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Roier era todo lo que alguna vez alguien quiso en su vida.

Era atento, siempre al pendiente por si necesitabas de algo

Era amable, nunca lo verías siendo descortés con alguien que no lo merecía
Era listo, inteligente en todo el sentido de la palabra.

Era atractivo, sus facciones junto a su mandíbula bien marcada eran gestos imposibles de no ver.

Sin duda el habitante ejemplar de isla Quesadilla, el mejor de todos. Siempre responsable con sus tareas, trabajos, actividades y misiones.

Pero sobre todo, era cariñoso. En especial con su novio, y ahora prometido, Cellbit.

Algo que Quackity no soportaba.

De hecho, odiaba esa pequeña pero muy notoria cualidad del castaño. Le asqueada, repudiaba y provocaba dolor de cabeza.

No toleraba ni de lejos ver actitudes amorosas entre ambos.

Y sin querer, empezó a odiar todas las demás cualidades de Roier.

Porque si odiaba una, debía odiar todas.

Lo que en un principio comenzó como un mal sabor de boca, terminó en odio total sobre la existencia de su amigo.

Ambos eran bastante unidos, podría decirse que mejores amigos, no fue hasta que Quackity decidió tomar distancia y entablar un muro entre ambos.

Un muro que hasta la fecha, Roier no logra derribar ni entender porque fue que se construyó.

Quackity dejó de ser visto con frecuencia en los eventos, fiestas, reuniones y misiones.

Se alejó de los demás e incluso se dijó que empezó su propia ciudad a varios kilómetros de distancia de donde todos los demás habitantes de isla Quesadilla vivían.

Y los intentos fallidos de Roier por reconstruir la cercanía con su amigo fueron de apoco desapareciendo.

Se resignó a la idea de que quizá la gente cambia, las amistades terminan y lo que alguna vez creyó conocer de Quackity, también desapareció.

Aquello le rompió totalmente el corazón.

~~

—¿Viste el periódico esta mañana? —La puerta principal se abrió y tras eso Cellbit entró a casa —¿Deberíamos ir?

Roier se dio media vuelta. Ambos tenían tareas designadas en el hogar para facilitar la convivencia entre ambos, puesto que habían decidido mudarse juntos tras la propuesta de matrimonio.

Querían hacer una vida juntos, ser parte el uno del otro.

Roier por su parte se encargaba del desayuno, recolección de materiales y orden dentro de la casa.

Le gustaban las tareas tranquilas, sin mucho esfuerzo y que en general no le causarán tanto estrés o movimiento.

Sus tiempos de guerrero y explorador habían quedado un tanto atrás desde que Quackity dejó de llamarlo para salir a expediciones.

Y hace bastante tiempo desde entonces.

—No, pero Max me habló sobre eso... —Dejó sobre la mesa los platos con comida y limpió ambas manos entre un trapo —Esta vez creo que las cosas son más serias, Cell, siento que deberíamos ir...

—Lo sé pero, ¿No crees que con los demás será suficiente? Quizá terminemos estropeando las cosas si vamos demasiados —Se acercó y con sutileza tomó las manos del castaño entre las suyas.

La preocupación estaba siendo evidente. Ambos se miraron con miradas miedosas y curiosas por lo que el futuro, no sólo de ambos, sino también de toda la isla, podría ser.

Si Tu Me Quisieras || SpiderDuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora