C.8 Nuestro lugar

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Draco no entiende qué está pasando. Hace apenas unos días, cuando descubrió que sentía algo por Potter, hizo hasta la mayor tontería de su vida para poder mantener con él al menos una relación de amistad, pero desde entonces no han vuelto a hablar. Incluso Harry ha dejado de ir a la torre de astronomía.

La primera noche el rubio estuvo tranquilo, sabía que estaría solo porque Potter estaba ocupado con sus estudios, pero ahora ya han pasado cinco días y el ojiverde no ha vuelto a ir. Y a Malfoy eso le afecta por más que quiera negarlo. En todos estos días no ha podido dormir. Lo necesita más de lo que quiere.

Ahora su mayor preocupación es Astoria. Quedaron en comenzar a salir y si todo iba bien intentarían algo más formal, pero Draco entendió con solo una cita, que eso no funcionaria. Porque ella no es Harry y ni siquiera con una poción multijugos podría serlo. El problema es que la chica está más que ilusionada y no importa que haga para desagradarle, ella no se le despega. Así que cree que lo mejor que puede hacer para no seguir con ella es romperle el corazón de una forma cruel, pero no puede hacerle eso, ella es su amiga. Muy en el fondo él sabe que solo necesita ser honesto, pero le cuesta hablar del tema.

—¿Me estás diciendo que comenzaste a salir con Tori para olvidarte de otra persona, pero ya te arrepentiste? —cuestiono Pansy intentando procesar la información—. Wow, Draco, no espero nada de ti y aun así me decepcionas.

—Ya sé que suena horrible, Pans, pero entre en pánico y actúe por impulso —murmura recostándose en su cama. Ella se sienta en la orilla.

—Dray, querido, ¿lo dirás tú o lo digo yo? —él la miró sin entender—. Te gusta Potter —aseguro. Draco intento negarlo, pero ella le cubrió la boca con su mano—. Ni siquiera pienses en mentirme, Malfoy. Te conozco desde hace años y créeme, jamás te visto mirar a alguien con tanto cariño como lo haces con Potter. Si te vieras a ti mismo, te darías pena.

Se da pena sin siquiera verse. En especial cuando sonríe por solo pensar en el Elegido. Ya es algo que hace sin darse cuenta.

—Da igual lo que siento. Él no quiere saber nada de mí —dice en voz baja—. Nunca se fijaría en un exmortifago. Pero, Astoria me acepta tal cual soy.

Al escucharlo, Pansy soltó una gran carcajada.

—¿Estás ciego, Draco? —le pregunto sin poder creer lo que acaba de escuchar—. ¿Piensas que San Potter no se fija en ti? Estás loco. Ese tonto babea por ti todo el tiempo.

El rubio se sorprendió al escucharla. Pero luego negó con la cabeza. Ella solo quería hacerlo sentir bien.

—No es así —niega convencido—. Él no me ha dado ninguna señal. Sabes, habíamos comenzado a llevarnos bien, pero ahora dejo de hablarme. Ya se cansó de mí.

La pelinegra dejó de reír para mirarlo con seriedad. No podía entender por qué su amigo no quería ver lo obvio. Está segura de que todo el colegio se dio cuenta de que Potter lo mira con amor, menos él. Pero entiende que el miedo está nublando a Draco y sin importar que le diga, él lo negara todo. Y a ella no le queda más opción que darle un empujoncito.

Mientras Malfoy seguía quejándose de sus sentimientos, ella comenzaba a planear algo en su mente. Para lograr su objetivo tendría que pedirle ayuda a cierta Gryffindor con la que no se lleva muy bien, pero Draco vale el esfuerzo. Es lo menos que puede hacer por él.

La conversación de ambos termino cuando Astoria entro en la habitación sin tocar. Ella se quedó quieta al verlos juntos. Rápidamente, la confusión se transformó en enojo. Le parecía injusto que su futuro novio pasará tanto tiempo con Pansy y no con ella como debía hacer.

—¿Por qué juntos en tu habitación? —la chica le pregunto a Draco.

—Estamos hablando. Pansy siempre viene aquí —respondió el chico con simpleza.

Los chicos que no tenían opción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora