1 año después.
Un año, ha pasado un puto año en el que pude respirar. Lloraba todas las noches pero era libre y feliz. Hasta ahora Will está bien, Darek no le hizo daño. Todo estaba bien, eso narraba William cada vez que hablábamos.
Mi vida en Italia cambió mucho, tuvo gran giro inesperado. Cameron me cuidaba bien pero, ni siquiera me aguanta. Sólo lo hace por Will, estoy segura.
Ya ha pasado un año y pienso más en Aiven que en otras personas. Fue tan corto tiempo con el y a la vez se sintió como si fuera una vida entera, lo extrañaba mucho, no sólo a el. Creí que era tiempo de regresar pero no era buena idea. Además, Cameron decidió mudarse a los Estados Unidos, por lo tanto tuve que ir con el.
- Claudia, no sé si sea idea mía pero se volvió a hacer en el pañal - la señora Mery salió de la habitación en la que me quedaba.
- Enseguida iré, gracias.
- No hay de que - me levanté de mi asiento para ir a revisar - Claudia , mi niña. Quiero hablar contigo un momento ¿Sí? Búscame luego.
- Está bien, no se preocupe. Ahora vuelvo.
Entré a la habitación a revisar al bebé. Como dijo Mery, el bebé se había hecho en su pañal. Así que rápidamente lo limpié y le puse otro, lo volví a acostar en la cuna y miré las primeras fotos de las radiografías. Realmente me había llevado algo conmigo que siempre me recordaría el pasado. Nadie nunca sabrá quien es el padre, excepto Cameron. Tuve que contarle todo para que me ayudara con eso. Aún con su mal humor, lo hizo.
Salgo de la habitación y busco a la señora Mery. La encuentro sentada en la sala esperando por mi, eso parecía. Me senté junto a ella.
- Dígame que ocurre - le dije amablemente.
- Quería decirlo desde el día en que llegaste aquí.
- Sin miedo, puede hablar.
- Hay un hombre... El... dijo que te conocía - ¿¡Hombre!? - dijo que estarías bien con él, así que lo dejé pasar.
- ¿A quién dejó pasar? - pregunté alarmada. Mi cabeza solo podía pensar en aquel hombre del que había estado huyendo todo un año.
- A mí - la voz masculina se hizo presente en el lugar.
<<<¡JO-DER!>>>
- Les daré tiempo para hablar - avisó Mery enterando en su habitación.
- No, no, por favor - pedí - señora Mery...
- Tranquila - fue lo único que dijo después de desaparecer de nuestra vista.
No tenía cara para mirarlo a los ojos. Sabía y notaba que él en cambio, sí me miraba fijamente a mí. Quizás esperaba una explicación coherente pero a pesar de haberla, no quería tener que decirle todo lo que pasé. No entendía que hacía aquí, menos después de un año sin saber mí y en los términos que dejamos nuestra amistad.
Aiven, por fin levanté la mirada y ahí estaba él, nuevamente frente a mí. Se encontraba totalmente cambiado, llevaba una camiseta negra con dos botones sin abrochar, combinaba sus pantalones con las botas militares. Todo del mismo color. El cabello despeinando, manteniendo su color negro sobresaliente. Se había dejado una barba de algunos días, lo notaba. Lo único que no cambiaba, era el enojo que había en sus ojos al mirarme.
Mi garganta solo pasaba la gran carga de saliva que tragaba, los nudos formados en la misma. No podía hablar, no tenía razones o excusas. Él me había ayudado tanto y simplemente lo saqué de mi vida y huí.
- A-aiven - logré pronunciar con dificultad. La manera en la que me miraba, no ayudaba mucho.
Sin embargo, no respondió , no habló, nada. Excepto por los largos pasos que comenzó a dar hacia mí. ¿Huir de nuevo sería buena idea? ¿Podría? Pues a estas alturas, lo dudo. Me había logrado acorralar.
- Me vas a dar una buena explicación de todo lo que ha ocurrido este tiempo - soltó de repente con una voz gruesa y autoritaria. Incluso eso había cambiado en él - Las razones de haberte ido, todo lo que no me dijiste ese día y sin mentiras.
- Tu... - volví a tragar el nudo de mi garganta - ¿Me has estado buscando?
- Desde que supe que te habías ido, moví todos los países que pude por encontrarte.
- ¿Cómo lo lograste?
- Eso va luego, no me cambies de tema Claudia. Responde lo anterior.
En ese momento, me lo pensaba, quería y necesitaba desahogarme con Aiven. Pero cuando al fin lo decidía, el bebé comenzó a llorar otra vez. La mirada de Aiven viajó por toda mi cara, buscando una expresión que le negara la idea seguro pasaba por su cabeza.
- ¿Ese bebé...?
- Lo siento, necesito ir a verlo.
Aiven me dió paso, pensé que podría escapar pero no. Me siguió hasta la habitación del bebé y ahí solo se dedicó a mirar mis movimientos, y sobretodo a mirar a la criatura.
- ¿Es...?
- Mi hijo - dejé en claro - Aiven - dije su nombre. Había decidido ponerle así, justamente por el hombre que pensaba que no volvería a ver en mi vida.
- ¿Entonces lo que sé es cierto?
- No sé lo que sepas Aiven, ni siquiera sé por qué estás aquí, buscándome a mí.
- Él te vio-
- Sí, lo hizo. No hace falta que digas las palabras completas - sonreí - ya pasó un año, lo superé y tuve a su hijo, él no lo sabe y no quiero que lo sepa - mis ojos comenzaron a cristalizarse - Me había amenazado con hacerle daño a mi hermano, a mi única amiga, y... A ti. Tuve miedo, le conté a mi hermano y pagó mi billete de avión. Mi hermano Cameron me ayudó a esconderme aquí todo este tiempo, llego viviendo aquí un año con la señora Mery y mi hermano - suspiré - ya tienes toda la historia, puedes volver de dónde vienes.
Ahí escuché la carcajada saliente de sus labios - No vine para escucharte e irme, te he buscando para llevarte conmigo.
- No puedo, te harán daño, a ti y a mi hermano. No puedo cuidar de ustedes, solo soy una chica con un hijo , huyendo de su peor pesadilla.
- Te protegerán.
- Sí, claro. ¿Te crees que conozco algún tipo de mafioso o algo así? - asintió - preséntame a tipo que ni siquiera me acuerdo de él - solté mezquina, ya que claramente no conocía a nadie lo suficientemente capaz de protegernos.
- Pues hola - saludó divertido - Me presento, Franco Brancaccio Arenello, jefe mayor de la mafia italiana más temida de todo el puto mundo. Aiven, era solo un personaje hasta que apareció cierta persona que arruinó mis planes. Darek, es en realidad Manuelle, un hijo de puta que me ha robado muchas cosas... Es mi enemigo hace tiempo, la rivalidad no era fingida.
- Es decir que tú...
- Te protegeré a ti y a tu hijo, solo ven conmigo.
- ¿Por qué lo harías?
- Por la misma razón por la que di millones por buscarte.
Justamente ahora, tenía enfrente a la persona por la que lloré noches seguidas. Pero en mi cabeza solo pasaba la idea de que había conocido solo un personaje fingido. ¿Era así? ¿Qué debería hacer?
Franco...
Brancaccio...
Arenello...
Jefe mayor de la mafia italiana...
Un jefe temido...
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Protégeme
RomanceTodas las chicas desean su propio cuento de hadas, pero por desgracia la vida no es así. Eso pensaba Claudia antes de aquel incidente que llevaba planeando un extraño chico de cabello oscuro y mirada penetrante. ¿Será el chico de cuentos de hadas qu...