¡Ayúdame por favor!

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Elías Ruiz necesitaba un trabajo desesperadamente.
Se le estaba agotando el dinero y no había mucho que pudiera hacer, había dejado cuanta solicitud pudo en diferentes lugares.

Apenas unos días antes había hablado con Lucas Solano, el dueño de una importante cadena de tiendas de ropa para obtener el puesto de vendedor en una de las prestigiadas tiendas.

Elías la estaba pasando difícil ya que su familia lo había abandonado al declararse gay.
Su único apoyo era Claudia, su madre, pero era una mujer con una educación muy arraigada que difícilmente iría en contra de su padre, el cual insistía en que se case con una muchacha, hija del dueño de un importante rancho que se dedicaba a la ganadería. Así que este era el momento de enfrentar el riesgo de aceptar libremente su orientación y hacerse cargo de él mismo al salir del famoso 'closet'. dejando su pequeño pueblo y con un poco de dinero que había ahorrado se mantuvo unas semanas.
Elías estaba revisando sus correos como por sexta vez en el día, algo que venía haciendo de manera compulsiva, hasta que su teléfono sonó.

—¿Si bueno?

—¿Hablo con Elías Ruiz?

La voz grave de al otro lado de la línea desconcertó a Elías que al no reconocer la voz separó el teléfono para ver la pantalla.

No tenía registrado ese número.

-Sí a sus órdenes, diga.

Un suspiro de alivio escapó de la boca de Lucas.

-Hola, soy Lucas Solano. Dueño de Nova moda.

Elías rápidamente se peinó el cabello con los dedos, como si estuviera en frente de Lucas y este evaluara su aspecto.

-¿Buenas noches señor Solano en que le puedo servir?.
La emoción en la voz de Elías era más que evidente.

-Veras Elías... Rayos, ahora venía la parte difícil de todo esto, explicar al tipo que en realidad le ofrecería el puesto de "administrador en llantos y babas y catador de papillas"

—Necesito un empleado, y recordé que tú recién fuiste a la tienda —Lucas se rascaba la cabeza por nervios.

De manera intempestiva Elías soltó un fuerte —¡acepto!.

La risita que se escuchó detrás de la línea hizo que Elías cierre los ojos y que su cara se tiñera de un rojo intenso.

Pero en verdad recordar que sólo tenía dos billetes para un par de días le había hecho reaccionar de esa manera.

—¡Hey hombre!, Lucas quería explicar al tipo de que iba la cosa. —Que te parece si te doy mi dirección y platicamos, de ser posible hoy mismo.
—Claro señor Solano, solo por favor si me da su dirección, Elías anotó rápidamente mientras acordaban verse en una hora.
Elías se levantó, se dió una ducha rápida y cambió su ropa.

Enfrente al espejo observó su apariencia, su única camisa formal de color lila, sus entallados pantalones grises y un par de lustrosos zapatos negros, sonrió satisfecho. Tomando un pequeño maletín se dirigió a la calle para tomar un taxi.



Lucas terminó su cena, justo cuando el potente llanto lo asustó.

Con tanta paz, casi olvidaba al pequeño Luca.

—Ya voy, ya voy pequeño bodoque llorón. Lucas entró en la recámara, en medio de la cama estaba tirado el bebé cuyo rostro totalmente rojo estaba mojado por las lágrimas.

Suspirando Lucas lo pegó hasta su cuerpo. —Shhhh, ya, ya.
Su intento de consolar al bebé mientras sacudía suavemente al pequeño parecía estarle funcionando pues poco a poco se fue calmado hasta terminar con pequeños gorgoreos. —Tranquilo guapo, no eres el único que está en una nueva situación. Mientras hablaba con el pequeño este levantó la mirada, y como si entendiera lo que Lucas le decía emitió una sonrisita que le hizo enternecer. —Eres un pequeño rufián, con esa sonrisa puedes ganar un reino. Despacio subió al bebé hasta su rostro y le dió un pequeño beso en sus redondos y suaves mofletitos.
Lucas caminó con el bebé hasta la sala y se sentó para revisar todos los documentos de su hermana y su cuñado.

Al terminar de leer los papeles de Luca, sonó el timbre.

Con una rápida mirada Lucas vió su reloj. —Vaya, ¡que rápido pasó el tiempo!






Elías había encontrado la bonita casa situada en una elegante zona residencial. Asombrado mientras pagaba al taxi Elías observaba los alrededores. —¡Vaya que así debe vivir el dueño de las tiendas! —se dijo mientras tocaba el timbre.
Aliso sus pantalones, en un intento ansioso de secar las palmas de sus manos.

—Hola, buenas noches.

Elías casi se atraganta ante la vista que tenía del hombre delante de él, quien cargaba paternalmente a un precioso bebé de intensa mirada castaña.

"Un buen padre de familia, sonrió con nostalgia"
—Buenas noches, —extendió su mano a modo de saludo la cual Lucas aceptó con un suave apretón.

Adelante, Lucas se hizo a un lado para permitir el paso a Elías. —"guapo", pensó Lucas mientras su mirada escaneaba el pequeño y redondo trasero delante de él.

Una vez en el interior, Lucas lo guió hasta la sala en donde una manta tirada en el suelo y algunos juguetes sirvieron de cama improvisada para depositar a Luca ahí.

Siéntese señor Solano, Lucas señaló el cómodo sillón frente a él.

—Gracias,—Elias ocupó el asiento mientras su mirada gris observaba a Lucas.

Casi de su misma altura de un metro con ochenta, delgado, cabello largo  hasta los hombros, rubio, una mirada traviesa y la misma sonrisa del bebé era una imagen masculina muy agradable de observar.

—En serio gracias por venir. Lamento mucho haberlo llamado tan de repente pero en verdad necesito a un empleado de manera inmediata.

Elías lo observaba con una sonrisa amable. —No se preocupe señor Solano, al contrario su llamada fue muy oportuna.

Lucas sonrió amistoso. —No le voy a demorar mucho. Acomodándose para darse valor Lucas miró a Elías fijamente. —Necesito a un niñero.

Elías de no estar sentado se hubiera desmayado con el abrupto anuncio.

Lucas al ver la cara impávida de asombro carraspeó para llamar la atención de Elías.

—Ese pequeño —dijo Lucas señalando al bebé sentado entre las mantas que chupaba y babeaba una suave pelota de goma, —es mi sobrino,—su gesto fue de dolor, —mi hermana y cuñado murieron hace cuatro días víctimas de un accidente automovilístico. Y ahora yo soy el único tutor de Luca.

Elías observaba al bebé y luego a Lucas. —Y... —Elías quería hacer las preguntas correctas —usted lo que quiere es que yo cuide a su sobrino, ¿es así?.

Lucas se pasó las manos por el cabello, gesto que a Elías le pareció sumamente varonil.

—Así es, sonrió a Elías, —este compañero y yo no tenemos a nadie más.

—Elias en verdad necesitaba el dinero pero quería estar seguro de que Lucas sabía lo que hacía, así que levantándose ante la mirada desesperada de Lucas observó al bebé —¿y no tiene miedo de que yo sea una persona muy mala?

Lucas sonrió de lado y cruzó las piernas, —Si tu le hicieras algo a mí hijo, es simple —con un encogimiento de hombros y la voz más fría respondió —yo mismo te cortaría las bolas y haría que te las comas.

Una familia para LucasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora