Desafortunadamente, para Draco, los encuentros con su exenemigo se hicieron constantes. Después de aquella noche, Harry no dejo de ir a la torre de astronomía. Sin falta se encontraban a la medianoche.
Solo estaban en paz. Juntos.
Cualquiera que conozca su historia puede decir que en el pasado era difícil imaginar a esos dos a solas y en silencio, pero ahora las cosas son distintas. Harry dejó de ser “El niño que vivio” para ser “El salvador del mundo mágico” y Draco dejo de ser “El príncipe de Slytherin” para ser el “Exmortifago”. Ambas etiquetas pesan en sus cabezas y les han dejado marcas imborrables que forman parte de ellos y de sus historias. El ojigris sabe perfectamente que no hay mucho que puedan hacer para borrar esas marcas, él ya ha intentado de todo para quitarse la suya. Por el contrario, para Harry su cicatriz es lo de menos, le pesa más su pasado doloroso y su presente lleno de falsedad.
Para ambos es un alivio poder alejarse de todo aquello que les espera cada mañana al despertar. Pasan todo el día deseando que la noche caiga para correr a su lugar seguro. Y se quedan horas y horas simplemente mirando a la nada. A veces se quedan dormidos, los dos en extremos diferentes. Entre ellos solo se dan algunas miradas que Harry no puede descifrar aún, que es lo que transmiten. A veces cree que Draco lo ve con enojo, otras con curiosidad y ahora mismo con cansancio.
Observa al chico con más cuidado y nota que está tembloroso, sus ojos están apagados y lo más preocupante, tiene el pómulo derecho golpeado, el labio lastimado y varias heridas más pequeñas alrededor del rostro. Al notar esto, el ojiverde se levanta de un salto y sin importarle la mirada de odio que Malfoy le está lanzando, se sienta a su lado.
—¿Qué demonios quiere, Pott—se queda callado cuando el otro chico le pone una mano en la mejilla.
—¿Quién lo hizo? —pregunta Harry con calma, pero Draco reconoce la molestia en sus palabras—. Dime, Malfoy.
El platinado muere por decirle que no le importa o que lo disculpe por verse tan horrible como para perturbar al Salvador. Sin embargo, se queda callado. Ni siquiera se aparta del tacto del otro.
El castaño sigue analizando su rostro con sumo cuidado. Draco se tensa al verlo sacar su varita de su túnica.
—Tranquilo —murmura Harry. Cierra los ojos para concentrarse y al abrirlos sonríe al ver a su lado un botiquín.
—Haces magia no verbal. Y yo que te creía un inútil —susurro Draco, ocultando su sorpresa. Harry lo ignoro mientras ponía alcohol en un trozo de algodón. Cuando iba a limpiar la herida de Draco, este le dio un empujón—. No quiero. Déjalo así.
—No, solo será un momento —prometió. No pudo evitar acariciarle la mejilla cuando vio los ojos grises asustados. Por un momento olvidó con quién trataba—. Cierra los ojos.
Malfoy no dijo más. Se tranquilizó y dejo a Potter actuar. No quería pelear más. Al menos por hoy.
Las dudas por la actitud de Harry comenzaron a surgir. ¿Por qué lo ayudaba? ¿Se preocupaba por él? ¿Era su instinto Gryffindor?
Podría preguntarle, pero realmente le temía a la respuesta. Podía pensar que Potter solo lo ayudaba por lástima, pero no quería escucharlo de su propia voz.
Alejo esos pensamientos y se concentró en la persona que tenía frente a él. Sintió su cuerpo temblar cuando esos ojos verdes se encontraron con los suyos. Estaban tan cerca que podía admirarlos a la perfección. Sus ojos estaban más oscuros, ya que Harry tenía las pupilas dilatadas. Malfoy se convenció de que se debía a la falta de luz.
Bajo la mirada cuando comenzó a pensar en lo ridículamente guapo que es El elegido. Se regaño mentalmente. No podía actuar como una más de las chiquillas de Hogwarts. Potter no es la gran cosa.
—Ya quedo, Dra... Malfoy —informo Harry en un susurro. Draco se alejó de su toque como si quemara.
—¿Debería decir gracias? Nada me asegura que tú no enviaste a esos imbéciles a golpearme. Es eso, ¿verdad? Te sientes culpable, Potter —comenzó a atacarlo sin ninguna razón. Esa siempre fue su forma de tratar con el muchacho de ojos verdes y en su vocabulario no existe la palabra “gracias”.
Harry pensó muy bien su respuesta. Se debatía entre dejarse llevar por las palabras del rubio o simplemente ignorarlo y no arruinar la paz. Después de todo no tenía deseos de irse. Si, creía que estaba demasiado mal como para que no le disgustara la compañía de su antiguo enemigo, pero convivir con Malfoy no era nada comparado a todo lo que paso durante los últimos años de su vida. Ahora que es un joven adulto, puede reconocer que por más insufrible que haya sido el príncipe de Slytherin con él, siempre fue quien lo distrajo por al menos un momento de todo el caos a su alrededor. Sus peleas infantiles fueron el menor de sus problemas, aunque todo cambio en sexto año. Sin embargo, aquí están tiempo después.
—Si quisiera hacerte daño, lo haría yo mismo —reconoció Harry—. Pero jamás he querido hacerlo. Bueno, un par de veces quise estrangularte, pero no te lastimaría, Todo quedo en el pasado para mí.
Draco bajo la mirada al no soportar la intensidad en esos ojos verdes. Sabía que Harry no tenía nada que ver con el ataque que sufrió. Estos solían ser seguidos y los provocaban algunos chicos que perdieron familia en la batalla y se descargan con él solo por la marca en su brazo. El ojigris raras veces hace algo para defenderse, y ni siquiera esta vez que se les pasó la mano interfirió. Ahora le duele cada parte del cuerpo. Aun así no se preocupa por el dolor físico, su mente está perdida en algo más, en alguien más.
—Es una linda noche —susurro, asomándose por el barandal—. Siempre me han gustado las estrellas. Supongo sabes de la tradición de los Black.
—Sí, Sirius me la contó —Potter dijo lentamente—. ¿Puedes enseñarme su estrella? —pregunto, señalando el telescopio junto al chico.
Draco observo por un rato el cielo y luego asintió. Se acercó al telescopio y busco la estrella, al encontrarla le pidió a Harry que se acercara haciéndole una seña con la mano. Guió al ojiverde para que pudiera observar bien.
Nadie tiene que saber que dejo reposar su mano en el hombro de Potter por más tiempo del que debería.
—Es la estrella más brillante y el astro principal de la constelación del Can mayor… —comenzó a contarle al más bajo.
Harry dejó de ver el telescopio para mirarlo a él. Mientras Draco hablaba sus ojos brillaban con emoción como cada vez que habla de lo que le apasiona. Al joven Potter le encantó poder verlo así.
—Tu nombre es una constelación —murmuro sorprendiendo al otro—. Lo leí en un libro —le explico. No admitiría que solo le llamo la atención el libro cuando leyó el nombre del rubio—. Forma un dragón, ¿no?
—Así es —confirmo intentando no verse tan asombrado—. Es la más interesante a mi parecer.
—Pues, a mí me gustan los dragones —confeso Harry, sus mejillas se encendieron, pero Malfoy no lo noto, se había volteado para no verlo más.
Por algún motivo Draco estaba nervioso, muy nervioso, pero no dejaría que él lo viera así. Necesitaba escapar de ahí.
—Debo irme —dijo el rubio fuerte y claro encaminándose a la puerta. Al llegar a esta se detuvo—. Nos vemos, Potter.
—Hasta mañana—le devolvió el saludo bajando la voz—, dragón.
Esa noche ninguno pudo dormir bien a causa de sus pensamientos. Los recuerdos de sus horas juntos los atormentaban por separado. Y es que de los dos no sabían quién estaba más confundido con sus pequeñas interacciones y el por qué estás les afectan tanto. Lo más extraño para ambos, es que ninguno siente que sea incorrecto. Muy en el fondo disfrutan la compañía del otro.
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Los chicos que no tenían opción
FanficDraco Malfoy y Harry Potter comienzan a pasar mucho tiempo juntos después de la guerra. Ambos se refugian en el otro buscando comprensión y la ansiada sensación de paz. • • • Disclaimer: Los personajes pertenecen a J.K Rowling al igual que los lugar...