Sorprendiendo

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Diana llegó puntual a la casa de Lucas y de Elías, —perdona el retraso, los buses están atestados por las fechas.

La chica de inmediato corrió a abrazar a Lucas quien intentaba agarrar una pelota que parecía huir del pequeño.

—Hola Luc, mira que te traje, —el bebé hizo algunos ruiditos y tomó el muñequito de plástico que le dió Diana.

—Gracias Diana, eso es un gesto muy lindo de tu parte.

Elías estaba listo para salir al centro comercial, debía comprar algunas cosas para la cena de Nochebuena y un regalo para Lucas.

Las cajitas estaban abarrotadas, las personas corrían con las manos llenas de parques y regalos.
En la plaza rápidamente supo que comprar. En una fina tienda un hermoso marco de plata le había llamado la atención, escogió el envoltorio perfecto y corrió al supermercado para abastecerse de los víveres que usaría.
Encontrar un taxi no fue tan difícil como bajar todas las pesadas bolsas.




—Tenías razón Diana, Elías acomodaba los víveres que había comprado, metiendo una botella de vino al refrigerador y marinando una vez más el jamón. Sólo tendría que esperar a que el repartidor llegará con un espagueti, un pastel de chocolate y una paella Valenciana.

Acomodó dos regalos, uno el de Lucas y Diana.

—Espero que puedas venir a cenar un rato con nosotros cariño, —Tomó a Luc entre sus brazos limpiando su carita con una toallita húmeda.

—Muchas gracias, y claro que estaré aquí un ratito, — la chica tomó sus cosas y se despidió del bebé y de Elías.

Elías miró el reloj, faltaba poco para que Lucas llegara, así que era un buen momento para meter a Luc en el corralito y hornear la cena.

Justo a tiempo Lucas llegó, su semblante parecía cansado, pero estaba feliz de estar en casa.

—¡Llegueee!, —gritó desde la entrada.

—Estamos en la recámara, Elias batallaba con colocarle la ropa al pequeño Luca quien se empecinaba en contorsionarse para quedar sobre su pancita.

—¿Quién va ganando?, a Lucas le hizo gracia ver que el bebé ofrecía una justa batalla cuerpo a cuerpo.

—No es gracioso, estoy sobre Luc desde hace diez minutos y no quiere ayudar.

—Dejame a mí, —Lucas se arremango la camisa de manga larga —bien pequeño monstruo lleno de gases y súperpoderes es hora de vestirte.
Llamando acertadamente la atención de su hijo, Lucas se apresuró a vestir diestramente al bebé que no le presentó gran batalla, pero que le regaló una sonrisa que hizo que sus mofletitos rosas se arrebolaran al ver a su padre.

—Bien Elías, aquí está tu paquete, —alzando al bebé en brazos lo entregó a Elías que asombrado observó todo el tiempo como Lucas mantuvo a raya al bebé.

—Gracias, sonrió Elías.







Una vez bañados y bonitos los tres se dirigieron a la sala.
Elías prendió las luces navideñas, emocionando a un Luc quien empezó a hacer ruiditos.

Lucas se perdió en esa imagen, breves y tiernos recuerdos de su hermana Regina vinieron a la mente y no pudo hacer algo para detener una limpia lágrima que resbalaba por sus mejillas.

Elías lo abrazó. —Estamos aquí, susurró mientras su mano acariciaba la larga cabellera rubia.

Lucas abrazó con fuerza a Elías, pegándolo a su cuerpo y dejando que su cabeza descanse en el cuello de este.

—Te amo, —murmuró Lucas.

—Yo también te amo, sonrió Elías.

—Vamos, ayúdame a poner la mesa.

Lucas apreció lo mucho que Elías se había esmerado en decorar.

El comedor que rara vez se usaba, ahora estaba elegantemente decorado.

La sala era un espectáculo hogareño.

Sí, ahí vivía alguien que lo amaba a él y a su hijo.

—Es precioso todo lo que has hecho.

Elías sonrió satisfecho y dichoso. —Espera a que pruebes la cena.

Como si hubiera sido una orden las fosas nasales de Lucas se dilataron para dejar entrar el rico aroma de lo que se estaba cocinando.

—Vaya que no toma mucho tiempo.

—No, es rápido de cocinar. En menos de una hora todo deberá estar listo.

—Diana pasó rápidamente a desear feliz navidad y tanto Lucas como Elías le regalaron dinero, gesto que la chica agradeció enormemente.
Excusandose porque no podría quedarse a cenar se despidió de ellos acordando verse por la tarde del día siguiente.







El brindis no esperó hasta la media noche, pues ambos querían cenar en familia, y eso era mil veces mejor que cualquier tradición.

—Todo estuvo delicioso, saciado Lucas ayudó a recoger la mesa.

—Hora de abrir regalos. Anunció Elías al ver que Luca se ponía inquieto por causa del sueño.

—Ayudando a abrir los regalos del bebé le tomaron fotos. Una en especial fue la mejor.

Los tres sentados en la sala viendo a la cámara, con el resplandor de las luces navideñas dando un brillo hermoso.

Eran una una familia.

—Iré a acostar a Luca, rápidamente Elías se levantó, y se dirigió al cuarto para asear a un desesperado bebé que a todo pulmón exigía dormir.

Lucas preparaba ansioso sus sorpresas.




—¿Se ha dormido?
Lucas tomaba un vaso de sidra de manzana y de inmediato extendió otra para Elías que gustoso lo tomó.

—Ya por fin, dijo Elías muy aliviado, tronado los huesos de su cuello.

—Ven, Lucas extendió los brazos y Elías corrió.

—Estas muy guapo, Elías  acariciaba con la punta de su nariz el cuello de Lucas, haciendo que a este se le erise la piel.

—Elías tengo algo para ti, —colocandose detrás Lucas tapó los ojos de Elías hasta guiarlo al garage.

—Abre tus ojos, Elías no podía creer lo que veía.

Un lujoso auto familiar de color blanco estaba estacionado a un lado del deportivo de Lucas. En la placa decía: "soy el papi".

Ese loco detalle hizo reír a Elías, —Típico de su hombre.

—¿Te gusta?...

Elias vió con un inmenso amor a Lucas y lo abrazó mientras lloraba.

—Eh,eh,eh, muchacho no llores eso no es todo. Acompañame a la sala, —obediente Elías siguió a Lucas quien lo tomó de la mano hasta llevarlo de regreso al interior.

—Cierra otra vez los ojos. Sonriendo por la emoción de Lucas obedeció una vez más. Sintió cuando se detuvieron y cuando Lucas soltó su mano, situación que lo puso ridículamente ansioso.

—Abrelos...

Guiándose por el sonido de la voz bajó la mirada para encontrarse a un arrodillado Lucas con una cajita negra extendida.

—Dime que aceptas ser un padre junto a mi para mí hijo...

Elías no pudiendo contener el llanto cayó de rodillas frente a su pareja.

Abrazándolo por el cuello mientras susurraba...

—Sí, acepto, acepto...

Una familia para LucasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora