Aromas: pasión y víseras

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Advertencia: capítulo super extendido, violencia y menciones sexuales.

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— Lo estás haciendo muy bien, Amy - Dijo Rouge, sosteniendo una rosa en su mano izquierda.

Amy sonrió y dirigió una mirada de reojo mientras continuaba cortando las espinas a los tallos. Era una tarea fácil, realmente.

— ¿Vas a utilizarla para ungüentos? - Preguntó la eriza al ver la cantidad de macetas que abarcaban el ancho de la mesa — No sabía que tenían efectos curativos.

La albina sólo se enderezó y movió un poco las alas antes de elevarse, Amy miró atenta su acto al volar por encima de ella, rebuscando en estantes hasta que la vio bajar otra vez con botellas de cristal y un diminuto caldero.

— No realmente - Dijo Rouge negándolo — Quizás sirvan para hacerse arreglitos en el rostro - Indicó pícaramente, sus ojos entornaron un brillo travieso — Tratan variedad de dolencias, pero usualmente me las piden para... algo más interesante.

— ¿Cómo qué? - Amy curioseó mientras sus manos sostenían la siguiente rosa.

La murciélago le sonrió pícara.

Acto seguido, Rouge colocó el liquido de las botellas dentro del caldero hasta que los colores por dentro se mezclaron. Amy se inclinó un poco para ver los colores, eran llamativos y brillantes.

— No te acerques tanto - Advirtió la murciélago antes de introducir la rosa en él. Pasaron unos segundos para que un vaporcito se formara, y de repente salió disparado.

Gracias a los cielos Amy retrocedió justo a tiempo, de lo contrario ¡No sabría que consecuencias traería!

Estaba realmente confundida, nunca había visto algo similar jamás y aunque tenía un poco de miedo, sentía mucha curiosidad por ese aroma ahora mismo.

Amor ardiente - Dijo Rouge revolviendo con una cuchara el líquido del caldero — La gente del pueblo me pide esto como no tienes idea - Rodó ella los ojos con suma gracia.

Amy abandonó su tarea y rodeó la mesa para estar más cerca de Rouge, la murciélago leyó su expresión casi de inmediato. La eriza olfateó el aroma alrededor, notó que era dulce y extrañamente atrayente, tuvo ganas de ponerse un poco sobre las púas.

— Linda, no has sido marcada ¿Verdad? - Preguntó la albina cuando sus ojos destellaron.

La eriza levantó la vista para mirar a Rouge, pero cuando vio aquellos ojos escrutándola con intensidad, intuyó que ya sabía la respuesta.

— No tengo otro aroma - Respondió ella apretando la mandíbula, hablando con firmeza — Entonces, no.

Rouge se inclinó hacia ella, el aroma del caldero entre rosas y especias, envolviendo el cuarto en una nube embriagadora. La murciélago le olfateó el rostro rozando su nariz contra su mejilla, provocando que un escalofrío recorriera el cuerpo de Amy y sus mejillas se encendieran con un rubor intenso.

— Claro, no todavía - Susurró ella con una sonrisa traviesa.

— ¿Qué estás haciendo? - Amy frunció las cejas y se apartó con un movimiento instintivo, su piel erizada por la inesperada cercanía de Rouge.

Rouge se rió entre dientes, disfrutando de la adorable reacción de la eriza.

— Sólo me aseguro de que no tengas olor - La murciélago responde con una sonrisa descaradamente seductora.

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⏰ Última actualización: Jun 06 ⏰

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