SIN TI (MewGulf -Adaptación)

25.MEW

Cuando Gulf y yo finalmente logramos dejar de molestarnos, el calor y las bromas son reemplazados con un estado de ánimo más serio y preocupante.

La noticia que Gulf volvería a Seattle conmigo me había impresionado tanto que me tomó demasiado tiempo recordar lo que realmente significaba.

Estaba dejando la casa que había mantenido su corazón por tanto tiempo. E incluso aunque parecía completamente embelesado con la emoción de su mudanza no había forma de que no le preguntara cómo se sentía antes de salir de aquí por última vez.

-Voy a empacar las cajas en mi camioneta -le digo-. Solo tómate tu tiempo con cualquier otra cosa que necesites hacer.

-Puedes ponerlas en mi auto -dice. Le doy una mirada exasperada.

-No vas a conducir este auto a Seattle.

-Necesito un auto, Mew.

-Soy muy consciente de eso, pero no es este. -Me mira, y eso desencadena una idea-. Está bien, si quieres que este auto venga con nosotros, entonces tienes que dejarme conducirlo a casa.

-¿Qué? -grita.

-Me escuchaste. Yo lo conduciré.

-No voy a ganar esta discusión, ¿verdad? -dice en un suspiro. Descaradamente, sacudo la cabeza.

-Es poco probable.

Gulf se acerca a mí y me pone una mano en el hombro.

-Sé que solo estás haciendo esto porque te preocupa que lo conduzca, y te amo por eso, realmente lo hago. Pero por favor no hagas de esto una cosa.

Ignorando su solicitud, solo uso mi audiencia selectiva para concentrarme en la única parte de esa frase que quería escuchar de nuevo.

-Dilo de nuevo -lo interrumpo. Él entrecierra sus ojos hacia mí.

-¿Qué?

-Dime que me amas.

Gulf muerde su labio inferior, sofocando su sonrisa.

-¿Qué tanto quieres oírlo?

-Te dejaré conducir si lo dices.

-¿De verdad?

-Probablemente no.

-Imbécil -murmura con una sonrisa-. Pero te amo. Ofreciéndole un beso rápido, saco las llaves del bolsillo trasero.

-Déjame darte un poco de privacidad. Dime si necesitas algo. Agarra mi muñeca, deteniéndome.

-Estoy bien, lo prometo. Llevemos las cajas, luego tengo algo que quiero mostrarte antes de irnos.

No toma mucho tiempo y todas las cajas que vienen con nosotros están guardadas de forma segura y cubiertas en la parte trasera de mi camioneta. Cuando vuelvo a entrar por la puerta de entrada Gulf me está esperando con la misma caja de madera que cambió mi vida todos esos meses atrás.

Cautelosamente, me acerco a él e inclino la barbilla hacia la caja.

-¿Terminaste leyéndolas? Niega con la cabeza.

-Creo que lo que me dijiste esa noche la semana pasada fue el resumen perfecto de exactamente lo que hay en ellas.

-¿Cómo lo sabes?

-Porque, tal como dijiste, lo conozco. Lo olvidé a lo largo del camino, y tú me lo recordaste. -Una de sus manos comienza a trazar la madera estampada sin pensar mientras continúa-: No habría habido condiciones puestas en la felicidad que él quería para mí. Entonces, hice un esfuerzo consciente de dejar de ponerme condiciones.