Una familia para Lucas

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Después de la desagradable escena en el centro comercial, decidieron irse a casa.

Al llegar al hogar Elías de inmediato acomodó las cosas en la despensa y al terminar dió a Luca un baño.
El bebé estaba cansado y tan pronto tomó su mamila se durmió.

Lucas por su parte se duchó y recostó un momento. Al cerrar sus ojos recordó a Elías y las tiernas sonrisas que le daba al bebé, recordó la preocupación por escoger correctamente los artículos más seguros para su hijo, pero en especial recordó la confesión de Elias.

—"Me gustan los hombres".

Sonrió de lado.



Una pacífica y hogareña rutina se había instalado en su vida.

Al llegar los artículos que habían comprado para Luca, de inmediato pusieron manos a la obra para  armarlos y  acondicionar la recámara de Elias y Luca.

Su casa más parecía una linda casa familiar que la frívola vivienda de un soltero.

—Buenas noches, saludó Lucas al entrar a su casa.

—Estamos en la cocina.

Lucas escuchaba los ruiditos de Luca quien jugaba en su corralito, y al entrar vio a Elias sacar un molde del horno con una lasaña que olía deliciosa.

—Eso huele muy bien, dijo Lucas a manera de saludo.

Elias volteó a verlo y sonrió. Tienes razón, hasta yo me he sorprendido, —que te parece si te cambias y vienes a cenar.

Sonriendo de oreja a oreja Lucas obedeció como un niño cuando su madre lo sorprendente con su comida favorita.

Mientras se daba una rápida ducha, recordaba que desde que Elias y Luca estaban en casa, ya no salía de juerga y para la hora del almuerzo prefería quedarse en su oficina para comer lo que Elias le preparaba.

Lo admitía, estaba muy cómodo y le gustaba pasar su tiempo libre con Elias.

—¿Por qué no decoras tu casa?, Preguntó Elias mientras servía su plato a Lucas y arrimaba a Luca en su sillita.

Encogiéndose de hombros mientras aspiraba el aroma de su rica cena Lucas respondió, —porque estaba solo y no me apetecía, —su mirada seguía a Elías que servía la cena de Luca y se sentaba a cenar con ellos.
—¿Por qué? ¿quieres decorar?
La sonrisa de galán de novelas le hizo saber a Elías que este bandido le estaba coqueteando descaramente.

Bajando la mirada algo avergonzado tomó un poco de carne picada con verduras y se la dio a Luca, mientras observaba de reojo a Lucas quien devoraba su cena.

—Bueno, me gustaría que Luc tuviera un bonito recuerdo, bajó la mirada con algo de vergüenza al sentir la intensa mirada de Lucas sobre él.

Levantando la ceja Lucas se limpió la boca con la servilleta,

—¿Luc?

Elías sonrió, —el calvo llorón para tí.

Lucas soltó una fuerte carcajada, haciendo que el bebé también riera.

—Bien, Lucas dió un sorbo a su jugo de uva, —mañana por la tarde los llevaré a comprar. Te llamaré antes para que estén listos.

Elías sonrió satisfecho, mientras le dió su biberón lleno de jugo de uva al Luc.

Lucas adormecía a Luca mientras la cajita musical sonaba suavemente.

Bajando la mirada vio como el bebé parecía seguirlo con la mirada mientas múltiples ruiditos escapaban de él.

—Oye calvo guapo, extendió su mano para acariciar la pancita del bebé —la tienes bastante difícil, ¿verdad?, —no quiero que crezcas sin una familia y por lo que veo tu y yo necesitamos una.
El bebé como si entendiera sonrió. Suspirando Lucas bajó hasta besar las cálidas mejillitas, —tendrás a la mejor familia, sonrió Lucas al ver cerrar los ojitos de su hijo.





Elías terminaba de limpiar la mesa y guardar algunas cosas cuando Lucas sin previo aviso entró a la cocina para sentarse en el comedor, —¿te apetece tomar un poco de café? Elías sacaba unas tazas y unos platos de la alacena.

—No está mal, recargando su espalda en el respaldo de la silla sonrió, —¿me darás de esas galletas de mantequilla que hiciste para el pequeño ogro?

Elías sacó el tarro de galletas mientras conectaba la cafetera.
—Claro, sonrió al poner enfrente de Lucas el tarro con galletas. —Por momentos Lucas podía ser más caprichoso que el bebé y eso divertía a Elías, que en el tiempo que llevaban juntos, este había aprendido mucho de él.

No tomaba el café con azúcar, pero le gustaban las cosas dulces, mimaba a Lucas con pequeñas palabritas tontas, le gustaba dormir con el bebé en brazos, odiaba los vegetales, amaba la carne, era muy atractivo y sus parejas lo buscaban con insistencia.

—¿Cuál es tu historia completa Elías?.

Lucas removía su café que había sido servido mientras un montoncito de cinco galletitas lo tentaban.

—Mmmm, —sorbiendo su café con crema y azúcar Elías suspiró. No estaba seguro de estar listo para platicar de su problemática, pero no era sano para su estatus de empleado el que no diera esa información.

—Bueno, hace cosa de un mes, mis padres me sugirieron casarme con una linda chica, ¿Recuerdas que te dije?, —Lucas miraba fijamente a Elías mientras recargaba sus codos en la mesa. —Y yo no quise.
—Hasta ese momento mis padres no sabían de mi orientación, —Elías sonrió con tristeza, —a mis veintiocho años no había tenido novia y mucho menos experiencias con hombres. —dijo Elías encogiéndose de hombros, —yo ví en ese momento, la oportunidad de ser libre, aún sabiendo el riesgo con mi familia, quienes al pertenecer a una comunidad tan pequeña, era obvia la discriminación que vendría.

—Y ¿qué sucedió?.
Lucas observaba el semblante afligido de Elías al recordar ese momento.

Sonriendo con tristeza Elías continuó —bueno, mis hermanos me golpearon y me sacaron de mi casa no sin antes amenazarme para que nunca regrese.

Lucas suspiró.
Él no podía creer lo que escuchaba, a estas alturas del siglo que situaciones así sucedan.

Extendiendo su mano, tomó la de Elías. —Lamento que hayas pasado por todo eso, pero ¿nadie en tu familia te apoyo?

Con nostalgia Elías asintió, —Mi madre me abrazó y lloró mucho el día que me fuí de casa, nos hablamos a escondidas de mi padre y hermanos.

Elías miró agradecido a Lucas, ese gesto de compasión llegó a su corazón, —Gracias, —sonriendo de lado, —a pesar de lo difícil que fue, no cambio por nada el por fin ser libre.

—La ciudad es diferente, es un poco mas abierta. —Quien sabe a lo mejor puedas establecerte y demostrar a tu familia lo competente que puedes ser.

—Eso es algo que a ellos no les interesa, dijo Elías con tristeza —soy antinatural, pero yo estoy en paz conmigo mismo.

Lucas admiró la fuerza de Elías, tan íntegro y seguro, ni la mitad de lo que Lucas era, y eso lo hizo más valioso ante sus ojos.

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