Habituandonos

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Bien, —sonriendo de manera nerviosa ante esa clara amenaza continuó, —¿cuál será mi horario y durante cuánto tiempo me necesitará?.

Lucas suspiró aliviado, pensó que después de esa fiera advertencia el tipo se iría despavorido, pero no fue así.

—La verdad espero que te quedes aquí con nosotros, de esa manera sería más fácil para todos. Tengo una cómoda habitación y ahí puedes quedarte con mi hijo.

Elías escuchaba atento lo que Lucas decía, —¿y qué papel tendrá usted?

Lucas lo miró fijo, como si no comprendiera lo que Elías le decía. —Si, mire usted dice que yo me haré cargo del bebé, pero ¿en dónde queda su papel de padre?.

—La verdad no tengo experiencia alguna con bebés,— cruzando los brazos miró a Luca, —soy gay, espero eso no sea un problema para ti.

Elías lo miró asombrado, pues no tenía la pinta de serlo. —No tengo problema con su orientación, así que pierda cuidado.

Decidiendo omitir mencionar a Lucas que su propia orientación era la misma, continuó —bien, entonces ¿cuándo empiezo?

La enorme sonrisa triunfal de Lucas casi hizo marear a Elías.

—Desde ya, —levantándose de su asiento lo guió hasta el cuarto de huéspedes. —esta será su recámara.
Elías observaba la casa. Toda linda y sobriamente decorada, pero no había cosas para el cuidado de un bebé de esa edad.
—Por la paga no te preocupes, —Lucas hablaba con la seguridad de quien tiene dinero más que suficiente para resolver las cosas.

Lucas desconocía que mejor persona no pudo contratar para semejante tarea, pues Elías de más joven había tenido que ayudar cuidando de todos sus hermanos, mientras sus padres trabajaban arduamente, ya que al contrario de Lucas, Elías provenía de una familia de asalariados de clase media baja. Eso significaba que eran muchos miembros que alimentar y muy poco el dinero para hacerlo.

—Bueno en ese caso debo ir a mi departamento por mis cosas para mudarme ya. —Girando para ver a Lucas lo miró serio, —Señor Solano... —Lucas, —corrigió, —puedes llamarme Lucas.

Elías sonrió —Lucas, —aclaró su garganta —no veo un corralito, una cuna, silla para que tu hijo coma, y tampoco para transportarlo en el auto.

Al decir la palabra auto Lucas cerró los ojos y golpeó su frente con el dorso.

—¿pasa algo?, Preguntó confundido Elías.

—Mi auto lo dejé en los juzgados y tienes razón no tengo nada de muebles y artículos para Luca.

Suspirando Lucas miró suplicante a Elías, —¿me podrías acompañar con Luca por mi auto y de ahí vamos por tus cosas a tu apartamento?.

Media hora más tarde la pareja tomaba un taxi. Elias con una simpática mochilita con cara de elefante y un bebé de hermosos ojos marrón caminaba por el estacionamiento del juzgado hasta quedar frente a un elegante auto compacto negro.

—¡Woooooow!...

Lucas sonrió con orgullo al escuchar la expresión de asombro.

De reojo vio a Elias que volteaba para jugar con el bebé mientras este balbuceaba palabritas para Luca quien insistía en meter sus manitas en la boca de Elias y explorar su interior.

Con un poco de mucha arrogancia Lucas alardeó, —por el sonido que has hecho creo te gustó el auto.

Elias asistió recorriendo con la vista las bonitas líneas de la carrocería. —Es muy bonito, —dijo Elias en voz bajita.

—¿bonito?

Bien admitamoslo, Lucas quería presumir su auto.

—Este es el auto perfecto para salir de conquista, —guiñó el ojo pícaramente.

Elias asintió de manera afirmativa. —También es perfectamente peligroso para andar con un bebé en el sin que corras el riesgo de una multa.

Un suspiro cansado hizo ver el desánimo de Lucas.

—Tienes razón. No hay forma de que el pequeño costal de baba viaje seguro en esta belleza —Lucas extendió la mano dando una palmadita al techo del carro. —subamos y vayamos por tus cosas.

Dando detalles de su dirección, Elias, Luca y el bebé llegaron hasta el modesto bloque de apartamentos. —Adelante, Elias algo apenado de mostrar su vivienda tan austera los hizo pasar y sin perder tiempo tomó sus muy pocas pertenencias para colocarlas en una gran maleta.
Saliendo un momento se dirigió al departamento de la casera, está lamentó que Elias se marchara, no sin antes darle un cálido abrazo y desearle cosas buenas.

—Estoy listo, Elias salió con la maleta y Lucas abrió la pequeña cajuela.


Una vez establecido en la biblia casa, empezó sus labores. Elias se las ingenió para bañar a Luca en el lavamanos del baño de la amplia y cómoda recámara.

Preparando la mamila y cambiando al bebé para ponerle un pañal limpio y su pijama lo acostó. Apilando unos almohadones en la cama matrimonial para contener el movimiento de Luca.
Una vez el bebé se durmió Elias se acostó mientras pensaba en las muchas cosas que ahora tenía para hacer.

—Nada más gay que ser el ama de casa, dijo con una sonrisa mientras volteaba a ver al hermoso pequeño que estaba junto a él.

Luca realmente era un nene bueno, ya que en la noche sólo despertó una vez para pedir leche y de inmediato volvió a dormir. Ni siquiera lloró cuando Elias le cambió el pañal.

Al despertar Lucas, Elias ya había lavado la apestosa ropa de cama, había lavado la ropa de Luca y tenía un desayuno bastante decente listo en la mesa.
Lucas asombrado miraba la mesa puesta —sería una excelente pareja si fuera gay, sonrió de lado.

—Buenos días, saludó Elias al ver a Lucas.

Buscando por todos lados a su pequeño gordito miró a Elias. —¿Dónde está Luca?

Elias sonrió y mostró un contenedor de plástico que estaba acondicionado con sabanitas. Dentro Luca jugaba acostadito. Al asomarse Lucas, el bebé sonrió.

Pasando sus finas manos por su largo cabello suspiró. —A la hora de la comida vendré por ustedes para ir al centro comercial y comprar cosas para el calvito feliz.

Elias sonrió ante el adjetivo que usó Lucas.

—También iremos a comer por ahí y haremos el súper para evitar que salgas sólo con el bebé. —sentandose Lucas observó a Elias que se movía fluidamente en la cocina.

Rayos ahora se daba cuenta lo guapo que era este.
Delgado casi de su misma altura, pelo corto castaño, y una barba matutina era definitivamente su tipo.

Ahora era Lucas quien necesitaba ahuyentar de su vista aquel apuesto hombre.

Una familia para LucasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora