se rio más fuerte, sentándose en el pasto junto a él. "¿Qué no hablamos sobre esto ayer? Mi casa está en esa dirección." Ella señaló. En dirección opuesta a la que le señalo ayer.

"¿Qué?" Tails gruño. "Me quede despierto para nada."

"Eres tan tontito, Señor Tails." Cream sonrió. "Toma una siesta si quieres. Menos desayuno que hacer."

"No me amenaces, coneja." Tails se levantó bruscamente para sentarse, extendiendo sus brazos tanto como podía. "Oye, ¿A dónde es que vas cuando no estás aquí?"

Cream se paralizo, su rostro inexpresivo.

"... ¿Mi casa?"

"Tiene sentido." Tails asintió. "Oye, ¿Por qué no te mudas conmigo? Te ahorrarías la caminata de todos los días."

"Solo quieres el desayuno más temprano." Cream sollozo.

"Bueno, tendría sus ventajas." Tails sonrió. "Pero hablo enserio. Hay mucho espacio. Te podría instalar una cama y así estaríamos juntos todo el tiempo."

"Lo tendré en mente."

Cream suspiró distantemente. Tails la siguió adentro, planeando distraídamente cómo organizar el espacio en caso de que decidiera aceptar su propuesta, mientras ella se dedicaba a preparar la comida.

¿Y por qué no lo haría? Era lógico. Al fin y al cabo, solo estaban ellos dos. ¿Por qué distanciarse innecesariamente?

Hm. ¿Cambiar de lugar el sofá? ¿O la TV?

Ya no usaba su antiguo escritorio. ¿Por qué no usar el espacio?

Tails miró el escritorio, enterrado bajo filas y filas de pequeños juguetes mecánicos, en la hendidura de la pared donde nunca había limpiado los trozos de plástico y alambre.

¿Cuánto tiempo había pasado desde que no hacia una de estas cosas? En otro tiempo, este tipo de cosas le habían parecido muy importantes. Ahora parecían tan trivial.

Frente a los juguetes, por alguna razón, dos se habían quedado afuera. Uno azul y otro amarillo, juntos, apartados de todos los demás. Tails los miró con curiosidad un momento antes de separarlos, volviéndolos a colocar para completar el set. Treinta y dos columnas completas de diez, cada una de un color diferente.

Miles sonrió.

Por fin había tenido tiempo de contar todos.

Eternal Tails: Días FelicesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora