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Rhaenya escuchaba desde su balcón los gritos agonizantes que provenían desde las calles de King's Landing, como ella había predicho la llegada de Daemon traería un alboroto en la ciudad y muy pocos sabían que la plebe sería la que pagaría esta vez...

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Rhaenya escuchaba desde su balcón los gritos agonizantes que provenían desde las calles de King's Landing, como ella había predicho la llegada de Daemon traería un alboroto en la ciudad y muy pocos sabían que la plebe sería la que pagaría esta vez para la joven platinada todo el caos, la muerte y la sangre le resultaba excitante algo bastante perturbador para muchos en su familia pero también normal para otros ya que la sangre del dragón corría por sus venas y no se esperaba menos de ella.

La jovencita desde una temprana edad se había mostrado como alguien apasionada por crear caos por donde iba, un caos que en ocasiones terminaba con alguien sangrando lo cual la hacía sentir más viva de lo que estaba muchos habían especulado que la joven Rhaenya podría llegar a ser un segundo Maegor igual de sádico y loco que el rey siendo la preocupación de muchos y la atracción de otros como lo había sido para Daemon Targaryen para él la forma en que su sobrina no era como las demás damas de la corte fue lo que llamó la atención del príncipe canalla hacia la princesa de Dragonstone.

—¿qué haces aquí?—susurro Rhaenya al sentir una presencia detrás de ella—no es propio de una doncella que a la hora del búho un hombre este en sus aposentos y allá entrado sin que nadie lo sepa

—¿como sabias que era yo?—preguntó Daemon dejando su casco sobre la pequeña mesa que había

—¿quien más entraría a mi cuarto sin que Ser Matthos se enterara? Nadie más Daemon Targaryen—dijo Rhaenya dándose vuelta para mirar a su primo que estaba lleno de sangre—¿como estuvo la casería?

—mejor de lo que espere—dijo Daemon sentándose en una de las sillas—¿te despertaron los gritos?

—fueron música para mis oídos—dijo Rhaenya acercándose para tomar algo de vino—aunque no se si a mi tío le agrade escuchar lo que acabo de decir

—ni a tú madre—dijo Daemon recibiendo una copa de vino de su sobrina—¿si sabes que todos se observan no?

—claro que lo se, todos esperan que me vuelva loca como se volvió Maegor en su momento—dijo Rhaenya para beber algo de vino—mi madre es tan dulce que todos esperan que sea la reencarnación de Maegor ¿haz oído lo que hablan de nosotros?

—¿de ti y de mi o de nuestro linaje?—preguntó Daemon mirando de pies a cabeza a la platinada

—no existe un nosotros en este mundo—dijo Rhaenya tomando a Daemon del mentón para mirar esos ojos lavandas que adoraba—y jamás lo hará querido tío

—¿cómo estás tan segura?—pregunto Daemon tratando de tocarla pero la platinada se alejó—¿a que te referías?

—cada vez que un Targaryen nace los dioses lanzan una moneda al aire y el mundo espera a ver a qué lado caerá...

—la grandeza o la locura—terminó Daemon por su prima para acercarse a ella—¿que con eso?

—¿que lado cayó en mi caso? ¿La grandeza o la locura?—pregunto Rhaenya mirando por su balcón—¿cual es el destino que reparan los dioses para mi?

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