IX (capitulo final)

128 5 1
                                    

—¡Obito! —gritaba el chico desesperado.

—¿Qué pasó? —Llega casi corriendo.

—Ayudame... —Dice con su último aliento y se desmaya.

Doce horas antes

—Ya resolvieron lo suyo, ¿verdad Obito? —Pregunta Itachi.

—Porfin me aceptó —Sonríe. Sonrió también.

—Me alegra que porfin todo se arregle, y que se diera cuenta que lo que sentía por mi no era amor, si no obsesión.

—Si bueno, al parecer le fue difícil darse cuenta. Dice que la paso muy mal en prisión, lo trataban muy mal, incluso golpeaban y de más.

—Que mal...

Volteo y veo a Naruto que viene hacia nosotros.

—¿Saben donde se metió Deidara? No lo encuentro —pregunta Naruto.

—Dijo que iría a su departamento por algunas cosas, y se regresaba ¿Por qué?

—Me acaban de llamar, Deidara esta en peligro.

—¿Qué?

Deidara Namikaze

—Por tu maldita culpa estuve preso todos estos años.

—Dosu, baja esa arma.

—¡No la bajare hasta tenerte tres metros bajo tierra! Maldito hijo de puta. —Frunso el ceño.

—¡Tú aceptaste las condiciones, todo por el puto dinero. Sabías lo que iba a pasar, sabías que íbamos a caer presos, tú bien lo sabías!

—¡No, no, no. El maldito doble tenía que terminar la condena, no yo! Tú no sabías, pero yo tengo una puta familia.

—Lo hubieras pensado antes de asociarte conmigo. —Muevo sigilosamente mi mano hacia atrás, donde tengo un cúter que podría ser útil para defenderme.

Tomó cuidadosamente el cúter, sin sacarlo aún mantengo la mano en ese lugar.

—Pero si tu me obligarte.

—Eres un puto matón, por eso fue que te contrate.

—Maldito —Dispara una bala que roza un poco mi rostro dejándome helado.

—Deja esto por la paz, ya estas libre, ¿no? Ahora vete y no vuelvas.

—¿Quiere que me vaya? Sabes, desde que sali de prisión lo perdí todo, mi familia se fue y se fue con todo. No tengo nada, y todo por su culpa.

—También fue tu culpa, por aceptar.

Óbito Uchiha

—¿Puedes darle más rápido?

Estoy bastante asustado, si algo le llega a pasar a Deidara, no se que haré.

Itachi acelera y llegamos al departamento de Deidara, subimos el elevador como diez pisos. Cuando llegamos justo la puerta estaba medio abierta, la abro lentamente para verificar que no haya nadie. Cuando examinó el lugar, todo está en bastante silencio, logrando asustarme más de lo que ya estaba.

—¡Deidara! —Gritó.

—¡Obito! —se escucha un grito desesperado. Corro hacia su habitación y lo veo sentado en una esquina de la habitación, con la mano en su abdomen, estaba sangrando. A su lado había alguien más, quien no se le notaba la cara.

—¿Qué pasó? —corró hacia él.

—Ayudame... —Dice con su último aliento y se desmaya.

—¡No, no. Mierda! Itachi, llama rápido a una ambulancia. No puedo hacer nada en estas condiciones.

Reflexión (Itanaru) (Obidei) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora