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Gente cansada siendo abrigada por abrigos que duplicaban sus tamaños, poco sueño, el estrés que permanecía y otras consecuencias más eran los personajes del nuevo elenco en el invierno de Seúl en un casi desolado domingo.

O era lo que veía Mark al caminar lentamente hacia la estación de buses. Iba con su propio abrigo gigante tapándolo casi por completo, mientras tenía sus audífonos con...absolutamente nada, solo los tenia puestos para no escuchar el murmullo de las personas. Quería estar en su propio mundo sin que le molestaran.

Su vida durante ese año había hecho un cambio tan drástico como el cambio de estaciones. Como si hubiese ido de verano a invierno en un parpadeo. Se distancio de todo el mundo y se convirtió en su versión más cerrada y fría, tal como la nieve que empezaba a caer.

Se mostraba tan antipático como pudiese y su persona en si se había vuelto más terca. No le interesaba escuchar a nadie que no fuese Haechan. Estaba harto de las personas.

A pesar de su rechazo debía hacer sacrificios. Como el que estaba haciendo en ese momento, mientras esperaba en el frio vivo cerca de las personas que solo se dedicaban a vivir sus vidas.

Cuando el bus indicado llego, se sentó en la primera fila, así saldría claro, de primero.

El viaje fue como ver un video sin sonido. Por más que le subieras el sonido no subiría, porque el video era mudo. Así parecía la visión de Mark. Se dedicó todo el viaje a mirar de manera religiosa la ventana a su derecha mientras el silencio era la materia más grande en el espacio.

Solo era él y su calma.

Una calma breve y pasajera que no era afortunada y agraciada de tener en cada momento.

Mark salió en la tercera parada del bus, vio las indicaciones del lugar en su celular y empezó a caminar. No hizo ninguna pausa en el camino y fue directo a lo que le llamaba la atención, un apartamento. Subió las escaleras para así generar aunque sea algo de calor con el movimiento pero no obtuvo nada.

Cuando finalmente llego, toco el timbre esperando pacientemente a que le dejasen entrar. Luego de unos segundos la puerta se abrió dejando ver al personaje que buscaba.

Haechan.

Los dos ni llegaron a mirarse bien antes de saltar hacia el otro. Solo fue verse los rostros, reconocerse y saber que debían sentir esa cercanía al instante.

El abrazo fue de lejos uno largo, ninguno quería separarse. Como si luego del abrazo fuesen a sentir ese vacío sin el otro. Pero se dejaron ser para luego darse el saludo que hacía falta.

-Mark, por fin estas aquí.

-Y yo por fin puedo verte y tener el placer de pasar el tiempo junto a ti.

-Eres mucho más lindo en persona. Y ven siéntate ¡no seas tímido! ¡Mi casa es tu casa!

Si Haechan supiese que Mark moriría porque esa fuera su casa. Estar con su amado y en su apartamento que solo dejaba ver la personalidad del propietario. Las paredes que se hallaban decoradas de posters de películas infantiles y artistas dejaban relucir los gustos de Haechan.

Su sentido de la vista estaba analizando el ambiente hasta que su sentido del olfato le hizo llamar la atención cuando vio que el chico estaba en la cocina, haciendo ramyeon.

-No es nada del otro mundo pero me imagino que debes tener hambre, toma.

Le paso el tazón que contenía el ramyeon decorado con un huevo al tope.

-No suelo comer a esta hora pero gracias Hae. Gracias por la comida -dijo antes de empezar a comer sin pararse. Haechan solo lo veía con una sonrisa mientras masajeaba de arriba hacia abajo su espalda.

pixel crush - markhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora