De compras

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Katy y yo íbamos por la calle andando tranquilamente, buscando alguna tienda de ropa barata (pero bonita) cuando, sin previo aviso, una ráfaga de viento; tan fuerte como nunca había visto, tiró de mí hacia delante, soltándome del brazo de Katy y caí al suelo. Parecía ser la única que había notado el cambio en el viento. A nadie más le había afectado, ¡qué raro!
Katy estaba a mi lado, agachándose para agarrarme por un brazo y ayudarme a ponerme en pie. Me preparé para el tirón que Katy daría al subirme. Pero eso no pasó. Oí un ¡espera, yo te ayudo! Entonces, unos brazos se cerraron en torno a mi cintura y me levantaron, con tanta delicadeza que parecía volar. Oí las voces de Katy y la persona que me había cogido; estaban discutiendo sobre si llevarme a un hospital o no.

Alzé la cabeza y miré hacia él. Era un chico, aparentaba unos dieciséis años. Sus ojos eran verdes oscuros, brillantes, enigmáticos; parecían no tener fondo. Tenía el pelo negro, sedoso y una sonrisa perfecta. Su mirada enamoraba, y encima me había ayudado. ¡Qué mono! Murmuré. Entonces escuché la voz de Katy:

- ¿Estás bien? -me preguntó

- Sí, -respondí.

Me volví hacia el chico y le pregunté:

-¿Cómo te llamas?

-Mauro -contestó él; en una voz que expresaba tanta dulzura que no la podría olvidar jamás.

-¡Qué nombre tan bonito!- fue lo único que pude decir.- Yo soy Sandra.

-Encantado de conocerte, Sandra.-respondió él con una preciosa sonrisa iluminando su rostro.

-Igualmente - logré contestar.

Entonces él me bajó de sus brazos y me dejó en el suelo.
Nos dimos la mano en señal de saludo y yo me quedé helada. En ese momento me di cuenta de algo en lo que no me había percatado. Ya sabía por qué no conseguía hablar. Me había enamorado de Mauro. Era la primera vez en mi vida que me enamoraba de alguien y no podía desaprovechar la oportunidad que me había concedido el destino.

- Pues, curiosamente- retomé la conversación- hoy es mi cumpleaños y voy a dar una gran fiesta esta noche en mi casa ¿Quieres venir?

Enseguida me arrepentí de lo que había dicho. Me iba a tomar por loca; casi no nos conocíamos y, además seguro que ni siquiera me iba a responder. Pero, entonces para mi sorpresa Mauro contestó:

-Claro, estará bien.

Le dediqué una sonrisa mientras Katy me agarraba del brazo y me sacaba de allí tirando de mi; quizá más fuerte de lo que debería.

corazones rotos#wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora