Peleas y acuerdos

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Sonic se mordió el labio mientras leía el pergamino sobre la mesa, después del rechazo en la noche del festival estaba dispuesto a ser un mejor cortejo para Amy.

Comenzó a trabajar cortando madera para juntar riqueza por cuenta propia, su madre no podría interferir si él tenía su propio sustento ¿Verdad? un poco tarde para descubrirlo tal vez.

Pero ahí estaba él, llevaba días sin saber de ella y estaba muy preocupado. Tenía tantas ganas de correr al campo para buscarla pero necesitaba mantenerse alejado por un tiempo. Al menos hasta que lograra conseguir algunas monedas, las suficientes como para comprar una cabaña. 

Estaba seguro de que ella preferiría tener una en el campo, rodeada de varios huertos con flores que pudiera cuidar sin tener que preocuparse por los vecinos molestos o por el sonido de las carretas. Ya comenzaba a imaginarlo, sentados frente al fuego de la chimenea con una manta en los pies y Amy con el vientre hinchado.

Quizás se estaba volviendo demasiado romántico, porque antes se había imaginado otra cosa... Salir del pueblo y vivir de los ahorros que tenían, visitar cada lugar que marcara el mapa, rodearse de gente cada día y estar siempre en constante movimiento, ese era su sueño. 

Pero a Amy no le gustaba eso, ella era una hembra centrada. Mostraba más madurez que cualquiera y siempre tenía como prioridad a su familia y los negocios. 

Todo lo contrario a lo que era él, odiaba estar en un sólo lugar. Era más liberal, impulsivo y explorador, amaba a su familia, pero odiaba cuando su madre trataba de convencerlo de aceptar un puesto que evidentemente no quería, nunca sería el dueño del negocio.

De primera mano, había visto lo fuerte que era Amy para enfrentar situaciones que se salían de control. Era una eriza que le gustaba superarse, de buen corazón, lista para proteger a los débiles. Pero también dudaba demasiado, dudaba de su fuerza y cuando ella estaba triste por eso, Sonic siempre deseaba mostrarle cómo la veía. 

Su enamoramiento nació cuando sus padres los presentaron cuando eran pequeños, jamás podría olvidar el día cuando sus labios se rozaron con timidez, apenas había sido un beso.  

Saliendo de sus pensamientos con un sabor dulce, marcó sobre el papel la cantidad de monedas que había recolectado, restándole quince que había gastado en comprarle un precioso vestido junto con unas botas. 

Le dio un rápido vistazo a las cosas sobre la cama, estaba ansioso por entregárselas como el regalo para su cortejo. Su pecho se infló con orgullo imaginando la expresión de sorpresa que pondría al verlo llegar, incapaz de rechazarlo otra vez. Pero mientras soñaba, la puerta de su habitación se abrió mostrando la figura de Sonia cargando una charola con la cena. 

— Ya veo qué es lo que te tiene tan callado - dijo su hermana dejando la charola de lado para acercarse y encender más la llama de la lámpara. Sonic despertó bruscamente de sus fantasías y le frunció el ceño.

— ¡Sonia, carajo! cierra la puerta - el cobalto se apresuró a cerrarla y giró de nuevo a listo para reprocharle, pero la eriza estaba más atenta en los objetos sobre la cama — Si mamá lo ve, ella...

— Seguramente lo quemará, ya lo sé - terminó por él y alzó la prenda, tenía unas bonitas mangas abultadas, un corte largo de un color avellana con mangas y cuello abultado para el frío — ¿Sabes que ella te va a rechazar, cierto? si lo hizo una vez, lo hará de nuevo.

— Tú no sabes nada - le arrebató el vestido de las manos y lo metió junto con las botas en un cofre debajo de la cama.

Ella suspiró cruzándose de brazos, dudando si contarle o no a su hermano los chismes que había escuchado en el pueblo. Pero antes de que pudiera decidirse Sonic la miró, y por la expresión en su rostro él entendió que algo estaba ocultando.

Cherry Hill - SHADAMYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora