Día 2

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Un AU muy dulce con muchas primeras veces.

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Día 2: La vida debe sentirse como una canción de Juan Luis Guerra.

Shunsui no era un hombre de un solo corazón. Desde muy joven había estado rodeado de hermosas muchachas, su atractivo y encanto atrayéndolas sin demasiadas dificultades, y como adulto esto no cambió... Hasta que conoció al hombre más guapo, dulce y gentil que la vida le había puesto en frente.

Se había ido a un crucero exótido por el caribe. Fiestas, alcohol y mujeres de distintos rincones del mundo. Parecía tenerlo todo, era como un verdadero sueño, y entonces hubo otro hombre que comenzó a robar la atención de las féminas con solo su presencia. Y Shunsui, con su atención puesta en este también, se sintió competitivo.

El hombre en cuestión era delgado, de largo y brillante cabello blanco (tan intrigante) y amables ojos verdes que acompañaban una sonrisita capaz de cautivar a cualquiera (Shunsui no fue la excepción, por supuesto)

Sinceramente, Shunsui se divirtió más en esta competencia inocente, aunque probablemente jugó solo, que con la gente a su alrededor. Por eso, cuando el hombre de cabello blanco, del que no había podido apartar la mirada en toda la noche, ya no estaba a la vista fue en su búsqueda.

Lo halló pronto en las afueras de la cubierta solitaria, lejos del bullicio de la música y la gente entregada al alcohol, encorvado mientras tosía. No parecía del todo bien y Shunsui se apresuró a su lado, colocando palmaditas reconfortantes en la espalda. Cuando al tos se calmó, Shunsui no dudó tampoco en tenderle ese pañuelo tan preciado para él (un recuerdo de un ser querido que ya no estaba presente) que nunca le habría ofrecido a nadie más.

—Gracias.

La voz, aunque carrasposa por la tos, era la combinación perfecta entre varonil y suave, tan acorde a su personalidad. Shunsui le sumó puntos a su marcador ya bastante alto.

—¿Puedo hacer algo por ti...? —se ofreció, tranquilo y haciendo uso de su elocuencia natural, queriendo llamarlo de alguna forma que terminó callando ante la falta de información.

—Juushiro, Juushiro Ukitake.

Un nombre ideal para un hombre con su gracia

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Cuando sus labios se encontraron, en un memorable primer beso, Shunsui vio las estrellas.

Pasaron los días juntos, desde desayunos tranquilos hasta las actividades más alocadas del crucero, y Shunsui sentía que esto no era nada nuevo, como si estar con Juushiro fuera cosa de toda la vida... O una vida pasada.

Juushiro era, además, sabio y ágil, un hombre aventurero y valiente. Era como el alma de un niño inquieto y dulce atrapado en un cuerpo adulto (y vaya cuerpo) que no se cohibía a soltarse. Y Shunsui la estaba pasando tan bien, disfrutando de cada momento con esta grata compañía, que terminó olvidándose de las mujeres, que tampoco parecían ofendidas por su falta de atención.

Esa tarde hicieron una parada en una isla paradisíaca. Recorrieron sitios de interés, pasearon por sus playas y tuvieron un delicioso almuerzo local frente al mar calmo y cristalino. Y más tarde, el sol en su descenso al océano, hubo un concierto de un artista que, aunque no conocían, los contagió pronto con su música tropical.

Shunsui era un hombre simple, disfrutando de la vida a través de las pequeñas cosas, y la buena música romántica no era la excepción. La banda tocó, el hombre entonó versos inspiradores y Shunsui actuó. No le importó las miradas, ni lo que puedan decir de dos hombres bailando juntos, solo extendió una mano en invitación hacia su acompañante... Que Juushiro no rechazó.

Fue toda una experiencia tener un baile íntimo con otro hombre, por suerte Shunsui dominaba el arte, y satisfactoria como ninguna. Juushiro se rió de su propia torpeza, las mejillas ya rosadas por el calor y la risa, y Shunsui no se contuvo más.

Tenerte, besarte, andar de la mano contigo. Mirarte, decirte un te quiero al oído...

Por primera vez, Shunsui pertenecía a un solo corazón.

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Su primer encuentro fue aún más memorable.

Los besos se multiplicaron y las caricias se inquietaron, uniendolos en cuerpo y alma en una noche sin igual. Si con un beso de esos labios embriagantes Shunsui miraba las estrellas, una y otra vez, esto lo había llevado directamente a un paraíso más precioso de los que había visto en el viaje más especial de su vida.

Por la mañana, Shunsui se sentía como nuevo. No había dolores ni molestias, solo una inmensa satisfacción en su cuerpo pesado. Y presenciar el cuerpo a su lado, dormido plácidamente, agrandó su corazón ya rebozado de este amor que nunca creyó encontrar dada su naturaleza desvergonzada.

Qué bendición.

Admiró al hombre a su lado y una sonrisita de ojos somnolientos se dibujó en su boca. Juushiro estaba sumergido en un profundo sueño, cómodo y expuesto a su lado, y Shunsui quería más que solo mirar. Acercó una mano y deslizó sus dedos en una mejilla lechosa, deteniéndose en sus labios entreabiertos. Descendió por el cuello, marcado aquí y allá, y del hombro apartó el desordenado, pero siempre hermoso, cabello de la espalda...

Había una marca que casi cubría la zona en su totalidad, una mancha oscura que hacía contraste con la pálida piel. Por la noche no la notó, ocupado en otras cosas, pero ante la luz tenue de la mañana y su mente más lúcida no podía pasarla por alto. ¿Una marca de nacimiento? o tal vez... ¿Una huella imborrable de su salud delicada?

Shunsui aún no sabía los detalles, tampoco había indignado en ellos. Era consciente de la debilidad física de Juushiro, a pesar de todas sus fortalezas, asumiendo que se debía a un problema de salud. Algo le decía que no era tan sencillo como el mismo Juushiro le hacía ver, diciéndole una y otra vez que estaba bien, pero Shunsui era incapaz de presionarlo a nada. A cambio, solo podía hacer lo que un verdadero amante haría: permanecer a su lado en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad.

Sea lo que sea, Shunsui no se separaría de la única persona que había sido capaz de cambiarle la vida entera con solo su presencia, ni hablar de lo que seguía haciéndole con ese amor precioso que Juushiro le había profesado.

Y con esa determinación, selló las nuevas promesas acercándose para dejar un pequeño beso, incapaz de perturbar su sueño, sobre la marca.

—Te amo, Juushiro.

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Un solo corazón | Bleach - Shunuki WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora