Capítulo Nueve

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Ethan, le entregó una suave sonrisa cuando ella se alejó del apasionado beso que le dio a penas la puerta de su casa cerró detrás de ellos. Algo sonrojada por aquella notable muestra de deseo, Cassie lo miró casi con reproche.

—Borra esa sonrisa de autosuficiencia, McGregor —le quitó la botella de vino que él llevaba en una de sus manos y se dirigió hacia su cocina.

—Yo no dije nada —él sonó divertido a su espalda. Cassie, se veía radiante y relajada. Y todo se debía al maravilloso y revitalizante sexo que venían compartiendo desde la noche pasada que el infeliz de Josh irrumpió ebrio allí —Tú eres la que se portó mal esta mañana.

Esa mañana cuando ella despertó entre los brazos de él, por un momento se sintió demasiado bien. Luego decidió escapar. Se vistió sin hacer ruido y corrió a medio vestir hasta entrar en su propia casa y cambiarse. Cuando estaba yendo para trabajar su teléfono celular sonó. Estuvo tentada de no contestar, pero era Ethan y en cierta forma se había sentido culpable al irse como un ladrón de su casa. Entonces contestó y lo invitó a cenar para solucionar su estúpido comportamiento.

—Ya te dije —ella evitó mirarlo a los ojos. Él sabría que mentía —Me llamaron al celular porque tenía que ir a reunión importante en la oficina.

Ethan, apretó los dientes para no soltar la palabra mentirosa. Nadie la había llamado, porque él se hubiese despertado si algún tipo de sonido, como un celular, hubiese sonado allí. Cassie, estaba asustada. Terriblemente asustada de lo que pasaba entre ellos. El sexo era fabuloso, él no se había sentido tan satisfecho en años. Pero había algo más allí. Algo que él comenzaba a adorar realmente. Comunicación.

Ellos no sólo podían tener unas excelentes horas entre las sabanas, sino que también podían pasarse horas hablando y hablando.

Para Ethan, Cassie era totalmente fascinante. No podía entender como aquel infeliz podría haber dicho que ella era aburrida.

—¿Qué has cocinado? —le preguntó para romper un poco el tenso silencio que se levantó alrededor de ambos.

—Pastas —respondió mientras levantaba una de las tapas que cubría una olla y el humeante humo de la salsa escapaba por todas partes —¿Estas de acuerdo?

Ella lo miró a los ojos, esperando una respuesta aprobatoria.

—Claro que sí, preciosa —sonrió —Estoy famélico.

—¿Cómo puede ser que estés 'famélico'? Comes como si no hubiera mañana, Ethan.

—Bueno, si tengo que seguirte el ritmo a ti, debo tener muchas energías.

Cassie, rió, relajándose por primera vez desde que compartieran un beso en el hall. Ella se sentía más cómoda con esos temas. Nada de dar explicaciones. Solo chistes cargados de indirectas del tipo sexual. Eso estaba bien para ella.

—Es cierto, chico grande. En estos dos días hemos consumido muchas energías —ella se quitó el pequeño delantal de cocina y comenzó a apagar el fuego —La cena está lista.

—¿Quieres que ponga la mesa? —preguntó él.

—Querido, se nota que todavía tienes que conocerme un poco más —dijo divertida. Revolvió la salsa una vez más y luego acercó el enorme cucharón hacia él para que probara —Yo jamás invito a alguien a cenar y le pido que ponga la mesa.

Ethan, se inclinó para saborear lo que ella le estaba ofreciendo. El rico sabor de la salsa tocó sus papilas gustativas y viajó por él casi como un escalofrío. Cerró los ojos.

—Está delicioso —aseguró.

Cassie, se mordió levemente el labio inferior mientras lo miraba. Dios, no podía dejar de pensar en él desnudo ¿Qué le pasaba?

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