C.4 Los celos son malos

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Cuando Draco despertó se dio cuenta de dos cosas; La primera, durmió toda la noche sin problemas y la segunda, tenía a alguien aferrado a su cuerpo.

Bajo la mirada encontrándose con el nido de pájaros que Potter llama cabello y vio como él muy tranquilamente dormía mientras lo abrazaba. Lo más extraño de todo para Draco, es que no le desagradaba para nada estar en esa situación con su exenemigo. Es más, se permitió apreciar detalladamente el rostro del castaño y sintió su corazón calentarse al reconocer que se veía bonito incluso estando dormido.

El sentimiento desconocido lo descolocó tanto que por impulso alejo a Harry de su cuerpo. Cuando este último sintio el empujón, empezó a despertar y Draco tuvo que fingir estar dormido. Cerro sus ojos en el momento exacto en que Potter se volteó a mirarlo. Creyó que él iba a decir algo, pero no escucho su voz en ningún momento. Lo que Malfoy no sabe es que Harry se había quedado observándolo a detalle como él hace unos minutos.

—Eres tan lindo cuando no estás mirándome como si fuera un bicho raro —susurra Harry y se toma el atrevimiento de alzar su mano izquierda para acariciar el cabello de Draco, el mencionado no se aparta—. Es tan suave como imaginé.

El ojiplata no pudo ignorar lo último que dijo Harry.

—¿Fantaseas conmigo, Potter? —se le escapó preguntar. El ojiverde se levantó de un salto y se mareó al hacerlo.

—N-No sé dé qué hablas —mintió descaradamente. Los ojos grises lo miraron con diversión.

—Te escuché fuerte y claro —aseguro poniéndose de pie. Lentamente, caminó más cerca de Harry mientras que esté retrocedía hasta que su espalda choco con una columna—. ¿Asustado, Potter?

—Ya quisieras, Malfoy —murmuro fijando su mirada en esos cautivantes ojos. El rubio sonrío con suficiencia.

Antes de que alguno pudiera decir otra cosa, se escucharon pasos apresurándose. Harry fue rápido en buscar algo en su túnica. Draco reconoció la capa de invisibilidad al instante.

—Has silencio —susurro el de ojos esmeralda tomándole la mano al chico para acercarlo aún más. Harry evitó pensar en su cercanía y se apuró en poner la manta sobre ellos.

Theodore Nott y Blaise Zabini aparecieron buscando algo con la mirada. Draco sabía que estaban allí por él, pero cuando Harry quiso quitarse la capa, el rubio lo evitó. No quería ser encontrado aún. Le hizo una seña a Potter para que hiciera silencio. Los otros dos continuaban revisando el lugar en busca de su amigo.

—No, Theo, no está aquí —dijo Blaise, preocupado.

—Tranquilo, Blaise. Ya aparecerá —trato de convencerlo—. Ven, busquemos a Pansy.

Cuando ambos estuvieron lo suficiente lejos, Harry quito la capa. Draco no le dio explicaciones de nada y solo se limitó a peinar su cabello con sus manos.

Estuvieron en la torre unos quince minutos más sin hacer nada. Ni siquiera se dirigían la mirada. Cuando comenzaba a hacerse tarde, Harry decidió irse para cambiarse de ropa. Pronto las clases comenzarían. Draco lo imito minutos después.

El ojiplata estaba confundido. No entendía por qué había acorralado a Potter de esa manera. Bueno, en realidad tenía claro que lo hizo para molestarlo, pero lo que no termina de comprender es ¿por qué se puso tan nervioso por tenerlo cerca? Claramente, pudo disimularlo y muy bien, pero por dentro su corazón estaba muy acelerado.

Decidió no darle más vueltas al asunto para no terminar sacando conclusiones absurdas. Ya demasiado raro es pasar tiempo con Potter y actuar como si fueran viejos amigos. No pueden seguir surgiendo más cosas extrañas.

[…]

Al heredero de los Malfoy le han caído mal los Weasley desde que tiene memoria y aún más cuando conoció a Ronald y él le quitó la oportunidad de ser amigo del Niño que vivió. Con el tiempo pudo superarlo —o eso quiere creer—, pero ahora mismo no puede dejar de desear que alguien le lance un petrificus totalus a Ginny Weasley. La chica ni siquiera está haciendo algo malo, solo está demasiado feliz haciendo reír a Potter Y él odia verlo reír.

Se pregunta, ¿qué puede ser tan gracioso como para que él se divierta tanto? Está convencido de que si quisiera, él podría hacer reír a Harry mil veces más que la comadreja, pero ahora está muy enojado con el ojiverde así que prefiere no pensar en él y aparta la mirada rápidamente.

Siente la mirada de Theo y voltea a verlo. El chico le lanza una mirada acusadora.

—Los celos son malos, Draco —le advierte su amigo soltando una risita.

—Claro, recuérdalo cuando veas a Longbottom con Lovegood —solto con malicia el rubio. Theo instintivamente miro hacia la mesa de los leones y su sonrisa se borro al ver a Luna riendo con Neville.

Draco sonrió satisfecho y continuó almorzando sin percatarse de que nunca negó estar celoso.

El fue él primero en irse del gran comedor sintiendo una mirada fija en su espalda. Siguió su camino sin importarle mientras maldecía a los pelirrojos. Aún no comprende que es lo que tienen, que llama tanto la atención de Harry. No es como si quisiera ser como ellos, de niño, tal vez, pero ahora solo le causa curiosidad.

Sabe que después de todo es él quien pasa sus noches con Potter.

—Demonios, eso sonó muy mal —murmuro ante sus pensamientos—. Todo sería mejor si le prohibieran la entrada a esa maldita comadrej…

—¿Hablas solo ahora? —cuestiono en tono burlón una voz detrás de él. Volteó rápidamente rogando estar equivocado, pero ahí estaba Harry.

—Me seguiste, Potter —acuso frunciendo el ceño.

—Sí, puede ser —acepto Harry sonriendo con diversión.

—No es mi culpa que tu novia no pueda entretenerte —dijo a la defensiva—. Ve a molestar a alguien más.

Harry comenzó a carcajearse.

—¿Hablas de Ginny? —pregunto. Él asintió—. Ella no es mi novia, créeme.

—Sí, por supuesto que sí.

—No, no lo es —negó nuevamente el de ojos verdes—. Ni siquiera me gustan las chicas.

Draco quedó boquiabierto. No podía creer lo que escuchaba. Pudo reponerse un minuto después.

—Tuviste que estar con medio colegio para darte cuenta —murmuro aun sonando molesto.

—¿Celoso, Malfoy? —Harry dijo a modo de broma, pero el rubio palideció.

Luego hubo un silencio muy incómodo.

Harry mostró la mano que escondía detrás de su espalda. Llevaba una manzana verde y se la tendió a Draco.

—Olvidaste la tuya —susurro Potter. Bajo la mirada avergonzado cuando Draco sonrío.

—Gracias, Potter —se sorprendió a sí mismo de decirlo—. Ahora déjame en paz.

Cuando el de cabello castaño estuvo lejos de su visión, Draco se permitió sonreír con alegría. Le pareció malditamente cursi la acción de Potter. No quería pensar en la razón de su actuar, solo disfrutar el momento. Porque a pesar de todo, sea un juego o no, él tiene su atención. No Ginny, ni Cho, él. Draco Lucius Malfoy.

Los chicos que no tenían opción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora