Rescate

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Nisa robo el auto de alguien luego de poder huir, con ella el padre iba a su lado de copiloto con las manos juntas, estaba temblando todo pálido rezando en mormullos por lo que seguramente era por sus almas. Durante el viaje sin rumbo estacionó el auto en una gasolinera.

—Aquí las cosas son más rápidas y meticulosas qué en mi país. — Jeison no pareció entender — Tapate la cara, y ve a lavarte las manos. Dejaré este coche antes de que vengan a por nosotros.

—¿Qué? No puedo ir contigo.

—Ni volver, si lo haces morirás, y no, no es opción para mi. — le dijo recordando aquella escena del padre aceptando morir — No puedo morir con ese remordimiento. — hipócrita mencionarlo después de todo su trabajo.

—No, no lo entiendes...

—¿Qué no entiendo? Padre jeison, usted lo que busca es morir de forma violenta para que su salvador le permita entrar el cielo. — la cara del padre motivo a seguir hablando— Ya qué si si se suicida Dios no le salvara. Qué noble.

Sin mencionar más el padre siguió el rumbo al baño, dejándola a ella sola afuera revisando su bolso, dio gracias no soltarlo mientras huia, ni tampoco dejo el hábito por lo que debían ambos quitárselo ya que dos personas yendo a esas horas de la noche con el hábito, llenos de sudor y algunas heridas superficiales no era buena idea. Alrededor había una cafetería, aquellas típicas cafeterías de carretera con un eslogan viejo color amarillo con rojo, desde su punto puede ver que las trabajadoras una prenda falda amarilla.

Debía entrar, pero no mientras tenía toda su ropa hecha un desastre, pero una buena idea se le ocurrió. Camino en dirección a la cafetería siendo detenida por el padre jeison.

—¿Qué haces? Si entra así levantaras sospechas.

—No. — sonrió — Solo quédese aquí. Un mujer da más credibilidad qué un hombre.

En ese punto jeison sabía que ella tenía mucha razón, el rostro de la joven ya es deporsi de una víctima, tiene una estatura baja, complexión delgada, pero sabe que bajo esa ropa hay músculos, por qué de ahí no explica que pueda alzar bien un arma con solo una mano para poder disparar. Ella posee algo en sus ojos que te hace caer para ayudarle, y no sabe si fue eso lo que le hizo caer o es el hecho de que aun no se perdona todo.

Cuando giro por la ventana la vio llorando y temblorosa mientras varias personas le rodeaban. ¿Qué mentira dijo con el hábito puesto?. Una de las mujeres miro a la ventana y luego fue por él.

—Entre padre, afuera hace mucho frío. — pidió. Entrando escucho su llanto tan creíble.

—Si... Si... — dio un gran respiro — Si no fuera por el padre ese hombre seguramente hubiera abusado de mi, solo pido por su alma. — dos de las mujeres que atendian la cafetería miraron con mucha pena a la pequeña madre — Yo, quisiera que me prestarán el teléfono, llame a la policía pero entre tanto alboroto perdí mi teléfono... — miro la nada — La policía deberá estar en camino. Solo quiero llamar a la hermana hortensia y decirle por que no llegaremos a tiempo para celebración.

—Oh, no se preocupe madre, puede entrar primero a la oficina. — le ofreció una de las mujeres que parecía tener mayor edad, su cabello era rubio y casi blanco, usaba unos terribles zapatos con medias para ocultar de forma muy torpe la varices qué se formaban en su blanca piel.

Ambos fueron guiados a la oficina, dejando atrás la decadente sensación que era un pecado seguir así, pero el padre Jeison tenía dos voces dentro de su cabeza, los cuales ignoraban por completo su promesa.

Al llegar la mujer les dejo solos dentro para que hicieran las llamadas.

—No estamos muy lejos de su casa, probablemente estén buscándonos así que haré algo muy arriesgado. — contó marcando un número. No dijo nada hasta luego de diez segundos — Nisa G. Pedí una orden de pizza peperoni, pero mi pedido no ha llegado, me temo que quiero cancelarlo. Oh. — dijo sería — Es una lástima entonces, de verdad quería una pizza.

MorteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora