Decorando para el calvito

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—¿Estás seguro que ese árbol es el adecuado?.

Lucas miraba incrédulo el frondoso pino, mientras Elías sonreía satisfecho.

—Creo este es el árbol perfecto, ahora nada más falta escoger la decoración.

La improvisada familia entró al atestado centro comercial, Elías parecía estar en su elemento observando las diferentes esferas y luces; a la par que decidía que guirnaldas escoger y que velas irían mejor.

Lucas por su parte tomó a Luca entre sus brazos y caminó distraído, dejando esa terrible tarea de decorar a Elías.

Los días que habían pasado juntos eran agradables, Luca estaba muy encariñado con Elías.
De hecho un par de veces llegó tarde del trabajo, pues por las fechas las ventas iban más que bien. Cuando llegaba tarde y ya no había alguien despierto se colaba hasta la habitación de Elías, y había visto como Luca y su "niñero", dormían abrazados. Bueno, más bien como Elías abrazaba a un desparramado usurpador de lugares.
Observar esa escena le había gustado, tanto que deseo poder acostarse con ellos.
Cabizbajo se dirigía a su recámara para encontrarse con una solitaria y fría cama enorme.

La cara de emoción de Elías no dejaba duda de que estaba contento por las compras. Parloteaba frases ridículas para el bebé quien parecía más que divertido haciendo burbujitas de saliva.

Mientras Lucas analizaba la incomodidad por el poco práctico espacio de su lujoso automóvil deportivo.

Apenas llegaron, Elías bañó a Luca y de inmediato le conectó el biberón, durmiendo este al instante.

—Bien, sonrió Elías con suficiencia, —manos a la obra.

Sacando los artículos de bolsas y cajas se dispuso a adornar.

—¿podrías poner el árbol por favor, pidió un poco inconforme al ver que Lucas sólo lo observaba los artículos de las bolsas.

—Claro, —asegurando la base para el pino natural, Lucas soltó los amarres del árbol y de inmediato este esparció su fragante aroma. —¡vaya! Lucas aspiraba la esencia natural de pino llenando sus pulmones.

—La última vez que coloqué un árbol fue en casa de mis padres, precisamente Regina, la mamá de Luca y yo lo decoramos.

Elías no ignoró la añoranza implícita en el cometario. —Este árbol es especial, —Elías había abrazado a Lucas quien tenía los ojos acuosos. —pues ahora es para tu hijo, y eso debe hacerte feliz.

Lucas sonrió. —Gracias —ambos hombres se miraron y sin dudarlo sus bocas se acercaron lo suficiente para plasmar un beso. No fue un beso con tinte sexual, sino fue un beso con clara intención de transmitir un sentimiento.

—Ummm, creo debemos continuar, confundido Elías se giró para seguir decorando.

—Si, yo iré a ver al calvo. Torpemente Lucas fue al cuarto para ver al bebé, pero sólo era una medida desesperada de poner distancia entre ellos.

Elías estaba sorprendido por la reacción de Lucas.
A estas alturas debía admitir que le gustaba el tipo, tan ocurrente, era un hombre bastante hogareño y su humor era fácil de llevar.

—Ya quedó, Elías entró al cuarto de Luca para encontrar a Lucas en el sillón abrazando al bebé. Ambos adormilados. Esa escena fue una explosión de ternura que calentó su corazón.

Tomando a Luca para colocarlo en la cuna, Elías se dió un baño antes de despertar a un agotado Lucas.

—Hey, —la voz apacible de Elías sonaba cerca de Lucas, quien abriendo los ojos, bastante confundido observó al rededor para caer en la cuenta que había quedado dormido en la recámara equivocada.

Tallando su rostro con una sola mano, se levantó. —¿Qué hora es?.

—Las once cuarenta, Elías le ayudó a incorporarse, —¿quieres tomar café?.

Retirándose hasta hacer crujir sus articulaciones Lucas negó con la cabeza. —Debo dormir, un largo bostezo lo asaltó, —mañana tengo una fiesta con los empleados y nos llega mercancía nueva. Caminando hasta la salida de la recámara Lucas giró de pronto.

—Gracias por todo Elías. —sonrió de manera cautivadora.

Elías asintió, —rayos ese hombre era condenadamente sexy aún con los ojos inflamados por el sueño y el cabello todo revuelto era capaz de convertirlo en un idiota sólo con mirarlo.










La Navidad estaba súper cerca y Lucas estaba más ocupado que nunca. Llegaba tarde a casa y Elías ya preparaba la cena.

Visto desde otra óptica el amor estaba suelto en el aire y ambos eran unos zoquetes que estaban inseguros para avanzar, así que a Lucas debía ocurrisele algo o ambos estarían caminando en círculos. Y siendo que de los dos definitivamente Elías era el virgen inexperto, no había mucho que esperar de él.

—Vamos a cenar Elías, —sonrió seductor Lucas quien esperaba que Elías acepte.

—Bueno, dime a qué hora para que preparé a Luc.

Lucas cerró los ojos. —No, no. El pequeño mal tercio se queda.

—¿Estas loco?...
Elías lo miraba con desaprobación.

Lucas no pudo evitar soltar la carcajada. —No hombre. Lo que quiero decir es que podemos contratar a alguien, miró convincente para aclarar las cosas. —hay una chica en el trabajo y ella es muy amable y responsable. Le platiqué y aceptó gustosa. Sólo quiero que la veas y me digas qué te parece.

A Elías le emocionaba la idea pero le preocupaba la seguridad de Luca. —¿Cuándo puede venir la chica?

Lucas sonrió victorioso, —mañana le puedo decir que venga. Ella tiene el turno de la mañana. Saliendo se podría dar una vuelta para que la conozcas y platiquen. Así podrás ver cómo interactúa con Luc. —Elias observaba con algo de recelo a Lucas, pero la idea era demasiado buena, ya que el confinamiento empezaba a hacer mella en él.

—Bien, avísame cuando ella esté en camino.
Sirviendo dos tazas de café y un sándwich Elías y Lucas se sentaron a platicarse su día.

Para Elías el poder disfrutar de un breve momento con Lucas era la parte más emocionante del día.

Mientras que para Lucas, el poder ver a Elías moverse libre por su casa lo llenaba de una varonil satisfacción.

—¿Haz pensado lo que prepararás para la cena?, Lucas daba un sorbo a su café.

—Bueno, ¿la pasarás en casa?
Elías no estaba seguro de que preparar hasta saber los planes de Lucas.

—Este es mi hogar y lo quiero pasar con las dos personas más importantes. —Sonrió con cariño al ver el rostro ridículamente rojo de Elías.

—En ese caso trataré de hacer algo lindo para los tres, a menos que quieras invitar a alguien, dijo Elias mientras miraba de reojo a Lucas.

Lucas le guiñó el ojo con toda la descarada coquetería de quien quiere conquistar, —No voy a invitar a alguien más, solo seremos nosotros así que...¡sorprendeme!...





Una familia para LucasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora