Misión

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Nisa salió de la casa ya en llamas, sabía perfectamente que la casa era de seguridad otorgada por Mictlan, por ello comenzó a sospechar que alguien del Mictlan traicionó al gobierno. Las cámaras de reguridsd, los sensores, nada. Nadie le dio aviso, nadie le advirtió. Al salir tiro su movil pues era una trampa llevarlo consigo, debía buscar algún lugar donde estar mientras buscaba información de lo sucedido. Las primeras noches la paso en un albergue de la iglesia haciéndose pasar por huerfana, se pinto el cabello de negro y se puso pupilentes. Cada dos días cambiaba de refugio, hasta que pudo localizar a unos de sus hermanos.

—Luis, soy Nisa. — hablo al teléfono y su hermano rápidamente contesto.

—¿Qué ocurre? Pensé que estabas muerta, no has vuelto, aquí esta poniéndose feo.

Luis me han tendido una trampa, Mictlan tiene ratas.— su hermano se quedo callado unos segundos.

—También lo creo... — el joven pareció respirar hondo — Hay dinero en la cuenta, trata de mantenerte vida hasta saber quien fue. Entra al computador con la clave mía, será seguro.

Nisa sabía que no podía buscar información ya que podría ser encontrada, ni tampoco usar su clave, y dentro de la organización cada quien tenía su clave por lo que sería buena idea, ella confía en su hermano Luis, ambos llegaron ahí desde bebes y los criaron como hermanos.

Luis colgó la llamada, por lo que tendría unos minutos para huir de la zona antes de ser rastreada.

Siguio su estilo de vida huyendo con el nombre de Carmen, cada vez que llegaba al albergue era recibida, y dio gracias a saber demasiado de la religión, así pasaba como una fiel creyente sin hogar.

—Oh querida, ¿estas rezando? — pregunto una voluntaria mirándola sentada en la iglesia con sus manos juntas.

—Dios ha escuchado mis plegarias. — dijo metida en su papel de creyente. La mujer sonrió, parecía que era lo que esperaba escuchar.

—¿Si?

—Encontré este lugar y ma han tratado bien, por eso le doy las gracias.

—Oh, mi niña. — la mujer de estatura baja y cuerpo robusto camino hacia ella abrazándola. Su cabello rojizo caía sobre sus hombros — Dios es compasivo.

El padre de la iglesia había platicado con Nisa sobre ayudar en voluntariado, cosa que hizo debido a que la zona donde estaba usualmente recibía perdonas migrantes, un buen lugar para estar unos días. Al quinto día estando en el albergue el padre noto que ella sabía poco sobre los ordenadores, y le pido ayuda. Era bueno ganarce la confianza, podía usar el ordenador sin problema.

Jeison, el padre de la iglesia no era como los otros, su edad es de veintidós nueve años, había entrado a clero debido a la muerte de sus padres, parecía que la fe logro rescatar lo poco que había quedado de él. Su edad parecía ser buena para empatizar con la juventud, era un poco mas abierto a ideas, no seguía el clero de forma errada ni tampoco de forma estúpida. La mayoría de sus seguidores eran familias modernas, y mucho adolescente qué recibía sin poner peros. Ayudaba a muchos a reformarse, usaba parte de su dinero personal para poder ayudarlos.

Después del octavo día estaba cansada, había estado alerta los últimos días lista para huir, por lo que confío un poco de la buena fe y se quedo dormida en la oficina de la iglesia, el padre jeison no le molesto. Pero el ruido le despertó, había demasiada alboroto afuera, Nisa dio un respingo poniéndose los zapatos lista para huir, se escuchaba gente correr y gritar, al tratar de salir de la iglesia era demasiado tarde, estaba la policía dentro. Ella sabía ya varias rutas para huir, una de ellas es la ventana de la oficina, así que la abrió pero la puerta se abrió, era jeison. Al verla tratando de huir supo que algo no estaba bien, pero tampoco pregunto.

MorteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora