-Jungkook, un alfa amante de las motocicletas y las carreras clandestinas, siendo el mejor en esto.
-Jimin, un dulce pero fuerte Omega, teniendo un gran amor por el violín, el baile y las gomitas.
¿Qué pasará cuando Jungkook escuche los rumores de u...
Jungkook aceleró al igual que su oponente, rebasando el límite de velocidad.
Era una hermosa noche, las estrellas brillando más que nunca, la luna dando luz a la carretera y estás siendo testigos de este primer encuentro.
Pasaban por las calles iluminadas de Seoul a gran velocidad, dando a su vista una imagen borrosa de los altos edificios y construcciones a sus costados.
Jungkook tomo la delantera por algunos metros.
-No eres tan bueno como decías.-Pensó el pelinegro soltando una risita.
Pero unos segundos después aquel conductor incógnito paso a su costado, provocando una ráfaga de viento y dejándolo atrás.
Jungkook aceleró, alcanzando a su oponente quedando a su costado.
Los dos jinetes aumentaban la velocidad todo lo que pudieron, quitando el equilibrio que tenían.
De momentos uno estaba más adelante que el otro y viceversa.
Era una carrera demaciado reñida.
El pelinegro sonrió, porque esto era lo que buscaba.
La torre namsan cada vez se veía más cerca.
Esto incito a nuestros competidores a dar lo mejor de ellos mismos, en algunos segundos volteaban de reojo a observar a su contrincante.
Ninguno quería perder, los dos tenían sus motivos para no hacerlo.
Jungkook quería demostrarle que era el mejor, la idea de encontrar a alguien que fuera igual o incluso mejor que el no le gustaba, pues ya hacía tiempo se había ganado ese puesto y que llegara un extraño a arrebatarselo lo desconcertaba.
Jimin quería demostrarle de lo que era capaz y no quedar como un simple hablador.
En ese momento sentían la adrenalina y la ansiedad en su cuerpo como nunca antes.
Subieron la colina dónde se encontraba la torre, las vueltas que daban eran estrechas, y por la velocidad que llevaban provocaban que se tornaran peligrosas, provocando que se inclinaran casi tocando el piso.
Se sentían vivos, nadie había provocado eso antes.
Al pasar de unos minutos yacía enfrente de ellos el punto acordado.
Faltaba poco.
Mantenían la misma velocidad.
Estaban al compás.
Llegaron tan rápido como dos balas
Ambos llegaron al mismo tiempo.
¿Empate?
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