Dejando Seattle en medio de la noche, llego a Billings, Montana, al mediodía. Wade siempre está encima de mí por ser demasiado tacaño para comprar un boleto de avión cuando vengo de visita, pero me gusta conducir. Me gustan las largas carreteras abiertas, la paz y la tranquilidad, y la sensación de que te estás moviendo constantemente. Es el único momento en el que no me importa que me dejen solo con mis propios pensamientos.
También me gusta tener el control de a dónde voy y cuándo voy. Y encaso de que necesite escapar, cosa que sucede mucho cuando estoy cerca de mi madre, no quiero tener que depender de otra persona o tener que lidiar torpemente con el transporte público. Quiero poder alejarme, tomarme un momento para mí, y solo respirar cuando quiera.
Me detengo en el cementerio y me estaciono en la fila de lugares opuestos a la parcela de Bright. Enfrentándome al invierno, tomo mi abrigo y mi gorro gruesamente acolchados del asiento del pasajero, antes de salir del auto.
Colocándome las mangas y cubriendo mi cabeza fría, abro la puerta trasera y agarro la pequeña bolsa de dulces.
Arrastrando los pies, me pregunto por qué esto nunca se vuelve más fácil. ¿No se supone que el tiempo cura todas las heridas? Sin embargo, cada vez es como la primera vez, y el recordatorio de que estoy viviendo en un mundo sin mi hermano me aplasta de nuevo.
Cuando llego a la lápida de mármol de color gris, coloco la bolsa de dulces en la parte superior y sostengo mi mano sobre la superficie fría, sintiéndome extrañamente cerca de Bright.
—Entonces tú eres el tipo que deja esto aquí —dice una voz desde detrás de mí.
Me sobresalto ante la interrupción, pero rápidamente me consume un pinchazo de molestia y una fuerte dosis de reconocimiento.
Gulf.
Queriendo que el suelo me trague entero, no me doy la vuelta o reconozco su presencia.
Las hojas caídas crujen debajo de sus pies, y cada paso me advierte de su inminente cercanía.
—Me preguntaba quién era el que conocía a Bright lo suficientemente bien como para dejar esos horribles dulces aquí cada dos semanas. —No estoy seguro de qué decir, me quedo en silencio—. Para ser honesto — continúa—. Pensaba que era tu madre o tu hermana.
No sé por qué la idea de que mi madre deje pequeños regalos para Bright me hace reír, pero lo hace. No es un bramido fuerte, sino un retumbe bajo en el pecho que me sorprende.
—Ella odiaba que a él le encantaran —le digo, reconociendo su presencia.
—Sí lo hacía. Como si sus preferencias la ofendieran personalmente —dice con humor. Inesperadamente, su hombro roza el mío, mientras da un paso a mi lado. Tomado por sorpresa, me muevo una fracción para que ya no nos toquemos. Sus labios apretados me dicen que se dio cuenta; pero en lugar de decirlo continúa divagando sobre los dulces—. En realidad, mirando hacia atrás, no sé cómo no sabía que eras tú. Tú tenías un alijo interminable cuando éramos más jóvenes. Los conseguías y los colabas en su habitación.
Giro la cabeza para mirarlo y mis pensamientos tropiezan ante el hombre que me devuelve la mirada. Las mejillas de Gulf están sonrojadas por el aire fresco y enérgico; su ojos color negro ya no son los mismos orbes sin vida que encontré hace un año. En cambio, hay una luz tenue que parpadea, como si estuviera atrapada; insegura si brillar intensamente o dejar que el rayo de luz restante de vida sea extinguida en él. Luce bien en él.
Sorprendido por mis propias observaciones, de mala gana aparto mi mirada de la suya, y aclaro mi garganta. Tragando, me lamo los labios, librándome de la sequedad en mi garganta antes de preguntar:
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SIN TI (MewGulf -Adaptación)
Любовные романыGulf era el chico de al lado. El mejor amigo de mi hermano, encajaba con mi familia de una manera que yo nunca podría. Mientras él y Bright pasaron a jugar a las casitas, dejé la única vida que conocía, desesperado por un nuevo comienzo. Hasta que t...